CRÓNICAS. Muerte de Jesús
CRÓNICAS. Muerte de Jesús
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Jesús era una molestia y un peligro para el Imperio romano y para la cúpula religiosa judía. Sus enseñanzas, milagros, liderazgo, perjudicaban los intereses de los dos grupos, que desencadenaron lo que hoy se consideraría un “asesinato político”. Se lo hizo por crucifixión, la forma más dolorosa que se haya inventado para quitar la vida a un ser humano. Así sucedió:
Luego de cenar con sus discípulos Jesús se dirigió al Huerto de Getsemaní. Allí empezó a entristecerse y angustiarse al punto de generar una intensa sudoración de sangre. Tras implorar por tres veces “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero sino como tú” fue apresado y llevado ante el sumo sacerdote Caifás, a cuya pregunta si era el hijo de Dios respondió “tú lo has dicho”. Tal “blasfemia” le costó ser abofeteado, escupido.
El día le encontró agotado y sin dormir. Así fue conducido a Poncio Pilatos, gobernador romano de Judea que al saber que era de origen galileo le envió a Herodes Antipas, tetrarca judío que tras interrogarle sin recibir respuesta le humilló y le devolvió a Pilatos. Éste, pese a que no le encontró delito, mandó que los soldados romanos le azotaran. Lo hicieron con las típicas correas de cuero a las que se les ataban cadenas de puntas ganchudas que penetraban en la piel arrancando trozos. Después le coronaron con ramas de espinas entrelazadas, hiriendo los nervios de la cabeza, lo que le causó un dolor espantoso que fue agudizándose al paso de las horas. Sin agua ni alimento, con hemorragias, al borde de un shock, le cubrieron con un manto color grana, le dieron una caña como cetro, le sentaron sobre una piedra y haciéndole reverencias se burlaron diciéndole “¡Salve, rey de los judíos!”. De nuevo ante Pilatos, quien a pedido del populacho dejó libre a un homicida y no a Jesús, escuchó la orden de crucifixión que éste ordenaba en su contra al tiempo que en descargo de conciencia se lavaba las manos.
Cerca de las 11 de la mañana Jesús, extenuado, caminó hacia el montículo Calvario cargando una cruz de 60 kilos, cayó tres veces. Ya en el lugar fue recostado sobre el madero, con grandes clavos sujetaron sus manos a la altura de la muñeca, igual hicieron con sus pies. Al levantar la cruz debió haber sentido un dolor espantoso que repercutía en su médula espinal. Con vértigo, náusea, sed, la imposibilidad de respirar debió obligarle a empinarse sobre los pies, agudizando la tensión de los nervios, provocando calambres y espasmos que hicieron que los músculos de manos y piernas presentaran protuberancias inmensas, los del abdomen ondularan en forma grotesca y los del pecho se paralizaran temporalmente provocando el dolor más fuerte que un ser humano pueda soportar. Con sus últimas fuerzas clamó en voz potente “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y murió. Eran las tres de la tarde del Viernes de Pascua.
Su agonía y muerte horrorizaron a la Tierra, que se estremeció con un terremoto. El velo del templo se rasgó por la mitad. También horrorizó al Cielo, que se ensombreció al punto de apenas dejar ver la silueta de Jesús en la cruz flanqueada por las de los dos ladrones que fueron crucificados con Él. En las tinieblas se confundió aquel que pretendió saciar su sed con una esponja empapada en vinagre, de quienes echaron suertes para repartirse sus ropas, de aquellos que colocaron sobre la cruz el madero en el cual se leía “Jesús, rey de los judíos”.
Sólo entonces el centurión romano y la soldadesca que le acompañaba comprendieron las palabras que Jesús había pronunciado durante aquella jornada cruel: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a tu madre. Dios mío ¿por qué me has desamparado? Todo está cumplido”. Sólo entonces el centurión y sus acompañantes proclamaron “¡Verdaderamente, éste era el Hijo de Dios!”.
Investigaciones científicas modernas coinciden en que Jesús falleció por estrés agudo, deshidratación, asfixia, insuficiencia cardíaca, infarto de miocardio, ruptura del ventrículo.
Comments (0)