MEMORIA. Tailandia-Colombia-México-Francia-Reino Unido, 2021. Un film escrito y dirigido por Apichatpong Weerasethakul. 136 minutos
MEMORIA. Tailandia-Colombia-México-Francia-Reino Unido, 2021. Un film escrito y dirigido por Apichatpong Weerasethakul. 136 minutos
Por Jorge Gutman
“Amáme o déjame” parecería querer transmitir el director tailandés Apichatpong Weerasethakul al público que contempla sus películas. Ciertamente, nadando contra la corriente, este intelectual cineasta tailandés transmite en sus filmes algunas de sus vivencias expresándolas con un distintivo estilo. Habitué de Cannes donde Oncle Boonmee, celui qui se suovient de ses vies antérieures obtuvo en 2010 la Palma de Oro, con Memoria, su primer trabajo realizado fuera de Talandia en idioma inglés y español, nuevamente fue distinguido en 2021 con el Premio del Jurado.
Resulta difícil de sintetizar en pocas palabras la naturaleza de este film aunque no sería arriesgado catalogarlo como una experiencia sensorial que en muchos aspectos se asemeja a una historia de ciencia ficción.
A través de su propio guión el realizador se centra en Jessica (Tilda Swinton), una reciente viuda escocesa cultivadora de orquídeas viviendo en Medellín y dado que su hermana Karen (Agnes Brekke) residiendo en Bogotá se encuentra enferma, viaja hasta allí para visitarla. Alojándose en la casa que Karen comparte con su marido Juan (Daniel Giménez Cacho), estando durmiendo Jessica repentinamente oye un sonido estruendoso como si se tratara de una gigantesca piedra chocando contra una placa metálica; aparentemente ella es la única que lo escucha. Tratando de buscar una explicación a lo que ha oído y que sigue persistiendo en su memoria, contacta a Hernán (Juan Pablo Urrego), un joven ingeniero diseñador de sonidos quien le hace ver que el efecto sonoro proviene desde las entrañas de la Tierra. He aquí el primer planteo del cineasta al establecer la posibilidad de que exista una conexión entre nuestra civilización y el origen del planeta.
Continuando su peregrinaje en la medida que el síndrome del sonido la persigue, Jessica visita una morgue, recorre posteriormente un túnel en construcción para luego internarse en el corazón de la selva de Colombia; finalmente se topa con Hernán (Elkin Díaz), un autóctono cincuentenario que jamás ha salido de su aldea ubicada en las montañas. Como si se tratara de un extraterrestre él está interconectado con la Tierra al punto tal que al tocar una piedra puede llegar a saber quiénes han entrado en contacto con ella. Asimismo Jessica presta atención a una dramática historia infantil que él le relata y que curiosamente se asocia con un recuerdo registrado en la mente de esta mujer.
Dentro de una historia que asume características metafísicas, el realizador ofrece un film contemplativo donde narrativamente se vale de largos planos secuencia frecuentemente estáticos que pueden poner a prueba la paciencia del espectador; asimismo, el desenlace de esta enigmática travesía puede dejarlo desconcertado o en todo caso confundido. De todos modos el clima misterioso que destila esta indagación en los vericuetos de la memoria, atraerá la permanente atención de quien acepte el desafío de sumergirse en la misma.
En materia de interpretación Swinton transmite muy bien la obsesión y vulnerabilidad de su personaje así como logra destacarse Díaz en la última parte del relato.
Como en gran parte de su filmografía, Weerasethakul se esmera en los aspectos visuales logrando que Memoria adquiera un magnífico esplendor; en tal sentido cabe destacar la excelente fotografía de su habitual colaborador Sayombhu Mukdeeprom, quien obtiene magníficas composiciones de la ciudad de Bogotá como asimismo logra un mágico colorido de la jungla colombiana.
LES INTRANQUILLES. Bélgica-Luxemburgo-Francia, 2021. Dirección: Joachim Lafosse.118 minutos.
La bipolaridad es el delicado tema que el renombrado director belga Joachim Lafosse considera en su reciente trabajo que tuvo positiva acogida por parte de los críticos en ocasión de su estreno mundial en Cannes 2021.
Inspirado en su propio padre maníaco-depresivo el realizador plantea el problema a partir de la primera secuencia que se desarrolla en una playa. Allí se encuentran el artista pintor Damien (Damien Bonnard), su querida mujer Leïla (Leïla Bekhti) y el pequeño hijo Amine (Gabriel Merz Chammah). Cuando Damien sale a nadar y demora en regresar ya se presume que algo raro le acontece y en las subsiguientes escenas al ir exponiendo su extraña actitud se confirma que sufre de bipolaridad. Padeciendo de insomnio, a mitad de la noche se levanta y de manera hiperactiva se pone a arreglar una bicicleta así como también se dispone a pintar. Con la afección que experimenta su estado anímico está sujeto a cambios bruscos donde su intranquila esposa hace lo posible para contener sus períodos de excitación e intensa actividad al propio tiempo que trata de persuadirlo a tomar los medicamentos prescriptos que él los elude.
Cuando su paranoia alcanza situaciones imposibles de controlar Damien es hospitalizado y sometido a un cóctel de drogas para aliviar su euforia; al regresar a su hogar la medicación suministrada logra tranquilizarlo pero a expensas de convertirlo en un ser pasivo, triste, deprimido e incapaz de experimentar emoción.
Sin sobreactuar, Bonnard y Bekhti ofrecen interpretaciones excepcionales. El actor realiza un increíble tour de force caracterizando estupendamente al vulnerable y torturado enfermo, en tanto que Bekhti no le va en zaga como la abnegada mujer que sintiendo un gran amor por Damien se esfuerza en ayudarlo al propio tiempo que es consciente de que él no es culpable del mal que lo aqueja; por su parte Merz Chammah actúa con completa naturalidad como el niño que es testigo del trastorno bipolar de su padre.
Sobriamente realizado y filmado con cámara en mano, de manera intimista y con gran sensibilidad Lafosse expone verazmente el problema sin ofrecer soluciones a una afección que es irreparable aunque ilustrando cómo en casos como el presente los familiares pueden convivir con el enfermo. A manera de espectador invisible el público empatiza plenamente con la suerte de sus personajes apreciando la notable calidad de este angustiante y doloroso relato.
DOWNTON ABBEY: A NEW ERA. Gran Bretaña-Estados Unidos, 2022. Un film de Simon Curtis. 123 minutos
Esta película es una continuación de Downton Abbey realizada hace 3 años por Michael Engler y que ahora es dirigida por Simon Curtis, siempre basada en la exitosa serie de televisión concebida por Julian Fellowes (2010-2015).
Adoptando dos tramas paralelas que se desarrollan de manera simultánea el guión de Fellowes ubica la acción hacia finales de la década del 20; en el castillo campestre de Downton Abbey residen la viuda condesa Violet (Maggie Smith), su hijo Lord Robert Crawley (Hugh Boneville), su nuera Cora (Elizabeth McGovern) y su nieta Lady Mary (Michelle Dockery), además de los numerosos sirvientes que asisten a la familia.
La primera subtrama se origina cuando Mary advierte a su padre que la residencia requiere algunos arreglos urgentes al observar que los techos comienzan a gotear. Atravesando una situación financiera no muy holgada quiere la coincidencia que el director de cine Jack Barber (Hugh Dancy), se encuentre interesado en utilizar la mansión para la filmación de la película muda “The Gambler” a cambio de una suma monetaria muy tentadora y difícil de rechazar. Aunque a Robert no le cae bien tener en su casa todo un equipo de filmación, finalmente acepta la proposición.
La segunda historia se genera cuando la abuela Violet recibe la noticia que ha heredado una villa en la Costa Azul legada por el francés marqués de Montmirail que acaba de morir y con quien ella había mantenido una relación sentimental antes de haber contraído enlace con su marido. Respondiendo a la invitación del hijo del marqués (Jonathan Zaccai), Robert y Cora acompañados de algunos de sus sirvientes viajan a Francia donde son recibidos por el anfitrión y su madre (Nathalie Bayé); esa es la ocasión para que los viajeros se impongan de la verdadera naturaleza del lazo existente entre Violet y el difunto; al hacerlo, a Robert le asalta la duda por saber si su padre biológico era el que él suponía hasta ese entonces o si acaso fue fruto de la relación de su madre con su enamorado aristócrata.
En ausencia de sus padres Mary queda a cargo de la mansión, prestando especial atención a los pormenores de la filmación; en un momento dado el director del film mudo decide suspender el rodaje debido a que el cine sonoro comienza a tener vigencia. Para salvar el inconveniente, la solución estriba en que Guy Dexter (Dominic West) y la joven vedette Myrna Dalgleish (Laura Haddock), los protagonistas del film, puedan sincronizar sus voces con las escenas filmadas; como Myrna no logra la adecuada coordinación el director invita a Mary para que lo haga, tarea en la cual ella cumple exitosamente su cometido.
A las dos subtramas reseñadas se añade la atracción surgida entre Dexter y el mayordomo gay Thomas (Robert James-Collier), quien es invitado a viajar a Estados Unidos para ser su asistente. A su vez, el director del film se siente atraído por Mary quien aunque no es feliz en su matrimonio decide mantener una apropiada distancia.
Algunos diálogos jugosos y la buena interpretación del numeroso elenco en donde se destacan la veterana Smith, Dockery y Boneville, permiten en parte resaltar a este liviano relato sin que ofrezca mayores sorpresas ni alcance envergadura dramática, con excepción de su conmovedor desenlace. Con una dirección correcta de Curtis, el film impresiona visualmente con la estupenda fotografía de Andrew Dunn, el impecable vestuario diseñado por Anna Robins y el magnífico diseño de producción de Donal Woods. Todo ello conduce a que Downton Abbey: Una nueva era, sin agregar mucho más a lo que ya se ha visto en el film precedente, logre entretener y que se la contemple como un capítulo menor de la recordada serie televisiva.
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