CRONICAS. Tiempo de Pedir Perdón
CRONICAS. Tiempo de Pedir Perdón
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Ira, rencor, dolorosos recuerdos afloraron en los corazones de varios miembros de las Primeras Naciones, mientras en mayo 2021 veían cómo el radar terrestre detectaba restos de 215 menores en la Escuela Residencial de Kamloops, British Columbia. Aquel centro era uno de los 130 que por mandato federal operaron entre 1831 y 1996 con regencia de la Iglesia Católica y menor participación de las Iglesias Protestante, Metodista, Unida, Presbiteriana, Anglicana. La finalidad era hacer que niños y adolescentes de los pueblos originarios olvidaran su cultura y se asimilaran a la canadiense. El sistema implicó separación familiar, abuso sexual, hambre, violencia, humillación, desapariciones, muerte, vergüenza de su idioma, costumbres, creencias. Los traumas persisten, las actuales generaciones reprochan a abuelos y padres por haber permitido que sufrieran el mismo martirio que ellos experimentaron.
Kamloops conmocionó al país de tal manera que no hubo ánimo para celebrar el 1 de Julio, Día de Canadá. Sin embargo, lo descubierto era un secreto a voces, confirmado en 2015 por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en base a información, entrevistas y documentos que dieron lugar a que la misma entidad declarase a Canadá causante de “genocidio cultural”. Reconociendo la culpa gubernamental, en 2008 el Primer Ministro Stephen Harper pidió disculpas. En 2015, al asumir como Primer Ministro, Justin Trudeau pidió perdón, y en su visita al Papa Francisco en 2017 le solicitó que hiciera lo mismo. El pontífice mostró voluntad, pero luego, por carta, rechazó la idea. Se especula si la causa era económica, ya que al pedido de perdón debe adjuntarse una indemnización a las víctimas, aspectos que en cierta manera han cumplido las otras iglesias. Cualquiera fuere la razón del prelado católico, el año pasado Trudeau insistió con más fuerza: el perdón se debía pedir en tierras de los pueblos originarios.
A fines de marzo, representantes de las Primeras Naciones visitaron al Papa Francisco para contarle su calvario y hacerle comprender que para alcanzar la reconciliación que con ansia se busca en nuestro país, debía pedir perdón. El humo blanco salió el 1 de abril, cuando a la ceremonia transmitida al mundo acudieron los representantes indígenas luciendo orgullosos sus elegantes trajes multicolores, destacando sus preciosos collares, coronadas las cabezas de los jefes con los magníficos tocados de plumas de águila que simbolizan honor, sabiduría, poder, dignidad. El Papa Francisco, sensible como es, les dijo: “Por la conducta deplorable de estos miembros de la Iglesia Católica, pido perdón a Dios y quiero decirles de corazón que lo siento mucho, estoy profundamente afligido, con indignación y vergüenza”.
Es que Cuaresma, cuando se recuerda que siendo inocente Jesús murió para redimir a la humanidad de sus pecados, es el mejor tiempo para pedir perdón. Ahora, para que todo sea agradable a Dios, para que nuestro país y la Iglesia Católica canadiense sanen su estigma, reciban esa absolución que alivia y brinda la esperanza de un nuevo comienzo, sólo falta que el Papa Francisco repita su gesto en el suelo de los pueblos originarios de Canadá.
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