CRÓNICAS. Tesoros en Nueva York
CRÓNICAS. Tesoros en Nueva York
Por: Lucía P. de García
Toronto.- En la inmensa y cosmopolita ciudad de Nueva York, donde sucede y se encuentra de todo, hace unas semanas descubrí un lugar con tesoros. No fue un ático olvidado en algún edificio o un cofre enterrado en algún jardín. Estaba a la vista, en la Quinta Avenida, en la Biblioteca Pública de Nueva York, exhibiéndose con el nombre “Treasures”.
Imposible describir cada una de las piezas seleccionadas, apenas 29 de los más de 46 millones de objetos que conserva la Biblioteca, sólo cito algunas: para deleite de los niños, los ositos de peluche que dieron identidad a Winny de Puh. Para gente de toda edad, libros miniatura procedentes de la India. El bastón que quedó flotando sobre las aguas del Río Ouse cuando la escritora británica Virginia Wolf se suicidó. El globo terráqueo de Hunt-Lenox, tallado sobre madera alrededor de 1510. Coloridas pinturas de aves latinoamericanas. El escritorio y la silla donde el inglés Charles Dickens escribió sus sátiras contra la aristocracia. Una pequeña muestra de las múltiples colecciones y donaciones de audio e imagen en movimiento, grabaciones en vivo, radionovelas, discursos presidenciales, historia y cultura negras, el aporte afroamericano.
Maravilloso fue viajar 4.000 años atrás y apreciar cómo estilete, arcilla y escritura cuneiforme plasmaron en tablillas lo que sucedía en Mesopotamia. Manuscritos medievales con caligrafía perfecta y pinturas multicolores de temas religiosos. Rollos japoneses donde la delicadeza de los trazos destaca paisajes y actividades de la población. El primer infolio de William Shakespeare. Las correcciones que Ludwig van Bethoven hizo al boceto “Trío para Piano”. La carta de Cristóbal Colón a Luis de Santángel, quien gestionó ante los monarcas católicos el dinero para su viaje.
Libros raros, como Claudius Ptolemy y Nicolaus Germanus, que demuestra con arte sutil la modernización que Germanus dio a la cartografía de Ptolomeo. Libros de la historia estadounidense, como la Declaración de los Derechos Civiles o la copia manuscrita realizada por Thomas Jefferson a la Declaración de la Independencia. El segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz. Fue grato observar juntos a tres libros religiosos abrahámicos: por el Islam, Siyer-i Nebi, la vida del Profeta Mahoma; por el Judaísmo, Megillah, Rollo del Libro de Ester; por el cristianismo, la Biblia de Gutemberg. La famosa fotografía que Lewis Wickes Hine tituló “Ícaro en lo alto del Empire State”, donde un obrero se sostiene sobre un tubo con gran equilibrio y control de nervios, dando la apariencia que el moderno Ícaro vuela hacia el cielo.
Al salir del recinto una hora después, sentí que llevaba conmigo un maravilloso botín de conocimiento. ¡Cuánto más hubiera recolectado si hubiera dispuesto de más tiempo! Afuera del edificio me esperaban los emblemáticos leones de piedra Paciencia y Fortaleza, nombrados así en 1930 por el popular Alcalde Fiorello La Guardia, al considerar que esas son las cualidades de los neoyorquinos. Es verdad. Los descendientes del pueblo indígena Lenape y de los inmigrantes llegados desde todo el mundo, revestidos de esas virtudes han vencido las dificultades y los embates contra su ciudad, haciéndola merecedora de portar la Antorcha de la Libertad…
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