CRÓNICAS.- Primer Vuelo Trasatlántico sin Escalas desde Canadá
CRÓNICAS.- Primer Vuelo Trasatlántico sin Escalas desde Canadá
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Eran los tiempos de los valientes e intrépidos. Aprovechando esa circunstancia, en 1913 el londinense periódico Daily Mail ofreció un premio de 10.000 libras esterlinas al piloto que sobrevolara el Océano Atlántico desde Canadá, Terranova o Estados Unidos y llegara a cualquier lugar de Gran Bretaña o Irlanda en máximo 72 horas. La Primera Guerra Mundial boicoteó el reto. Se reactivó en 2018 con la terminación del conflicto y la inscripción de varios equipos, entre ellos el de la empresa de aviación e ingeniería Vickers con su bimotor Vimy IV. La aeronave, que había servido en la contienda como bombardero, se había convertido en un ave de paz al serle cambiada el área que albergaba las bombas por un depósito de los tanques de gasolina de reserva; los motores tambíén habían sido reemplazados por dos Rolls-Royce Eagle de 360hp cada uno. Así, al Vimy IV solo le faltaba el piloto.
Aparecieron dos: los aviadores británicos John Alcock y Arthur Whitten Brown.
El primero nació en Manchester, Inglaterra, en 1892. A los 20 años de edad obtuvo su licencia de piloto. Durante su participación en la Primera Guerra Mundial, una falla en los motores de su bombardero le costó ser hecho prisionero en Turquía. Al finalizar la conflagración renació su sueño de surcar el cielo de las aguas atlánticas.
El segundo nació en Glasgow, Escocia, en 1886, de padres estadounidenses; con su familia se trasladó a Manchester, donde empezó a estudiar navegación aérea. Al intervenir en la guerra, su nave fue derribada sobre Alemania y él fue apresado. Terminada la contienda regresó a Inglaterra y volvió a pensar en sobrevolar el Atlántico.
Recuperada la calma mundial, cada uno decidió aprovechar la nueva convocatoria del Daily Mail. John Alcock se puso en contacto con la empresa Vickers y consiguió que le nombrara su piloto. Arthur Whitten Brown, desesperado por falta de trabajo hizo lo mismo, logrando que la empresa le contratara como alterno de Alcock. Así, los dos pilotos integrados al equipo Vickers viajaron a Canadá dispuestos a ganar el premio.
A las 13h45 del 14 de junio de 1919, el Vickers Vimy IV de cabina abierta, piloteado por el capitán John Alcock y el teniente Arthur Whitten Brown, se elevó desde las tierras canadienses de San Juan de Terranova hacia Europa, llevando 4.000 litros de combustible y una pequeña cantidad de correo, por lo que se considera a éste, el primer vuelo postal transatlántico sin escalas.
Desde el inicio del viaje el Vimy IV enfrentó terribles condiciones meteorológicas. Despegó desde una pista llena de baches; al elevarse pasó casi rosando los abetos de la zona; avanzada la tarde falló el generador eléctrico, por lo que perdió calefacción, radio, intercomunicadores; una llave de paso del combustible se dañó, acelerando la pérdida del líquido vital; el tubo de escape estalló provocando un ruido ensordecedor que les impedía conversar. Como si eso fuera poco, el fuerte viento de la noche llegó acompañado de una cortina de niebla, por lo que el Vimy IV estuvo a punto de caer al océano. A la media noche una tormenta de nieve afectó el motor y los comandos, forzando a los pilotos a utilizar sus manos para desprender la escarcha y el hielo que se formó, lo que les puso en gravísimo peligro. En cierto momento pudieron mirar las estrellas y comprobar con el sextante que seguían el rumbo correcto. Una fuerte lluvia incrementó el frío del amanecer, empapándoles, muy poco les abrigó su café con whiskey. Los primeros rayos del sol les permitieron vislumbrar Clifden, Irlanda, y hacia allá se dirigieron para aterrizar. Lo hicieron en forma aparatosa, sufriendo un gran sacudón y con las llantas hundiéndose en el suelo pantanoso. Eran las 8h45 del 15 de junio de 1919.
En Dublin y en Londres fueron recibidos como héroes. Winston Churchil, entonces Secretario de Estado del Aire, les entregó el premio del Daily Mail por la hazaña conseguida tras haber recorrido en algo más de 16 horas 3.630 km. en lo que describieron como “un viaje horrible, el milagro es que hayamos llegado”. El rey Jorge V les nombró Caballeros.
El Vimy IV fue trasladado a Londres y presentado al público en el Museo de Ciencias. John Alcock estuvo presente en el evento. Días más tarde, al dirigirse a París para asistir a la primera exhibición aeronáutica después de la guerra, el Vickers anfibio que piloteaba tocó con el ala un árbol y se precipitó a tierras de Normandía. El joven que apenas tenía 27 años de edad falleció el 18 de diciembre de 1919, antes de recibir asistencia médica.
Arthur Whitten Brown continuó en la compañía Vickers como ingeniero aeronáutico, trabajaba en Gales. Falleció a los 62 años de edad en la ciudad de Swansea el 4 de octubre de 1948 por sobredosis de barbitúricos.
La proeza de los dos británicos que fue inscrita en la historia como el primer vuelo postal trasatlántico sin escalas, sólo brilló durante ocho años. El estadounidense Charles Lindbergh la eclipsó con su travesía en solitario Nueva York-París, en mayo de 1927. Hoy es necesario hacer justicia y dar a cada cual el mérito que se merece, es decir recordarlos a los tres con igual importancia y admiración. Canadá puede jactarse de haber sido el lugar donde los dos británicos se elevaron hacia el firmamento para hacer realidad sus sueños y los de millones de habitantes del mundo que a través de generaciones siguen uniendo a los continentes mediante vuelos trasatlánticos.
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