Las tensionantes noches vividas últimamente por los habitantes de Quito (Ecuador), tras la guerra desatada entre los narcos y contra el Estado, se vieron una vez más agobiadas con el estallido en la madrugada del jueves de dos carros bomba.

El primero de los vehículos fue detonado frente a la sede del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores, SNAI, entidad encargada del manejo de las prisiones en Ecuador. Aunque no hubo “personas afectadas”, como informaron los bomberos, el jefe de la Policía Antinarcóticos, general Pablo Ramírez, manifestó en rueda de prensa que el sedán sí estaba cargado con “dos cilindros de gas con combustible, mecha lenta y al parecer, tacos de dinamita”.

Tras los ataques simultáneos, en los que hubo también atentados con granadas que fueron detonadas de forma controlada, el ministro de Seguridad, Wagner Bravo, indicó que lo que pretenden los narcos es amedrentar al Estado, y en entrevista radial con FM Mundo, aseveró que “buscan evitar que sigamos cumpliendo con la función que tienen las fuerzas armadas y la policía de controlar estos centros penitenciarios”.

Las primeras pesquisas de los investigadores policiales registran que dos hombres que se movilizaban en una motocicleta fueron los que lanzaron líquido inflamable contra el sedán, en el que estaban los cilindros.

La persecución inició después del estallido del primer carro, y la Policía ecuatoriana logró detener a tres personas que se movilizaban en un vehículo robado. Con la información obtenida de las tres personas capturadas, las autoridades detuvieron otros tres hombres entre los que hay un colombiano.