¿Orinar de pie u orinar sentados? Un dilema sobre el que hasta Messi ha opinado
¿Orinar de pie u orinar sentados? Un dilema sobre el que hasta Messi ha opinado
Adam Sandler protagonizó en 1999 ‘Un papá genial’, una película en la que debía cuidar de un niño y en cuya escena más recordada ambos orinan en la calle. COLUMBIA PICTURES (GETTY IMAGES)
– Sea cosa de salud, practicidad o de construcciones sobre ‘lo masculino’, en Japón los hombres que lo hacen son mayoría, y en Alemania incluso tienen nombre (‘sitzpinklers’).
Durante el confinamiento algunos hicieron pan, se raparon la cabeza, se dejaron bigote, intentaron hacer ejercicio online y, en el caso específico de aquellos que tienen pene, se cambiaron ciertos hábitos íntimos: empezaron a orinar sentados en el retrete. Este dato arroja la conclusión de que la limpieza y la comodidad del hábito privado animan a muchos a miccionar sentados. “Es más cómodo hacerlo así cuando te despiertas en medio de la noche y no tienes que encender la luz”, decía Larry David en Curb your enthusiasm.
Tres años después del inicio de aquel encierro vuelve la pregunta: ¿sería mejor que los hombres hicieran pis sentados? Se lo preguntan en esos foros que funcionan como termómetro social de cierto tipo de masculinidad: “¿Sueles mear sentados?”, preguntó un usuario de Forocoches. El 61,33% de usuarios dijo sí, aunque hay que tener en cuenta la mezcla de postironía y troleo que se estila en esos foros. También se lo preguntan medios como The Guardian.
Al lanzar esta cuestión al aire es muy habitual que las respuestas más recurrentes hablen de motivos fisiológicos. Almudena Coloma del Peso, especialista en Urología Funcional, asegura que aunque hay algunos estudios al respecto que han evaluado las diferencias en cuanto a flujo miccional entre orinar de pie y sentado en los varones, los resultados no son claros.
“Según algunos estudios, parece que el flujo miccional podría ser mejor estando de pie para los varones que orinan de esta forma de manera habitual. En caso de pacientes con síntomas miccionales secundarios a hipertrofia prostática parece que es beneficioso hacerlo sentados.
En las mujeres se recomienda orinar sentadas, dado que cuando no orinan de esta forma, se ven obligadas a hacerlo en cuclillas, lo que supone hacerlo en tensión, y no se permite una buena relajación del suelo pélvico. Pero esto no parece ser un problema en el caso de los varones, debido a que la disposición de su aparato urinario permite realizarlo de pie en una posición relajada”, explica la doctora.
Urinario que el rey Eduardo VII se hizo instalar en la estación de Wolferton, en Norfolk (Reino Unido), y que estaba reservado solo a jefes de Estado. LUCINDA LAMBTON
Por su parte, Anastasia Téllez, antropóloga, directora del Observatorio de las Masculinidades de Elche y del Postgrado de Especialista Universitario en Masculinidades, Género e Igualdad, comenta que cualquier hombre se negará a orinar sentado en un baño público por motivos de higiene y por una pura cuestión de arquitectura: en los baños de hombres hay urinarios, siempre más disponibles, cómodos y rápidos que el retrete. Añade que dentro de estos últimos está “la famosa mosca, araña o diana”.
Se trata de unas pegatinas que se ponen “como un señuelo, porque el subconsciente de los hombres hace que apunten y así, hay que limpiar menos”, aclara. Antes de hablar con ICON, según revela, pudo preguntar a hasta casi 70 hombres al respecto de esta cuestión antes de nuestra charla y asegura que 50 de ellos le aseguraron que en sus casas orinan sentados por higiene y comodidad. Parece que Forocoches no mentía. “Por supuesto, tenemos que tener en cuenta que hablamos del ámbito de la privacidad y de un ambiente limpio”, matiza.
Un acto tan íntimo, un acto tan público
Como si se tratase del pezón masculino frente al pezón femenino, se diría que el acto masculino de orinar ha estado siempre presente a nuestro alrededor, mientras el de las mujeres permanece en secreto. Hombres orinando en la calle y en festivales. Michael Douglas orinando en una cazuela en La guerra de los Rose, Jack Nicholson orinando sobre un compañero de trabajo en Lobo, Adam Sandler enseñando al niño que debe cuidar a orinar en plena calle en Un papá genial… en el caso de esta última, la escena pareció tan divertida y representativa a los productores que la eligieron para el póster promocional de la película. Todos ellos lo hacían de pie.
La doctora Del Peso señala un momento oportuno para dejar de hacerlo. “A partir de los 50 años, cuando los problemas prostáticos hacen que la orina salga más dispersa y con menor fuerza, es más difícil dirigirlo hacia el interior del inodoro si el hombre está de pie”. Curioso resulta, por tanto, que Anastasia Téllez confiese que aquellos de mayor edad a los que preguntó sobre sus hábitos urinarios aseguraran que jamás se sientan ni en casa, ni en baños públicos. Las brechas generacionales. “De hecho, señalan que si nosotras pudiéramos, tampoco lo haríamos, porque es más fácil y más rápido.
Tras ese argumento habrá que ver si no está el miedo a hacer las cosas como mujeres. Orinar tiene una performatividad con mucha simbología con perspectiva de género. De hecho, en la adolescencia ellos hacen pis en grupo para ver quién llega más lejos, y entra en juego la competitividad y el atributo sexual de ver quién puede más”, dice la antropóloga.
Los urinarios del cuarto de baño de la sede del banco alemán Commerzbank en Frankfurt tienen vistas a toda la ciudad.
KAI PFAFFENBACH
Ritxar Bacete González, escritor e investigador, especialista en género y masculinidades, confirma que la forma en la que los hombres orinan tiene sesgos de género y comparte un recuerdo de adolescencia en su pueblo: “Varios amigos nos colocábamos en una misma línea y después de haber contenido la orina durante largo tiempo, competíamos a ver quién llegaba más lejos… Era un acto presexual de demostración de capacidad, competencia, control y exhibición del pene, ¡tierna homosociabilidad! Y, sin saberlo, también de hombría”.
Carmelo Hernández, psicólogo criminalista que colabora en el postgrado de Masculinidades e Igualdad de la Universidad Miguel Hernández, hace una pregunta. “¿Mear en manada y exhibir los genitales al viento como demostración de poder corporativo es un signo inequívoco de que es mucho más que una cuestión de higiene? Lo es.
También es mucho más que una cuestión de cuidado personal saludable. Los gestos para mí siempre son importantes, así como la actitud, y en este caso nos estamos refiriendo al simbolismo de adoptar la postura de micción sentado. Puede ser un granito de arena brillante en la inmensa playa de la lucha por la igualdad de género.
Para algunos hombres de todas las edades orinar de pie representa todavía la última frontera frente al feminismo igualitario, y es una línea roja que para ellos no se tiene que traspasar, y por eso defienden la postura de miccionar de pie como quien defiende el bastión de su hombría. Supongo que esos hombres sienten una especie de humillación ante la idea de tener que sentarse como hacen las mujeres para miccionar. Les hace sentirse inferiores, sumisos y, en suma, afeminados”.
En otro mundo
En Japón una encuesta de 2020 llevada a cabo por Panasonic (que allí también comercializa productos electrónicos de saneamiento) arrojó el dato de que el 70% de los hombres hacen pis sentados y en Alemania cada vez son más los sitzpinklers, el nombre que reciben los hombres que orinan sentados.
De hecho, en los baños públicos germanos no solo existen cada vez más carteles que piden a los hombres que no orinen de pie, sino que hay un dispositivo llamado WC Geist (’fantasma de baño’) que en el momento en el que alguien levanta la tapa del retrete, le pide que se siente. De estos gadgets ya están lanzándose diferentes versiones con voces de celebridades. Hablando de nombres conocidos, poco a poco van siendo más los famosos que dicen públicamente ser sitzpinklers. “Hago pis sentado, no salpica, lo mandás para abajo”, confesó Messi en un programa de televisión.
Bacete González reconoce que el diálogo entre el inodoro y el hombre ha cambiado con los años, al menos en su caso. “En lo que a mis micciones cotidianas se refiere, he de reconocer que me muevo en la ambivalencia. Sí, lo confieso: a veces lo hago sentado y otras, de pie. Cuando tengo prisa lo hago erguido, como en los viejos tiempos. Cuando me pongo ideológico, hay algo que quiero ver en el móvil, quiero unos segundos de soledad o está mi hijo cerca y quiero dar ejemplo, me siento en la taza”. El acto es íntimo, sí, pero es la intimidad donde hay más militancia.
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