JANE PAR CHARLOTTE. Francia, 2021. Un documental escrito y dirigido por Charlotte Gainsbourg. 88 minutos
JANE PAR CHARLOTTE. Francia, 2021. Un documental escrito y dirigido por Charlotte Gainsbourg. 88 minutos
Por Jorge Gutman
En este emotivo documental la conocida intérprete y cantante Charlotte Gainsbourg debuta como realizadora centrando su atención en su madre, la cantante y actriz Jane Birkin. No se trata de una biografía sobre la vida de Birkin sino lo que se expone son variadas conversaciones entre una hija y su progenitora que aunque no siempre han guardado una relación completamente fluida eso no ha sido óbice para unirlas en un estrecho lazo de cariño y respeto.
La película empieza con un concierto realizado por Birkin en Japón en donde ella interpreta canciones del repertorio de su ex marido Serge Gainsbourg; en el mismo la cantante es acompañada por Charlotte quien también está a su lado en otro espectáculo posteriormente efectuado en New York; en esa oportunidad, fuera de escena madre e hija reflexionan sobre el pánico que los artistas pueden sentir cuando enfrentan al público asistente. A medida que prosigue el relato, el film adquiere un carácter íntimo en el que Charlotte indaga a su madre sobre tópicos vinculados con la vida familiar como así también sonsaca detalles acerca de cómo Birkin atraviesa el inexorable paso del tiempo y el modo en que su labor artística puede atenuar la sensación de envejecimiento.
Las preguntas que Charlotte hace a su madre adoptan un estilo convencional y de sus respuestas van surgiendo elementos en que ambos personajes se reencuentran a manera de un mutuo confesionario; de todos modos hay elementos que se aluden sin específicamente ahondar en detalles, como es el caso del gran dolor de Birkin por el fallecimiento en 2013 de su hija mayor, la fotógrafa Kate Berry.
Una escena no exenta de melancolía es la visita que ambas realizan a la mansión de la calle Verneuil en París que Jane compartió durante 12 años con Serge y a la cual ella no volvió en más de tres décadas; es ahí donde los recuerdos y la nostalgia de años felices del pasado adquieren trascendencia.
Un aspecto quizá desconocido para el público surge de la conversación mantenida hacia el final del documental en donde Birkin cándidamente se refiere a su adicción a los narcóticos para conciliar el sueño como así también su propensión a la bebida; esos factores influyeron en su condición mental repercutiendo en los vínculos sentimentales mantenidos en su vida.
El film se nutre de una buena documentación suministrada por fotos y películas caseras donde Charlotte aparece al lado de su padre Serge pero también es importante las fotografías que ella capta de su querida madre apelando a diferentes focos y formatos.
En esencia, Jane par Charlotte no solo complacerá a los admiradores de ambas artistas sino que también el gran público sabrá apreciar este tierno, cálido y conmovedor documental en el que una hija rinde tributo a su madre en una instancia decisiva de su vida.
GREAT FREEDOM. Austria, 2021. Un film de Sebastian Meise. 117 minutos
Basado en hechos reales, el realizador austríaco Sebastian Meise rememora un drama acaecido en Alemania en un pasado no muy lejano con la persecución realizada a la comunidad homosexual.
Muchos prisioneros que por homosexuales fueron enviados a los campos de concentración durante la Segunda Guerra, después de haber concluido el conflicto bélico el drama para ellos prosiguió al ser trasladados a sórdidas cárceles de Alemania Occidental. Eso se ha debido al infame Parágrafo 175 de la legislación germana que fue introducido en 1872 con el propósito de penalizar la actividad homosexual.
Si bien este tema fue objeto del muy buen documental Parágrafo 175 realizado en 2000 por Rob Epstein y Jeffrey Friedman, el film de ficción de Meise basado en su guión escrito con Thomas Reider aborda con envergadura dramática el mismo tópico a través de un estudio caracterológico enfocando al judío homosexual Hans Hoffman (Franz Rogowski).
El relato que transcurre en 1945, 1957 y 1968 muestra a Hans entrando al centro penitenciario después de haber sido arrestado por mantener relaciones sexuales en un baño público; durante 23 años saldrá por poco tiempo de la cárcel para reingresar a la misma por similares razones.
Filmado con gran meticulosidad, el director describe el vía crucis de su protagonista sujeto a un continuado maltrato por parte de los guardianes de la prisión y que debido a sus continuas rebeldías contra el sistema penitenciario, es frecuentemente aislado en una celda oscura privándole de su ropa con excepción del calzoncillo cubriendo sus genitales.
Durante su estancia Hans conoce a Viktor (Georg Friedrich), un convicto que ha sido condenado por haber matado a su esposa y a su amante con quien lo había engañado. Este individuo profundamente machista y virulento homófobo se resiste a compartir su celda con un gay; con todo, el transcurso del tiempo permitirá que la tensa repulsión inicial entre estos dos seres ceda paso a un vínculo de comprensión y afecto desembocando en un lazo de gran amistad donde ambos se vuelven estrechamente confidentes.
La interpretación de Rogowski es estupenda no solamente cuando transmite en palabras su ira, frustración y el cúmulo emocional de haber quedado bajo rejas por su orientación sexual, sino también a través del lenguaje corporal en el que sus gestos y miradas denotan sus albergados sentimientos. A su lado Friedrich expresa la desazón de un individuo que a pesar suyo encuentra en las drogas una vía de escape; en tal sentido, no deja de emocionar los esfuerzos que Hans realiza para ayudarlo a emerger en sus estados de trance.
Con la eliminación del Parágrafo 175 de la legislación germana no hay motivo para que Hans siga encarcelado. Eso conduce a una secuencia culminante, donde magníficamente el realizador ilustra cómo la libertad adquirida por el protagonista de esta historia puede resultar menos atractiva que su acostumbrada vida en prisión.
Utilizando el caso de Hans Hoffmann el film ejemplifica el triste destino de muchos seres humanos que en similares condiciones vieron sus vidas destruidas; lo más lamentable es que sus historias hayan desaparecido en los legajos de la burocracia.
Este sólido drama ha sido merecidamente distinguido con el Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes 2021.
THE OUTFIT. Estados Unidos, 2022. Un film de Graham Moore. 106 minutos
Con el antecedente de haber obtenido un Oscar por el guión de The Imitation Game (2014), Graham Moore se ubica por primera vez detrás de la cámara en The Outfit. De elegante estilo el film que bien podría asemejarse a la adaptación de una pieza teatral se distingue fundamentalmente por su buen elenco encabezado por Mark Rylance.
El director aborda un drama criminal cuyo comienzo auspicioso no llega a concretarse satisfactoriamente en su resolución. La acción transcurre en un frío día de invierno de 1956 en la ciudad de Chicago. Es allí que Leonard (Rylance), un expatriado británico que dejó su país después de una tragedia personal, entra a su negocio de sastrería donde se desempeña como tal. Comenzando su diaria tarea va narrando los gajes del oficio y a decir verdad constituye una buena lección para todos aquellos interesados en iniciar la profesión de la alta costura. Su clientela está constituida por clientes de buen nivel económico, entre ellos Roy Boyle (Simon Russell Beale) quien es el padrino de la organización mafiosa The Outfit. En su trabajo Leonard cuenta con la asistencia de su joven secretaria Mable (Zoey Deutch) quien está sentimentalmente vinculada con Richie (Dylan O’Brien) el hijo de Roy.
Gradualmente el espectador se impone que el local constituye asimismo el antro en el que la banda de Roy hace uso del mismo como medio de contacto para el desenvolvimiento de sus operaciones. El conflicto dramático se origina cuando en el local irrumpen Richie con Francis (Johnny Flynn), el nuevo asociado de Roy, donde en un violento desencuentro Richie es asesinado por aquél, a la vista del impasible sastre que permanece mudo para no arriesgar su vida. La situación se agrava cuando poco tiempo después Roy irrumpe en la sastrería en procura de su hijo.
Es una pena que de aquí en más la promisoria trama se enmaraña a través de giros inesperados que resultan incongruentes; si bien el propósito de los guionistas es el de intensificar la intriga del relato, lo importante es que su resolución adquiera coherencia, aspecto que en este caso no se concreta; así, con el cambio de tono el guión introduce mentiras y secretos ocultos que distan de resultar convincentes. De todos modos, en su mayor parte el film concentra la atención, en gran parte debido a la magnífica prestación de Rylance como el flemático y taciturno inglés capaz de mantener la moderación y control de la situación a medida que los acontecimientos se van precipitando peligrosamente… El resto del elenco se desempeña competentemente, sobre todo Beale quien en un papel de apoyo plenamente persuade animando al patriarca del crimen organizado.
No obstante que la acción se desarrolla exclusivamente en las tres habitaciones del negocio, su limitado espacio no genera claustrofobia alguna, gracias a la buena fotografía de Dick Pop y al ágil montaje de William Goldenberg.
En resumen, queda como resultado una aceptable muestra de cine negro que no obstante las observaciones efectuadas a su guión destaca a Moore como un promisorio realizador.
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