La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile: “Queremos ayudarlo”
La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile: “Queremos ayudarlo”
Pinochet recibe a Kissinger en su oficina, en una fotografía con fecha del 8 de junio de 1976, en Santiago de Chile.BETTMANN (GETTY IMAGES)
– El Archivo de Seguridad Nacional de EE UU publica una selección de documentos desclasificados que revelan “el lado más oscuro” del poderoso ex secretario de Estado con motivo de su centenario
Henry Alfred Kissinger cumple este sábado 100 años. Con motivo de su natalicio, el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha publicado una selección de documentos desclasificados que revelan “el lado más oscuro” del poderoso exsecretario de Estado estadounidense (1970-1977) durante las administraciones de los republicanos Richard Nixon y Gerald Ford.
Uno de los temas en los que pone especial énfasis el registro histórico es el papel que desempeñó Kissinger en el derrocamiento del Gobierno socialista de Salvador Allende y el apoyo para consolidar la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990). En la transcripción de una reunión privada sostenida en Santiago en 1976, el estadounidense, cuyos asesores le habían recomendado mostrarse crítico ante el dictador por las violaciones a los derechos humanos, le dio un espaldarazo: “Queremos ayudarlo, no perjudicarlo”.
“Simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí”, afirma Kissinger en representación del Gobierno de Nixon. “Hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”. Y añade su visión personal: “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”.
El encuentro en Santiago se produce cuando se estaba celebrando la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la capital chilena. El secretario de Estado le comenta a Pinochet que retrasó su discurso de aquel día para advertirle con anticipación que en su intervención se referirá, brevemente, al informe elaborado por la Comisión de Derechos Humanos del organismo multilateral sobre la situación en el país sudamericano. Kissinger se excusa en que lo hará para evitar que el Congreso estadounidense, donde hay “problemas” por el tema de derechos humanos, apruebe sanciones en contra de Chile. “Quería que entendiera mi posición. Queremos tratar con persuasión moral, no con sanciones legales”, añade ante Pinochet.
Una página de la transcripción de la reunión privada entre Kissinger y Pinochet.ARCHIVO DE SEGURIDAD NACIONAL EEUU
Durante la conversación, Kissinger le insiste al dictador que sería “de gran ayuda” si anuncia las medidas que están adoptando en materia de derechos humanos. Lo primero que responde Pinochet es que el país está “volviendo a la institucionalización paso a paso”. “Pero constantemente estamos siendo atacados por los democristianos. Tienen una voz fuerte en Washington. No la gente en el Pentágono, pero llegan al Congreso. [El diplomático Juan] Gabriel Valdés tiene acceso. También [el excanciller de Allende, Orlando] Letelier”, sostiene. Letelier fue aseinado en septiembre de ese año en Washington en un atentado con una bomba adosada a su coche. Las autoridades estadounidenses tardaron años en reconocer que Pinochet ordenó su muerte, el primer acto terrorista patrocinado por un Gobierno extranjero en la capital del poder.
En el encuentro en la capital chilena, Kissinger le comunica al dictador que los anuncios en materia de derechos humanos que podrían “usar” a nivel político son las garantías constitucionales, el número exacto de prisioneros y el derecho de habeas corpus (derecho a ser conducidos inmediatamente a presencia del juez). Le aconseja informarlas como un paquete de acciones para que tenga un “mejor impacto sicológico”. Para calmar las aprehensiones de Pinochet sobre los democristianos, el secretario de Estado sostiene que no los están utilizando y que no ha visto a uno en Washington desde 1969. “Quiero ver que nuestras relaciones y amistad mejoren. Alenté a que la OEA tuviese aquí (en Santiago) su Asamblea General. Sabía que eso le añadiría prestigio a Chile. Vine por eso”, continuó.
Peter Kornbluh, analista senior encargado del país sudamericano en la organización Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, asegura que “Chile es el talón de Aquiles de Kissinger”, según explica por teléfono desde Vancouver. “Todos hablan del legado de Kissinger por su centenario. Las transcripciones de estas grabaciones son su legado, la verdadera evidencia del lado oscuro de su impacto en el mundo. Estos documentos nos lo recuerdan. Son como haber tenido una mosca posada en la pared escuchando lo que se hablaba en su oficina”, sostiene Kornbluh, que ha analizado los documentos desclasificados por EE UU tras la detención en Londres de Pinochet en 1998.
Kornbluh publicará a finales de junio el libro Pinochet, desclasificado (Catalonia – Un Día en La Vida), en el que desmenuza el papel de Kissinger en la dictadura chilena y promete “numerosas revelaciones”. “Este es uno de los hombres más poderosos vivos cuya reputación está manchada de sangre desde Chile hasta Camboya”, plantea.
El Archivo de Seguridad Nacional cuenta con más de 30.000 páginas de transcripciones de las conversaciones telefónicas de Kissinger, muchas de las cuales grabó en secreto. El registro histórico desclasificado no deja dudas que fue el “principal arquitecto de los esfuerzos estadounidenses para desestabilizar” el Gobierno de Allende, postula la ONG que investiga y disemina los documentos.
En las semanas previas a la toma de posesión de Allende en 1970, registros de la CIA revelan que Kissinger supervisó operaciones encubiertas para fomentar un golpe militar que condujo directamente al asesinato del comandante en jefe del Ejército de Chile, el general René Schneider. Uno de los documentos revela que el 15 de septiembre Kissinger sostiene una reunión en la Casa Blanca con el presidente Nixon y el director de la CIA, Richard Helms, sobre Chile. Las notas del director de la CIA registran las órdenes de Nixon de “hacer gritar a la economía” y evitar que Allende asumiera como presidente.
Una vez que el médico socialista llegó al poder, Kissinger autorizó una intervención clandestina para “intensificar los problemas de Allende” y así fracasara en su objetivo o creara las condiciones para que el derrocamiento pudiera ser factible, según las transcripciones de una reunión con el Consejo de Seguridad tres días después de que Allende asumiera la presidencia.
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