CRÓNICAS. Saturno es mío

CRÓNICAS. Saturno es mío

Por: Lucía P. de García

Toronto.- Si, Saturno es mío. No aspiro la riqueza minera que alberga su redondez perfecta 95,2 veces más grande que la Tierra, tampoco el hielo que cubre las rocas que forman sus mil anillos multicolores, lo quiero para inspirarme en su toque único de elegancia y hermosura. No obstante, encuentro que Saturno tiene dueño, todo el Sistema Solar está repartido. La Luna fue la primera en privatizarse. El estadounidense Dennis Hope se la adjudicó en 1980 por escritura pública inscrita en San Francisco, no por lunático sino amparándose en el vacío legal del Tratado del Espacio Ultraterrestre suscrito en 1966 por el Instituto de Colonización del Espacio, el cual prohíbe a los gobiernos tener propiedades en otros planetas y satélites más no a empresas o personas. Hope creó una Embajada Lunar, vendió lotes, se hizo millonario, amplió su propiedad a todo el Sistema Solar, ganó vecinos como Tom Cruise, Jimmy Carter, John Travolta, Tom Hanks. 

¿Cosa de gringos? No sé, porque al percatarse de que el Sol estaba libre y en base al mismo Tratado, la española Ángeles Durán se apropió del astro Rey en la notaría de Galicia. Como nadie le ha comprado ni un rayo solar, ojalá no se le ocurra cobrarnos por luz y calefacción. De ocurrir, podemos descontarle la falta de servicio solar nocturno y su poca eficiencia en días nublados, o mejor aún negarnos a cualquier pago, al fin y al cabo el Sol brilla gratis para todos. 

Al momento Marte es el centro de atención. El multimillonario canadiense Elon Musk desea crear vida terraformando el suelo marciano mediante el aumento de la temperatura del planeta con bombardeo nuclear en sus casquetes polares, el agua obtenida mezclaría con el suelo y lo haría apto para la siembra. Talvez Musk olvida que esa agua contendría una radiación nuclear que duraría milenios. Esa agresión ambiental sentaría un pésimo precedente.

Volvamos a la Luna. Hope no podía declararse dueño porque antes, en 1954, el poeta y abogado chileno Jenaro Gajardo Vera lo hizo ante el notario de Talca. Se dice que en 1969 el presidente estadounidense Richard Nixon le solicitó que autorizara el alunizaje del Apolo II, Gajardo asintió. Años después y por testamento legó la Luna al pueblo de Chile, que desde 1998 es el propietario. 

Pero tampoco el pueblo chileno puede ser el dueño, nadie puede. Existe un impedimento legal: en 1967, con supervisión de Naciones Unidas, 129 naciones entre ellas Estados Unidos, China, Rusia, firmaron el Tratado del Espacio Ultraterrestre Exterior que promueve la paz y prohíbe la compraventa de toda clase de objetos del espacio. El documento fue ratificado en 2020. 

Conocer ese detalle me alivia. Saturno es mío, es suyo amable lector, de los seres humanos sin excepción. Todos somos propietarios de la Tierra, la Luna, el Sol, el Sistema Solar, las Estrellas. Tanta magnificencia nos regala con amor infinito su único dueño: el Creador. Correspondamos esa generosidad empezando por respetar a nuestra Tierra, curemos sus males, no la sobreexplotemos, brindémosle amor, cuidado, mimos. Ese debe ser el propósito para el Nuevo Año. ¡Que 2023  llegue con salud, prosperidad, paz, bendiciones!