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  • March 31, 2022 , 08:53pm

TOUT S’EST BIEN PASSÉ. Francia, 2021. Un film escrito y dirigido por François Ozon. 113 minutos. 

TOUT S’EST BIEN PASSÉ. Francia, 2021. Un film escrito y dirigido por François Ozon. 113 minutos. 

Sophie Marceau y André Dussollier en TOUT S’EST BIEN PASSÉ

Por Jorge Gutman

El versátil director francés  François Ozon agrega a su filmografía otro encomiable trabajo abarcando el tema de la eutanasia. Para ello se valió del libro Tout s’est bien passé de Emmanuele Bernheim en el que ella relató su experiencia personal ayudando a morir a su anciano padre enfermo de cáncer.

En la adaptación realizada por Ozon el drama comienza cuando Emmanuele (Sophie Marceau) a través de su hermana Pascale (Geraldine Pailhas) se impone que su padre André (André Dussollier), un adinerado industrial de 85 años, ha sufrido una severa apoplejía. Aunque casado con Claude (Charlotte Rampling), una escultora que no siente gran afecto por él y además  sufre de depresión y el mal de Parkinson, ella no puede servir de gran ayuda dadas las circunstancias; en consecuencia  son las dos hermanas que apoyándose mutuamente tratan de asistir a su padre que requiere una prolongada estadía hospitalaria. A eso se agrega el carácter obcecado y caprichoso de André en el que Emmanuele siempre reunió la necesaria paciencia para tolerarlo y que ahora con su enfermedad eso se acentúa más.  

Aunque el enfermo va experimentando leves signos de recuperación, le pide a Emmanuele que desea morir antes que seguir postrado y ser una persona dependiente. Después de rechazar la proposición paterna, las dos hijas comprenden que no hay forma de que él cambie su decisión y como la eutanasia no es legal en Francia, ambas hermanas entran en contacto con la afable representante (Hanna Schygulla) de una organización suiza que se ocupa del procedimiento indicando a las hermanas los  trámites pertinentes a seguir teniendo en cuenta que  el suicidio asistido tendrá lugar en el país vecino.

Si bien el tema es dramático y controversial, Ozon destila al relato con tintes de comedia permitiendo que su desarrollo resulte ameno; así cuando André se entera que la eutanasia costará 10 mil euros, él le pregunta a Emmanuele cóomo se las arregla quien es pobre y no dispone de esa suma, a lo que ella le responde que tendrá que esperar a morirse. El inspirado humor no descarta algunas instancias de  genuina emoción en la dinámica interrelación generada  entre  el trío protagónico. 

El realizador ofrece un film sencillo y depurado cuyos valores residen en el excelente guión y óptimo nivel de actuación. Marceau se destaca por su magnífica naturalidad  como la hija favorita de André que reúne la fuerza necesaria para poder  satisfacer la voluntad de su progenitor. Pailhas no le va en saga como la otra hija que siempre fue despreciada por su padre pero que  moralmente se siente obligada a cooperar con él. Dussolier está impagable al sumergirse en cuerpo y alma en la personalidad del altanero e irascible enfermo.  En roles de apoyo Rampling ratifica una vez más su talento de consumada actriz, Schygulla ofrece calidez en su rol, en tanto que Gregory Gadebois como la pareja gay de André y Eric Caravaca animando al marido de Emmanuele defienden airosamente los breves papeles asignados.

Descartando sentimentalismo alguno, con máxima sobriedad Ozon ilustra la escena  en que las hijas se despiden definitivamente de su progenitor. 

A no dudarlo que el tema de la muerte asistida involucra un conflicto moral. No obstante queda  abierta la pregunta si es preferible morir con dignidad, para evitar el cruel sufrimiento de una enfermedad terminal, puesto que en esa situación sobrevivir no significa vivir sino más bien vegetar. Cada espectador tendrá su propia respuesta.

GOLIATH. Francia-Bélgica, 2021. Un film de Frédéric Tellier. 122 minutos.

Aunque nada tiene que ver con el poderoso filisteo bíblico que fue derrotado por el joven judío David, Frédéric Tellier alude en Goliath al enfrentamiento de dos fuerzas opuestas luchando incansablemente para lograr su propósito.

Con reminiscencias de lo que Henrik Ibsen expusiera en su remarcable obra “Un Enemigo del Pueblo” donde su protagonista denuncia la contaminación de las aguas de un balneario  que constituye la atracción turística más importante de la ciudad, aquí nos encontramos con una situación parecida. Si bien el film es de ficción lo que acontece se basa en meticulosas investigaciones realizadas por Tellier.

El guión del realizador escrito con Simon Moutairou se centra en tres personajes. Uno de los mismos es el abogado Patrick Fameau (Gilles Lellouche) especializado en el medio ambiente y que con gran firmeza  defiende en la corte judicial  a su clienta Lucie (Chloé Stefani), una mujer que perdió a su pareja enferma de cáncer  por  pesticidas tóxicos utilizados en la explotación agrícola. El otro personaje es France (Emmanuelle Bercot), una entrenadora deportiva  cuyo marido se encuentra gravemente afectado de cáncer por razones similares.  El trío protagónico de esta historia se completa con  Mathias Rozen (Pierre Niney), quien a primera vista atrae por su simpatía a pesar de ser el villano del relato; con su impecable carisma él es el brillante lobista que estando  al servicio de  la gigantesca industria agroquímica Phytosanis, argumenta que no hay evidencia científica que demuestre que los pesticidas son carcinógenos, a pesar que la Organización Mundial de la Salud alerta su empleo… 

El impacto negativo del medio ambiente  ya ha sido considerado por el cine; en todo caso este drama se distingue por la excelente manera en que Tellier aborda el tema, brindando total convicción en el choque de Fameau y France (David) con el implacable Rozen (Goliath),  En el marco de una narración convencional pero efectiva, el director efectúa un sólido relato denunciando a un mundo despiadado donde el poder del dinero es más importante que la salud de la población 

El elenco es irreprochable. Bercot, como la activa militante ambiental de su pueblo conmueve profundamente personificando a  la mujer que experimenta el dolor de la probable pérdida de su esposo. Lellouche igualmente despliega su acostumbrada eficiencia actoral  caracterizando al  devoto abogado idealista que no exento de fatiga comprueba cómo su ardiente alocución contra el empleo de pesticidas cae en oídos sordos. Por su parte Niney ofrece una magistral interpretación del inescrupuloso individuo que no obstante su deshonesto comportamiento profesional se desempeña privadamente como un muy buen marido y futuro padre de familia. En roles de apoyo, además de Stefani igualmente se destacan Marie Gillain, Jacques Perrin y Laurent Stocker.

En esencia, este muy buen thriller ecológico, donde “nada es fortuito ni voluntario“, permite reflexionar sobre el nivel de calidad de los frutos y legumbres que diariamente consumimos.

AHED’S KNEE. Francia-Israel-Alemania, 2021. Un film escrito y dirigido por Nadav Lapid. 109 minutos

Habiendo obtenido en 2019 el máximo galardón en el festival de Berlín con Synonyms, el director Nadav Lapid retorna con otro drama en el que con inusitada energía expresa el sentimiento que lo anima como ciudadano israelí. Es necesario aclarar que el rodaje del film se realizó antes de que Benjamin Netanyahu dejara el cargo de Primer Ministro.

El realizador  se vale de su propio guión para describir a un cineasta llamado Y (Avshalom Pollak) que decididamente es su alter ego. En la ficción, este personaje avizora como próximo proyecto filmar Ahed’s Knee basado en la vida real  de Ahed Tamini, una activista palestina que sufrió una herida en su rodilla al haber sido baleada por un soldado israelí. En tanto, Y ha aceptado una invitación de Yahalom (Nur Fibak), una funcionaria del  Ministerio de Cultura de Israel para la proyección de su último film  en el desértico valle de Aravah donde ella reside. Después de la exhibición se ha dispuesto que el director participe en   un coloquio de preguntas y respuestas con el público asistente.  Mientras la proyección se efectúa Yahalom le entrega un formulario que debe llenar y que será destinado al Ministerio de Cultura donde tiene que someterse a estrictos tópicos autorizados para su discusión con los espectadores. Esa  censura a la libertad de expresión  motiva a que Y, ciertamente traumatizado por lo que sufrió como soldado en la guerra de Líbano,  no pueda ocultar su indignación; en consecuencia, a través de un largo monólogo que graba en su celular se despacha con un incendiario discurso en donde manifiesta su repugnancia y asco hacia el gobierno de  Netanyahu y su ministra de cultura.

En este drama radical y explosivo de auto-ficción Lapid  lanza una vez más  sus dardos al país en que vive,  aunque la forma de expresarlo no sea demasiado sutil. Queda claro, que a través de su problemático protagonista quiere resaltar la severa crisis existencial que atraviesa y de qué manera el gobierno israelí va afectando su identidad.

Con una agitada puesta escénica que recurre a varias rupturas para introducir números musicales un tanto discutibles, el iconoclasta realizador contó con la excepcional interpretación de Pollak, el excelente coreógrafo de danza contemporánea, quien transmite acabadamente la cólera de   un cineasta impotente de no poder modificar la realidad que lo envuelve.

MEMORY BOX. Francia-Líbano-Canadá-Qatar, 2021. Un film de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige. 102 minutos

Para quienes han sufrido los horrores de una guerra, es comprensible que algunos prefieran dejar sepultados los tristes recuerdos aunque eso no implica que eso haya quedado completamente eliminado de la memoria. En base a ello, los realizadores  Joana Hadjithomas y Khalil Joreige que  han vivido en el tumultuoso Líbano de la década del 80,  se han inspirado para ofrecer este emotivo drama. 

Los cineastas con la colaboración de la guionista Gaelle Mace han concebido un relato enfocando a tres generaciones de origen libanés radicados en Montreal.  La acción comienza  en la nevada víspera de Navidad donde Alex (Paloma Vuthier), de 14 años de edad, junto con su madre Maia (Rim Turki) y la abuela Teta (Clemence Sabbagh) se aprestan a celebrar el acontecimiento. El orden existente se altera con la recepción de una voluminosa caja que fue remitida por los familiares de Lisa, quien fue la íntima  amiga de juventud de Maia, que había dejado Líbano como consecuencia  del conflicto bélico. Ese envío estremece un tanto a Maia por lo tanto Teta  prefiere guardar la caja en el sótano y abrirla después de la  Navidad a fin de que nada pueda incomodar o alterar el espíritu de la  fiesta hogareña. Sin embargo la gran curiosidad de Alex motiva que furtivamente ella la abra en donde su contenido constituirá toda una revelación al enterarse de aspectos de la vida de su madre que hasta entonces había desconocido.

A  través de fotos impresas,  grabación de casets, diarios personales, revistas del pasado  y cartas enviadas por  la joven Maia (Manal Issa)  a Lisa entre 1982 a 1988, los recuerdos comienzan a afluir, en donde se manifiesta lo que ella atravesó durante la nefasta guerra, incluyendo la música como vía de escape y la pulsión de la adolescencia a través del romance con el atractivo Raja (Hassan Akil), su primer amor. A medida que la guerra va cobrando intensidad, Alex se impone de las variadas tragedias sufridas por su familia como así también las alegrías, desencantos, temores, y angustias de su madre al compás del bombardeo como escenario de fondo durante ese período cruento que vivió el país.

Más allá de su contenido, lo que enormemente valoriza a este drama es su presentación visual apelando a un admirable estilo que incluye pantallas compartidas y técnicas de animación stop-motion para reflejar a través de un impecable montaje este magnífico collage de la memoria. 

Observando este sobrecogedor relato que transita entre ficción y realidad, en los actuales momentos resulta imposible disociar la guerra civil libanesa con la tragedia que actualmente sobrelleva el pueblo de Ucrania comprobando cómo familias enteras se desintegran y que sin duda alguna eso repercutirá amargamente para quienes logren salvar sus vidas. 

Hadjithomas y Joreige han logrado un conmovedor drama que transitando entre ficción y realidad demuestra la imposibilidad de borrar de la mente las vivencias de quienes han tenido el infortunio de haber sufrido los estragos de una guerra nefasta y sin sentido alguno.

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