La corrupción hace peligrar la democracia
La corrupción hace peligrar la democracia
Odebrecht el cado de corrupción emblemático en Latinoamérica (foto: ANSA)
– Debilita Estado de Derecho y genera desconfianza, según expertos
CIUDAD DE MEXICO, 26 JUN – La endémica corrupción en América Latina se perfila como la mayor amenaza para las democracias en el mundo y en particular en América Latina, de acuerdo con un grupo de expertos que participó en un encuentro sobre el tema esta semana en la capital mexicana.
Durante la cita, denominada “Lucha Anticorrupción: Nuevos enfoques para tiempos inciertos”, organizado por la ONG mexicana Ethos Laboratorio de Políticas Públicas, Katherine Ellena, de Center for AntiCorruption and Democratic Trust, dijo que, irónicamente, la corrupción prospera en las democracias. Paradójicamente, este fenómeno que corroe el andamiaje institucional de los países “debilita al Estado de Derecho, y genera desconfianza en la población”, afirmó la especialista.
Entre los riesgos que amenazan a las democracias en materia de corrupción, señala, figuran la indiferencia social alimentada por “la falta de confianza en las instituciones”, el desencanto en este sistema, principalmente entre los jóvenes y la polarización, que afecta la rendición de cuentas de las personas electas.
“Las democracias comienzan a funcionar cuando estamos dispuestos a hacer que las figuras electas rindan cuentas, pero cuando hay indiferencia esto es muy difícil y la democracia se abre a la absorción de distintas formas de corrupción política”, dijo Ellena.
La especialista alertó sobre el fenómeno global en curso de la “desmocratizacion”, en el cual las instituciones están siendo erosionadas en las sociedades “de manera muy deliberada”.
“Cuando hay un proceso deliberado para socavar las instituciones, para quitar los contrapesos y los puntos de chequeo, la corrupción tiene la oportunidad de prosperar”, indicó.
La activista estimó que “cuando se habla de política” la desdemocratización “puede derivar en financiamientos y gastos opacos”, lo que corrompe una democracia, mina las instituciones y al sistema, al tiempo que “se corre el riesgo” de que recursos de grupos criminales puedan “influenciar los procesos electorales”. Por su parte, David Jackson, del centro de pensamiento U4 Anti-Corruption Resource Center, coincidió que el término de “desmocratización” permite “entender los patrones generados en países donde la democracia registraba avances y ahora muestra retrocesos.
Diversos análisis señalan que en la última década 26 países han retrocedido, pues desde 2001 “hay más autocracias en el mundo que democracias, lo que se agudizó con la pandemia de Covid-19”, dijo.
A su juicio, “hay muchas razones” para esta “desmocratización”, ya que puede “ocurrir de manera ilegal, cuando los políticos u otras autoridades están orquestando la desarticulación de las instituciones”, además de que también puede ocurrir externamente, a través de la violencia o la intimidación.
Otro participante en esta cita, Luis Carlos Ugalde, de Integralia Consultores y expresidente de la máxima autoridad electoral en México, dijo que el financiamiento de las campañas electorales es uno de los principales problemas de corrupción en las democracias y México la sufre “de manera muy aguda” desde hace 15 o 20 años.
“Esto es un problema, porque quienes dan dinero buscan acceso. Una vez que gana la persona, todos los que aportaron dinero se van a cobrar y eso simplemente reproduce el ciclo corruptor”, afirmó.
Por su parte, Liliana Alvarado, directora general de Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas, organizadora del cónclave, dijo que, en varios países de América Latina, “el combate de la corrupción es uno de los temas con mayor peso en las plataformas políticas de los candidatos” a diversos cargos.
Aunque la gente en la región percibe a la corrupción como “uno de los principales problemas a resolver” y por ello “la esperanza de ponerle un freno y lograr un cambio es atractiva”, en la realidad la mayoría del área sigue sufriendo este flagelo y “en algunos casos” las cosas han empeorado.
“Existe una desilusión de la ciudadanía en torno a las promesas incumplidas y se suele diluir la legitimidad de los discursos y acciones de la clase política”, afirma Alvarado, quien expone que “hay una pérdida de confianza en los procesos e instituciones, pues se percibe que los corruptos continúan beneficiándose de ellos”.
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