Nicaragua: Sigue el ataque de Ortega a la Iglesia
Nicaragua: Sigue el ataque de Ortega a la Iglesia
La iglesia de San Jerónimo en Masaya, Nicaragua, rodeada de policías. Reflejo de la actualidad del país.
Presidente habló de una “dictadura perfecta”.
MANAGUA, 30 SET – La guerra de Nicaragua contra la Iglesia Católica no conoce límites, ahora el presidente Daniel Ortega define como “terroristas” y “golpistas” a los sacerdotes y hablara de “una dictadura perfecta” en las filas de ese culto.
Una declaración durísima, un cachetazo a la mano extendida del papa Francisco, que solo dos semanas atrás había asegurado el inicio de “un diálogo” con Managua, al término de un año de crisis que condujo a arrestos y expulsiones de curas y religiosos.
Las violentas declaraciones del “dueño y señor” de Nicaragua, en el poder desde 2007, son un modo enviar al remitente los llamados del mundo católico al retorno de la democracia y poner fin a la represión contra el disenso en el país. Pedidos que, según el ejecutivo sandinista, son una moral que el Vaticano no debería ejercer.
“Quién elige a los sacerdotes? Quién elige a los cardenales? Quién elige al Papa? Es una dictadura perfecta”, acusó Ortega en un discurso en ocasión del 43 aniversario de la fundación de la policía.
“Diría a Su Santidad el Papa, con gran respeto, a las autoridades católicas -yo soy católico- como cristiano, no me siento representado”, agregó, y se refirió a la “historia terrible” de la Iglesia, citando a la Inquisición y los abusos contra los niños indígenas en Canadá.
“Los escuchamos hablar de democracia”, enfatizó Ortega, y solicitó que el Papa sea electo por la gente, así como sucede con un jefe de gobierno.
Embestida que respondió el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, Silvio Báez: “Cuánta ignorancia, cuántas mentiras y cuánto cinismo! Un dictador que imparte lecciones de democracia”, escribió en un tuit el prelado, en el exilio desde 2019 por motivos de seguridad.
Pero las duras afirmaciones de Ortega no son solamente el último capítulo de las difíciles relaciones entre Managua y la Iglesia Católica, acusada de apoyar a la oposición, también en los presuntos intentos de golpe.
En marzo pasado, los sandinistas expulsaron del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y 18 monjas de la orden de las Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.
Las autoridades arrestaron a ocho sacerdotes, entre ellos el obispo Rolando Alvarez, y cerraron medios y radios católicos.
Las procesiones fueron prohibidas y, en algunos casos, ha habido restricciones para las misas.
No obstante la represión, el Papa no desea cerrar la puerta a Managua, y no por casualidad, en el viaje de regreso de Kazajistán, a mediados de setiembre, Francisco afirmó que “hay diálogo” con el gobierno sandinista, “y con el diálogo” debemos “resolver los problemas”.
Pero Ortega prefiere alimentar las tensiones, aislándose más del resto del mundo, como testimonian noticias de prensa según las cuales la embajadora de la Unión Europea (UE), Bettina Muscheidt, habría sido declarada persona non grata y expulsada.
Una circunstancia aún no confirmada por la Comisión Europea, pero que se lee como represalia por las peticiones de Bruselas, en la Asamblea de la ONU, para que se “ponga fin a la represión de los opositores políticos” en Nicaragua.
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