CRONICAS. El COVID-19 y las Vacunas
CRONICAS. El COVID-19 y las Vacunas
Por: Lucía P. de García
Toronto.- El temido COVID-19, originado en China a fines de 2019, sigue multiplicándose en el mundo por medio de sus variantes, cada una con su propia característica y agresividad. Al tiempo que la pandemia avanza lo hacen también los métodos para contenerla y exterminarla. Los primeros son las vacunas, que previenen el contagio, o de ocurrir disminuyen las complicaciones y la probabilidad de muerte. Los segundos son medicamentos que se espera estén listos a mediados del presente año.
Respecto a las variantes, las principales son: Alfa, aparecida en Inglaterra, es más contagiosa que el virus original. Beta, iniciada en Sudáfrica y Nigeria, se transmite con más facilidad que la primera. Gamma, procedente de Japón y llevada a Brasil por turistas, es muy contagiosa porque puede volver a infectar a quienes ya se han enfermado con el virus. Delta, surgida en India y considerada como de “preocupación”, puede infectar a quienes están completamente vacunados. IHU, aparecida en el Congo, contiene 46 mutaciones. Ómicron, también brotada en el Congo con 37 mutaciones, avanza a velocidad asombrosa a partir de su llegada a Sudáfrica. En Canadá, Estados Unidos y Latinoamérica está arrasando con síntomas similares a un resfriado fuerte, inquietando a los gobiernos ya que el incremento exorbitante de contagios amenaza con colapsar los sistemas de salud.
Sobre las vacunas, empezaron a utilizarse en el siglo XVI. Las que actualmente se emplean contra el CORONAVIRUS se fabrican con fragmentos genéticos que no enferman, virus atenuados o modificados por procesos químicos, con subunidades del virus o proteínas del COVID. Aunque todas las vacunas contra el COVID-19 son efectivas, por cuestiones ideológicas o económicas se prefiere las occidentales sobre las orientales, lo que repercute en una desigual y prejuiciosa distribución mundial.
La eficacia de las vacunas se ha comprobado durante siglos, han salvado la vida a millones de personas. De allí que resulte absurdo negarse a su uso y exponerse al riesgo de un contagio que puede desencadenar la muerte, o convertirse en un enfermo asintomático que contagie a todos sin siquiera saberlo. Además, es ilógico brindarle al virus la oportunidad de seguir viviendo en las personas no vacunadas mediante mutaciones que pueden continuar hasta el infinito, prolongando al infinito la ansiada vuelta a la normalidad. Si consideramos que todos los seres humanos somos igual de frágiles ante la enfermedad, es obligación defender la salud combatiendo la enfermedad con todos los medios posibles, y es necesario que quienes se oponen a las vacunas por razones de “libertad” se den cuenta que la libertad de las mayorías está por sobre la individual, ya que los derechos personales terminan donde comienzan los derechos de los demás.
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