Una nueva agenda de inversión para el desarrollo sostenible e inclusivo en América Latina y el Caribe
Una nueva agenda de inversión para el desarrollo sostenible e inclusivo en América Latina y el Caribe
Técnicos se acercan para inspeccionar una boya hidrológica que monitorea las condiciones del lago Titicaca, en Bolivia. MANUEL SEOANE
– El reto es considerable, ya que la inversión en la región se sitúa en torno al 20% del PIB, uno de los niveles más bajos de todas las regiones del mundo. Para lograrlo, es preciso trabajar en cinco líneas de acción
América Latina y el Caribe cuentan con activos únicos: la región alberga casi el 50% de la biodiversidad mundial, un tercio de su matriz energética proviene de fuentes renovables y tiene importantes reservas de materias primas críticas para la transición energética. Su ubicación geográfica, potencia cultural, y población joven representan valores clave para integrarse mejor en las cadenas globales de valor.
No obstante, la pandemia de la covid-19 y un contexto global complejo, sumado a desafíos estructurales pendientes, han frenado el progreso social y económico en los últimos años. Las desigualdades son profundas: cerca de un 45% de los hogares tienen a todos sus miembros trabajando de manera informal y un 29% de la población vive por debajo de la línea de pobreza.
En la decimosexta edición de Perspectivas económicas de América Latina (LEO por sus siglas en inglés) 2023: Invirtiendo para un desarrollo sostenible, proponemos que la región adopte una agenda de inversión ambiciosa para promover un desarrollo inclusivo y sostenible.
El reto es considerable, ya que la inversión en la región se sitúa en torno al 20% del PIB, uno de los niveles más bajos de todas las regiones del mundo. Para lograrlo, es preciso trabajar en cinco líneas de acción:
1. Impulsar y favorecer la inversión en sectores estratégicos alineados con las políticas de desarrollo productivo
Aumentar masivamente la inversión es clave para la generación de empleo y la creación de valor agregado local en sectores emergentes. La transición verde, en ámbitos como el transporte sostenible y la economía circular; la transformación digital; la salud y la economía del cuidado; y los sistemas sostenibles de agricultura y alimentos, entre otros, representan áreas que los países y sus territorios podrían priorizar bajo sus políticas de desarrollo productivo.
Para aprovechar este potencial, invertir en infraestructura en energía, agua, transporte y telecomunicaciones será fundamental. La inversión en I+D apenas alcanza un 0,65% del PIB en la región (2,7% en la OCDE). Es, por tanto, imperativo aumentar considerablemente esta inversión, así como la destinada a la educación, especialmente en la formación de competencias necesarias para la nueva economía.
2. Aprovechar la inversión extranjera para impulsar la innovación y el empleo de calidad
En 2022, América Latina y el Caribe se destacó como la región con las mayores entradas de Inversión Extranjera Directa (IED) en términos relativos, representando un 4% del PIB regional. Para elevar la calidad e impacto de esta inversión, es esencial que la IED promueva una mayor transferencia de conocimientos y tecnología al tejido productivo, desplazándose hacia sectores de energía renovable y actividades que generen empleo formal para la población. Asimismo, se debe asegurar que los beneficios de estas inversiones sean gravados en las jurisdicciones donde se crea el valor.
3. Fortalecer los marcos fiscales y nuevos instrumentos financieros para invertir más y mejor
La asignatura pendiente para financiar el desarrollo es la de implementar reformas fiscales que promuevan sistemas tributarios y de gasto más equitativos, eficientes y que contribuyan al emprendimiento. En América Latina y el Caribe, la ratio impuestos/PIB en la región es inferior al 22%, mientras que la media de la OCDE alcanza el 34% y la de la UE el 40%. Es necesario fortalecer especialmente el acceso al financiamiento para las mipymes. También será clave fomentar herramientas financieras innovadoras, como los bonos verdes, sociales, sostenibles y vinculados a la sostenibilidad.
4. Hacia instituciones más sólidas para conectar la agenda de inversión con las prioridades sociales
La movilización de inversiones a gran escala no será suficiente para avanzar hacia un desarrollo. Son necesarias instituciones públicas robustas que aseguren que las inversiones estén en sintonía con las prioridades sociales y productivas de la región. Establecer mecanismos de diálogo con los actores socioeconómicos será crucial para forjar un nuevo contrato social que fomente la creación de empleo de calidad y una transición hacia una economía verde y justa. Además, la reducción de las desigualdades contribuirá a estimular una mayor demanda y bienestar compartido, generando así un entorno más atractivo para la inversión.
5. Trabajar juntos a través de alianzas internacionales reforzadas
Una agenda de inversión de esta envergadura no se puede abordar de manera aislada. Es preciso construir nuevas alianzas internacionales y formas innovadoras de cooperación entre los países de la región y el resto del mundo. La Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe comparten estrechos vínculos políticos, económicos y culturales. Las dos regiones, en conjunto, representan el 21% del Producto Interno Bruto global, el 14% de la población mundial y un tercio de los miembros de las Naciones Unidas. La UE es uno de los primeros socios comerciales y de inversión en la región y desea profundizar estos vínculos. En este sentido, la iniciativa Global Gateway de la Unión Europea, con su Agenda de Inversiones UE-América Latina y el Caribe de 45.000 millones de euros hasta 2027, presentada en la Cumbre de julio de 2023, representa un paso innovador para colaborar con la región y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Nuestras instituciones están listas para trabajar juntas y apoyar los esfuerzos de los países de la región.
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