Colombia: A dos meses del fin del gobierno de Duque
Colombia: A dos meses del fin del gobierno de Duque
El mandatario llegó al poder sin experiencia en cargos políticos ejecutivos.
– El 7 de agosto deja la Casa de Nariño, sede presidencial
BOGOTA 24 MAYO – Al gobierno de Iván Duque le restan 75 días de mandato, de un cuatrienio marcado por las mayores protestas sociales en décadas, la pandemia del Covid-19, la crisis económica derivada de la peste y una violencia que se ensañó con los líderes sociales y los ex combatientes de las FARC.
No han sido cuatro años fáciles para un mandatario que llegó a la Casa de Nariño sin la experiencia de sus antecesores; salvo un periodo en el Congreso como senador. Sus logros estaban en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) donde estuvo a lo largo de una década.
Cuando asumió, en 2018, por los más de 10 millones de votos que le sirvieron para derrotar al izquierdista Gustavo Petro, hoy favorito para reemplazarlo, propuso un “gran pacto por Colombia” que dejara de lado la división. Prometió lograr los “acuerdos” necesarios para buscar “soluciones y no agresiones” y “sin caer en la tentación del aplauso transitorio”.
Cuatro años después marcha con la popularidad más baja que haya tenido un mandatario en las últimas tres décadas.
Este lunes se conoció una declaración suya al programa “Hard Talk” de la BBC de Londres en la que aseguró que “si yo pudiera presentarme a la reelección, estoy seguro que estaría en la pelea y sería reelecto, porque tenemos importantes resultados para mostrar”.
“Todas las encuestas indican que esta declaración de Iván Duque está desmentida por la realidad de la opinión púbica. La verdad es que eso de hecho manifiesta un poco la desconexión de la opinión publica y de la realidad que vive el país”, explicó el académico Yann Basset.
Para el director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS UR) de la Universidad del Rosario de Bogotá, el mandatario se rodeó de “un pequeño grupo de gente cercana” para gobernar y no logró conectar con el país.
“Fueron cuatro años muy complicados y deja un país bastante marcado por la inconformidad, por la insatisfacción respectó al gobierno, incluso una insatisfacción que a veces toca la credibilidad de las instituciones en general como lo indica las encuestas de opinión”, añadió Basset.
En efecto, Duque enfrentó dos estallidos sociales, a finales de 2019 y a mediados de 2021, esta última motivada por su intento de que el Legislativo le aprobara una reforma tributaria que debilitaba a la clase trabajadora, golpeada por la crisis derivada de la pandemia.
La respuesta del gobierno fue una desmedida represión encabezada por la Policía.
Aunque el gobierno insiste en trazar una línea entre los manifestantes pacíficos y los violentos, el hecho es que informes de organismos internacionales y locales han dado cuenta de la violenta respuesta estatal a las protestas.
A finales de diciembre de 2021, la oficina en Colombia de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU sostuvo que habían “razones fundadas” para señalar que las autoridades hicieron uso “desproporcionado de la fuerza”.
Esa oficina recibió denuncias de 63 personas muertas durante el estallido social del año pasado, de las cuales 46 habían sido verificadas, 44 de las víctimas eran civiles y dos policías.
Añadió que existían “motivos razonables” para asegurar que al menos 28 de esas muertes se le atribuían a la Policía.
Sin lugar a dudas, uno de los logros de Duque fue alcanzar el 70% de la vacunación nacional con esquema completo contra el Covid-19, lo que permitió el retorno de la vida social y el fin del uso de la mascarilla.
Pero la pandemia, que hasta hoy dejó 139.833 víctimas mortales y 6.099.111 contagiados, no solo causó estragos sanitarios, también fue la fuente de males económicos.
En agosto de 2018, cuando Duque asumió el cargo, la tasa de desempleo era del 9,2%, pero la crisis derivada de la peste acabó con decenas de puesto de trabajo que apenas se están recuperando. En la última medición, correspondiente a marzo, el desempleo se situaba en 12,1%.
La inflación, que se ha convertido en síntoma de los desastres de la pandemia y el conflicto actual en Ucrania, se situaba en agosto de 2018 en 3,1%, en tanto que en marzo pasado la inflación era del 8,53%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Las relaciones internacionales del actual gobierno giraron entorno a dos ejes: la dependencia a Washington, cuyo presidente, Joe Biden, hace apenas dos meses se reunió con Duque, tras haber llegado al poder en 2021.
Y la abierta oposición de Bogotá al gobierno venezolano de Nicolás Maduro, al que se intentó cercar diplomáticamente, con el apoyo en su momento de la Casa Blanca, que recién renovó sus diálogos con Caracas y hasta le levantó algunas de las sanciones económicas.
Entre tanto, el Ejecutivo colombiano optó por abrir sus fronteras a la migración venezolana y acogió a 1,8 millones de ciudadanos de ese país, a quienes ofreció estatus migratorio.
Durante su posesión, el Presidente aseguró que acabaría con las “redes de crimen organizado” y prometió “llevarlas a la justicia, haciendo valer ese principio de que “el que la hace, la paga”, pero la violencia desata por esas organizaciones, financiadas por el narcotráfico, ha cegado la vida de cientos de personas en este cuatrienio.
Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), que suele llevar un registro de los asesinatos de líderes sociales y exFARC, las cifras de muertes son espeluznantes.
En 2019 fueron asesinados 250 líderes sociales, en 2020 la cifra aumentó a 310 y en 2021 bajó a 171 crímenes, según Indepaz; mientras que la ONU sostiene que desde la firma del acuerdo han sido acribillados mas 300 ex guerrilleros.
El gobierno y analistas locales coinciden en que los perpetradores de estos crímenes se reparten entre el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las bandas criminales como el Clan del Golfo, entre otros.
Pese al arresto en octubre del año pasado de Dairo Antonio Usuga “Otoniel”, jefe máximo del Clan del Golfo, y su extradición hace semanas, ese grupo se mantiene fuerte, como lo hicieron sentir en un reciente paro armado que paralizó la vida social en varias regiones del norte del país, a pesar de que Duque insiste en que ese grupo está en declive y a punto de desaparecer.
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