“No me voy a rendir jamás, porque es lo que hace un hijo por su padre”: la incansable búsqueda de las 23 personas que se quedaron con Allende hasta el final tras el bombardeo a La Moneda
“No me voy a rendir jamás, porque es lo que hace un hijo por su padre”: la incansable búsqueda de las 23 personas que se quedaron con Allende hasta el final tras el bombardeo a La Moneda
Daniela Mohor y Cristóbal Jimeno son matrimonio y escribieron el libro a cuatro manos.
- Dos fragmentos de una falange del pie y de un pequeño hueso del empeine y uno de los incisivos superiores.
Esos fueron los únicos restos de Claudio Jimeno que fueron encontrados y entregados a su familia en 2014, 41 años después de que fuera fusilado y sus restos desaparecidos tras el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
Sociólogo y asesor de Allende, Jimeno fue una de los 23 personas que permaneció con el mandatario hasta el final tras el bombardeo a La Moneda, y es una de las 1.469 víctimas de desaparición forzada durante la dictadura de Augusto Pinochet registradas oficialmente.
Su historia y el calvario que ha vivido su familia para dar con su cuerpo son narrados en “La búsqueda”, un libro publicado en 2022 que ha tenido gran acogida en Chile, ha sido definido como notable y ya va por su tercera edición.
Escrito por uno de sus hijos, el abogado Cristóbal Jimeno -que en 1973 tenía apenas 2 años- junto a su esposa, la periodista Daniela Mohor, el texto entremezcla la vida y muerte de Claudio con una exhaustiva investigación histórica.
La BBC de Londres habló con ambos sobre qué los motivó a escribirlo y por qué creen que la búsqueda aún no ha terminado.
¿Por qué tras décadas de un extenuante proceso judicial y de haber mantenido la historia en el ámbito privado deciden hacerla pública y escribir un libro?
C: El 11 de septiembre de 1973 mi padre, que era asesor de Allende, fue a La Moneda a acompañar al Presidente. Nunca más lo volvimos a ver.
Su búsqueda la comenzó mi madre ese mismo día.
Como abogado litigante, yo me involucré en el caso judicial, pero efectivamente, durante cinco décadas mantuvimos su historia en el ámbito privado.
Sin embargo, llegó un momento, yo diría que a mediados de la década pasada, en que sentí que era necesario sacarla a la luz.
Ese cambio se gatilló en mí al ver la liviandad con que estaba siendo tratado el tema de los derechos humanos y el uso político que se le estaba dando.
Surgieron cosas que me causaron mucha preocupación.
En Estados Unidos vi en marchas de grupos suprematistas poleras (camisetas) que ilustraban “los viajes de Pinochet” con un helicóptero lanzando cuerpos de detenidos desaparecidos al mar. Luego las vi también en manifestaciones en Brasil.
Eso, sumado a algunos comentarios muy superficiales sobre el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que cuenta con mucho profesionalismo lo que ocurrió en Chile, me llevó a decir, mira, es importante que no te quedes solamente en este ámbito privado, sino que cuentes lo que ocurrió.
Y que lo hiciéramos dos personas como somos Daniela y yo, que no tenemos una agenda política, sin ningún sesgo, y con un afán de plantearlo como un tema de futuro y no como un ancla al pasado. Como una contribución a la sociedad.
Nosotros lo vemos como un tema de la democracia, que nuestro país tiene que procesar para que no vuelva a pasar. Eso fue lo que nos llevó a decidir escribirlo.
“La búsqueda” es una historia personal intercalada con la reconstrucción de una época, revisión de expedientes, voces de testigos, investigación. ¿Cómo fue como pareja escribirlo a 4 manos?
D: El proceso fue bastante fluido, quizás porque estábamos muy alineados en la mirada que teníamos y también en el tono que queríamos darle al hecho.
Yo siempre pensé que había que contar esta historia.
Creo que en Chile aún mucha gente no se da cuenta de la magnitud del impacto que la violación de los derechos humanos ha tenido. Por eso me parecía importante contarlo y hacerlo desde todos los ángulos posibles: cómo afecta a una familia, a un país, cómo afecta incluso a la gente que no conoció a Claudio.
Cómo se van irradiando los efectos de los derechos humanos era algo que nos importaba a los dos mostrar, y cómo eso convoca a toda la sociedad.
No sólo a las víctimas o a los familiares de las víctimas.
C: Fue una experiencia muy importante para nosotros en el ámbito personal.
Cuando yo le conté a Daniela que quería hacer este libro, pensé que ella me iba a recomendar a alguien, pero me dijo muy claramente que quería hacerlo conmigo.
Y la verdad es que ahora me doy cuenta de que no lo podría haber hecho con nadie más. Porque era un proceso muy íntimo, que requería una confianza total.
Cristóbal, dices que este libro muestra tu camino para encontrar la respuesta a la pregunta que le hiciste con solo 2 años a tu madre cuando le preguntaste dónde estaba tu padre. ¿Qué fue lo que más te sorprendió al recorrerlo?
C: Ha sido un camino tan largo que hay muchas cosas que me han sorprendido.
Una de ellas ha sido profundizar en la cercanía de mi padre con el presidente. Y no sólo de mi padre, sino de todas esas últimas personas que se quedaron con él en La Moneda.
Hay una escena muy famosa en la que Allende llama a las poco más de cien personas que estaban ahí y les dice que los que no tienen nada que hacer se vayan porque La Moneda va a ser bombardeada.
Quedan alrededor de 70 personas, después 46 y finalmente 23 lo acompañan hasta el final, y luego son detenidos y desaparecidos.
Descubrir ese gesto de dignidad, de quedarse con el líder con el que trabajaban en el proyecto en el que creían, ha sido para mí -que soy una persona crítica con el gobierno del presidente Allende- muy aleccionador, muy potente, muy importante. Siento una conexión con ese gesto.
En la búsqueda nos hemos encontrado con actos que son de mucha generosidad, de mucha entrega, que son muy esperanzadores: policías y jueces que quisieron investigar, equipos de delitos y de gente que no conoció a estos asesores, pero que de todas maneras se entregaron en cuerpo y alma para encontrar la verdad, para tratar de encontrar sus cuerpos.
Pero también hemos tenido momentos en los que nos hemos topado con lo peor de la naturaleza humana, no solo con la crueldad, la indolencia del Estado, de los jueces, sino con la cobardía de los criminales.
Y esa es una historia que se repite en todas las familias afectadas.
Este libro te llevó a profundizar también en un hombre que no conociste, tal vez a un nivel que incluso los que crecimos con padres no llegamos. ¿Cómo fue ese proceso?
C: Yo creo que es una relación que no difiere mucho de la que tiene un hijo con su padre vivo. La diferencia es que la mía se estaciona en una edad, en los 33 años, que es la que tiene mi padre cuando muere.
Como toda relación humana, tiene altos y bajos. Y ha cambiado con el tiempo.
Cuando tienes 15 o 16 años y eres un adolescente, tiendes a idealizar un poco, sobre todo porque muere en unas circunstancias tan extrañas, tan particulares, ligado a un evento -el bombardeo de La Moneda- que probablemente es la imagen más difundida internacionalmente del Chile del siglo XX.
A medida que vas creciendo, empiezas a tener una relación un poco más de par, y comienzas a cuestionar un poco más.
En ese proceso, a veces he sentido rabia. Me ha costado entender por qué hizo lo que hizo, por qué sabiendo lo que iba a pasar eligió llegar a La Moneda y quedarse allí hasta el final.
Ahora que yo soy mucho mayor de lo que él era cuando murió, es casi mi hermano menor, o mi hijo.
Y sigo intentando comprenderlo, y entender también cómo llegó la sociedad chilena a sentir en los últimos meses del gobierno de Allende que estaba frente a un túnel negro sin salida. Para que no vuelva a ocurrir.
Daniela, ¿y cómo fue para ti conocer y escribir sobre este suegro ausente?
D: Me llamó mucho la atención su personalidad, lo simpático, lo culto, lo rápido que era. Y lo pionero que fue en algunas cosas a pesar de su corta edad.
Al comienzo del gobierno de Allende, había un ambiente de mucho entusiasmo, de euforia, esperanza, de cambios sociales importantes.
Algunas personas que entrevisté para el libro, hablan hoy de cierta ingenuidad, pero eran todos muy jóvenes y estaban muy comprometidos con su causa.
Esto del Centro de Estudios Nacional de Opinión Pública (CENOP), donde trabajaba, es algo que se hace mucho en la actualidad, pero que en aquella época era absolutamente innovador. Y tuvo una gran importancia en ese momento. Descubrir eso fue muy interesante.
Una de las cosas que como periodista me importaba era que el lector se pudiera encariñar o interesar por Claudio, que no fuera solo la figura del detenido desaparecido, porque esos son conceptos que pierden humanidad, cuando en realidad estamos hablando de una persona que había tenido una vida, con sus fortaleza y debilidades, como todos.
Cristóbal, de tu padre solo se identificaron en 2014 dos pequeños fragmentos de hueso y un diente, encontrados en la fosa de donde fue exhumado en 1978. ¿Cómo hacer duelo sin cuerpo?
C: Es muy difícil.
Enterrar a tus deudos tiene un sentido muy profundo, de miles de años, y hacer un duelo sin una ceremonia final, sin un cuerpo, es muy complejo.
En el libro hay una descripción del debate que tuvimos en mi familia sobre si hacer o no un entierro cuando se encontraron estos restos.
Yo fui de la opinión de no hacerlo, porque no sentía que estábamos enterrando a mi padre.
En 1978, Pinochet ordenó remover los cuerpos de aquellos que habían sido ejecutados para que sus restos no fuesen encontrados.
Como resultado de la mesa de diálogo que se convocó en 1999 se informó al país de que a propósito de esa operación, 200 cuerpos habían sido lanzados al mar por los militares. Entre ellos se suponía que estaba el cuerpo de mi padre.
Pero ocurrió que al investigar, algunos de esos cuerpos que supuestamente habían sido lanzados al mar empezaron a aparecer enterrados en distintos recintos militares.
Es lo que se llama un entierro secundario.
De manera, que aunque depositamos estos pequeños restos en el cementerio donde está mi familia, para mí no era un cierre, porque tenemos la sospecha de que existe un segundo entierro de su cuerpo. Es lo que cree también la ministra Amanda Valdovinos, cuyo trabajo fue clave para averiguar qué pasó con los detenidos en La Moneda.
Además, el Estado de Chile ha cometido muchos errores.
Cuando yo estaba investigando el caso, supuestamente se identificaron y entregaron restos de diez personas que habían sido asesinadas con mi padre.
Pero resultaron ser de otras personas. Entregaron cuerpos erróneos y no solamente a diez familias del grupo de asesores del presidente. Fueron más de cien.
Yo le avisé a los jueces, les dije que lo que decían no cuadraba. Presenté escritos, alegué en la Corte de Apelación y no fui escuchado.
Obviamente, tengo un deber de ser escéptico. Yo creo que hubo un segundo entierro. De manera que no he hecho el duelo, no he tenido una ceremonia de cierre o entierro de mi padre.
D: Las familias hicieron funerales con los restos humanos erróneos y después les tuvieron que decir que no eran sus familiares. Es bastante terrible.
Es una revictimización completa por parte del Estado.
Y lo peor es que el Sistema Judicial se demoró diez años en hacer público todo esto.
Hubo muchos errores, pero también hubo mucha negligencia.
Tomando en cuenta todos esos errores, ¿siguen teniendo esperanzas de encontrarlo y de que finalmente se sepa la verdad sobre los detenidos aun desaparecidos?
C: Sí. Yo no me rindo. Yo creo que las familias no se rinden. No me voy a rendir jamás, porque es lo que hace un hijo por su padre.
Y no tiene nada que ver ni con revanchas ni con posiciones políticas; es una cosa de humanidad, de lazos entre seres humanos.
Muchas veces la clase política se sorprende cuando insistimos.
Lo que ocurre es que las personas cuando tienen un trauma, por más que quieran enterrarlo debajo de la alfombra, si no lo procesan vuelve a surgir.
En la sociedad pasa exactamente lo mismo. Si esto no es procesado correctamente va a volver y volver.
Solamente sabiendo bien lo que ocurrió y haciéndole justicia a los hechos vamos a evitar que esto vuelva a pasar. Es el único camino posible.
D: Precisamente por eso elegimos un tono que pudiese llegar a un público transversal, desde el punto de vista social, etario, ideológico… Y de hecho, la recepción que ha tenido el libro lo refleja, porque ha sido muy positiva desde distintas posiciones políticas y edades.
Yo diría que una de las cosas más gratificantes que nos ha pasado es cuando los adultos nos dicen que le van a pasar el libro a sus hijos para que lo lean. O que “La búsqueda” se debería leer en los colegios.
Este año se cumple 50 años del golpe que derrocó a Allende y también del inicio de la detención y desaparición de miles de personas. ¿Cómo ven la relación de Chile con ese pasado?
C: Para nosotros es importante que de este tema no se hable simplemente porque estamos en el aniversario de 50 años del golpe de Estado.
De hecho, con Daniela tomamos la decisión de publicar el libro antes, no atarlo a la conmemoración, porque para nosotros es algo permanente, que va más allá de una efeméride, y que se debiera tratar en las escuelas, en las universidades.
Porque aunque hemos avanzado, tenemos mucho más que hacer todavía.
Es fundamental generar una red que esté de acuerdo en conceptos básicos, en que los derechos humanos son una línea roja que la sociedad no debe cruzar nunca y sobre todo estar alerta.
Eso es lo que los tiempos nos exigen.
Nunca estamos muy lejos del horror. En América Latina somos una prueba viviente de eso, lamentablemente, un continente en el que la fragilidad de las sociedades siempre lo tienen cerca del abismo.
Este no es un peligro abstracto, algo que ocurrió hace 50 años y no va a volver a ocurrir. No, puede volver a ocurrir.
D: Desde el punto de vista judicial también hay una deuda, porque de los cerca de 1.500 detenidos desaparecidos que hay en Chile, se identificaron unos 310 nada más.
Hay cerca de 1.200 familias que todavía no saben dónde están los restos de sus familiares y qué les ha pasado. El sistema judicial ha sido muy lento, incluso en democracia.
C: El caso de La Moneda, que es el caso más largo de la historia judicial chilena, va a cumplir 50 años.
Empezó un día después del golpe, tiene casi 14.000 fojas, y está ahí en la Corte Suprema.
Pero no hay una predisposición a darle prioridad a estos casos, a que vayan más rápido. Avanzan con una lentitud pasmosa y eso no ayuda en nada.
Ahora que el libro ha sido publicado, ¿en qué etapa del camino se sienten?
C: Si esto fuera un viaje en tren, “La búsqueda” es una estación muy importante. Quisiera pensar que estamos cerca del destino final, pero no es aún la estación final.
Por ejemplo, en la investigación penal quedó establecido que no fueron solo militares los que participaron en los fusilamientos, sino que había civiles. No está claro si son cinco o siete, pero todavía están siendo protegidos.
Todavía están en silencio. Ese es un tema pendiente.
D: El entierro secundario también. Hay que seguir investigando. Espero que el libro ayude a eso.
Creo que es un tema que sería importante retomar y también ponerle más celeridad a la búsqueda de los detenidos desaparecidos que no han sido encontrados.
El plan de búsqueda de los detenidos desaparecidos que el presidente Gabriel Boric va a anunciar es una muestra de compromiso.
El Plan Nacional de Búsqueda (PNB), anunciado recientemente por el gobierno del presidente Gabriel Boric, busca avanzar y aunar esfuerzos para conocer el destino de estas personas.
C: Hay que mantener vivo el ánimo por saber. Pero no como algo revanchista, sino simplemente saber para que no vuelva a ocurrir, saber para avanzar, saber para restablecer el equilibrio ético de la sociedad chilena.
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