El campo argentino da por finalizada la peor sequía en 60 años
El campo argentino da por finalizada la peor sequía en 60 años
Una mazorca de maíz dañada por la sequía en manos del granjero Marcelo Beauvallet, el pasado 12 de marzo en Ibarlucea (Argentina). SEBASTIÁN LÓPEZ BRACH (GETTY IMAGES)
– Las precipitaciones llegan demasiado tarde para salvar la campaña agrícola, con pérdidas estimadas de hasta 15.000 millones de dólares
La peor sequía de los últimos 60 años en Argentina ha terminado. Las lluvias caídas en los últimos diez días en el centro del país sudamericano traen alivio de cara a la próxima siembra, aunque han llegado demasiado tarde para revertir el avanzado deterioro de los cultivos de esta campaña, con pérdidas estimadas de hasta 15.000 millones de dólares, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). La caída de ingresos prevista por el sector agroexportador, la principal fuente de ingreso de divisas, pone en apuros al presidente Alberto Fernández en su último año de mandato y reduce sus posibilidades de presentarse a la reelección.
“El último día del verano fue el primer día de un nuevo libreto para el clima argentino”, subrayó la BCR en su informe semanal. El principal mercado de granos de Argentina detalló que “el centro de alta presión que venía limitando el desarrollo de tormentas desde el centro este del país se desplazó finalmente” y las tormentas dejaron “muy buena cobertura y acumulados importantes en el centro de la región pampeana”.
En promedio, se registraron unos 50 milímetros de precipitaciones en la región núcleo, como se conoce a la zona más productiva de Argentina. Sin embargo, su distribución fue desigual: En el centro y el sureste de Santa Fe, una de las provincias más castigadas por la falta de agua, se superaron los 100 milímetros de precipitaciones, al igual que en la vecina Entre Ríos. La provincia de Buenos Aires, la más extensa del país, quedó al margen. Se registraron solo lluvias aisladas en algunas zonas, que apenas superaron los 10 milímetros.
La mejora de las previsiones futuras no cambia, sin embargo, el desolador panorama de la presente campaña. Las plantaciones de maíz y soja se han visto muy castigadas por la falta de agua y las lluvias tardías no serán suficientes para recuperarlas. “Se trató de una sequía acumulativa por tres años consecutivos”, señalaba días atrás Cristian Russo, ingeniero agrónomo y jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario. Según un relevamiento previo a las lluvias, “en soja de los 49 millones de toneladas que se esperaban producir se bajaron las previsiones a 27, un 45% de pérdida. El otro cultivo importante, el maíz, se pasó de 54 millones a 35″, agrega.
Los rancheros y hermanos de Rosario, Joan, Nadia y Dritter Hofer, posan en su campo de maíz arruinado por la sequía. SEBASTIÁN LÓPEZ BRACH (GETTY IMAGES)
En las tres primeras semanas de marzo, unos 2.000 camiones por día ingresaron a los puertos exportadores de grano de Argentina, concentrados en Rosario y sus alrededores. La cifra representa una caída superior al 50% respecto al tránsito de camiones del mismo período en 2022, según datos del consultor Javier Preciado Patiño citado por el portal Infobae. Hasta el 23 de marzo se cargaron 125 buques cerealeros, frente a los 216 en 2022. El volumen de soja comercializado hasta la fecha es el más bajo de las últimas dos décadas. En maíz, las ventas a industrias procesadoras y exportadores son las más bajas desde 2016.
La cosecha concluirá a finales de mayo y será entonces cuando haya cifras más certeras, pero las estimaciones de distintos organismos hablan de pérdidas cercanas a los 15.000 millones de dólares. De confirmarse, superaría a los malos números de 2009, cuando la sequía de ese año significó pérdidas de 14.300 millones de dólares.
Más déficit e inflación
Se trata de un duro golpe para toda la cadena agroindustrial y también para el Gobierno. La merma de los ingresos estatales por los impuestos a las exportaciones hace aún más difícil el cumplimiento del plan de reducción de déficit pactado con el Fondo Monetario Internacional a cambio de la reestructuración de una deuda de 44.000 millones de dólares. El acuerdo incluía también la acumulación de 5.000 millones de dólares en reservas por año, un objetivo inalcanzable este año.
Joan Hofer camina entre plantas de soja secas en San Jerónimo Sud, en la Provincia de Santa Fe.
SEBASTIÁN LÓPEZ BRACH (GETTY IMAGES)
La sequía, sumada al récord de olas de calor registrado este verano, jugaron en contra también para la batalla que libra el Ejecutivo de Fernández contra uno de los puntos más débiles de la economía argentina, la inflación. Miles de vacas murieron de sed en los campos argentinos y la escasez de pasto encareció el mantenimiento del ganado. La difícil situación provocó importantes aumentos de precios tanto en la carne como en los productos lácteos. En febrero, el valor de los alimentos se disparó casi un 10% respecto al mes anterior y superó el 100% anual.
De confirmarse la normalización de las precipitaciones, su impacto beneficioso en la próxima campaña agrícola comenzará a sentirse el año que viene. Será un empujón para el Gobierno que los argentinos elijan en las urnas en octubre.
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