El ingenioso carpintero danés y la queja de un vendedor que llevaron a la creación de Lego (y por qué se llama así)
El ingenioso carpintero danés y la queja de un vendedor que llevaron a la creación de Lego (y por qué se llama así)
Ole Kirk Kristiansen junto a su hijo Godtfred y su nieto Kjeld.
- Dos incendios, la muerte de su esposa, la Gran Depresión y una guerra mundial. No fue un camino nada fácil el que tuvo que recorrer Ole Kirk Kristiansen hasta inventar uno de los juguetes más reconocibles en el mundo.
El omnipresente Lego, el juego de las pequeñas piezas de plástico de colores que se ha convertido en una fuente de inspiración para niños (y adultos) en todo el mundo.
“Lego te puede transportar a cualquier lugar que tu imaginación te quiera llevar”, explicó el historiador y autor británico Tom Dyckhoff, quien produjo un reportaje para la BBC sobre la importancia de Lego como piedra angular de la arquitectura.
“Lejos de ser un simple juguete, Lego tiene una clara relación con los edificios del mundo real”, agregó Dyckhoff.
Ese vínculo entre la creación y la construcción terminó siendo clave para la invención que nació en un pequeño pueblo en Dinamarca gracias al infortunio, a una queja y al ingenio de un carpintero y su hijo ya hace más de 65 años.
El infortunio
Kristiansen, quien nació hacia finales del siglo XIX, se había logrado establecer como el carpintero oficial de su pueblo, Billund, durante la segunda década del siglo pasado, elaborando productos desde taburetes y puertas hasta participar en la construcción de casas y graneros en la Dinamarca rural de la época.
Sin embargo, y pese a haber logrado que su negocio sobreviviera a un incendio, las cosas empezaron a torcerse de manera inesperada para Kristiansen.
A la trágica muerte de su esposa por complicaciones que sufrió durante el parto de su quinto hijo, que tampoco pudo sobrevivir, se sumó la crisis económica producto de la Gran Depresión que nació en Estados Unidos y se extendió por Europa.
Fue entonces que por 1932 y debido a la ausencia de grandes proyectos por la falta de ingresos de los agricultores daneses, Kristiansen comenzó a hacer productos más pequeños y asequibles.
Entre ellos, una serie de juguetes como trenes y el modelo de un pato de madera, que ideó junto a su hijo mayor, Godtfred, y otros trabajadores de la empresa.
Poco a poco la demanda por juguetes fue aumentando y la producción del taller se fue diversificando hasta el punto que sólo dos años más tarde se convirtió en la principal fuente de ingreso de la familia.
“Mi abuelo Ole Kirk Kristiansen era una persona muy alegre. Hacía muchos tipos diferentes de juguetes de madera”, recordó Kjeld Kirk Kristiansen, hijo de Godtfred.
A raíz de la creciente popularidad de sus juguetes, Ole Kristiansen decidió buscar un nombre nuevo para su negocio.
“Para él se trataba de hacer juguetes de buena calidad que fueran buenos para los niños, por eso también se le ocurrió el nombre de Lego, que significa ‘jugar bien’, que en danés es ‘leg godt’. Lego es la abreviatura de jugar bien”, explicó Kjeld Kirk, quien se convirtió en la tercera generación de la familia Kristiansen en liderar la compañía.
El nuevo nombre comenzó a usarse oficialmente desde enero de 1936.
La crítica
El estallido de la Segunda Guerra Mundial supuso otro punto de inflexión para el negocio familiar de los Kristiansen.
Durante los años de conflicto, los padres ansiosos siguieron comprando juguetes para animar a sus hijos y distraerlos de los horrores que estaban ocurriendo en los campos de batalla.
Pero en 1942 un nuevo incendio consumió por completo su fábrica teniendo que comenzar nuevamente desde cero los moldes de sus productos.
La escasez de madera que provocó la guerra y los años posteriores a la misma hizo que Kristiansen se planteara investigar nuevos caminos que surgían para su negocio, como fue el del plástico.
Fue por eso que, una vez recuperado, en 1946 decidió invertir en una máquina de inyección para moldear plástico con el fin de producir algunos de los diseños más populares de su catálogo, incluyendo más adelante el de unos bloques que se podían montar y desmontar con gran facilidad.
“A mi abuelo y a mi padre les fascinaban las posibilidades que ofrecía el plástico. Lo consideraban un material novedoso, con el que de repente tenías posibilidades de hacer muchas otras cosas que no podías hacer con madera”, destacó Kjeld Kirk.
En los años de la postguerra el equipo liderado por Ole, pero especialmente por Godtfred, se dedicó a investigar, desarrollar y experimentar con juguetes de plástico.
Su primer gran éxito llegó con un modelo a escala del tractor Ferguson que fue lanzado en 1951 y vendió alrededor de 100.000 unidades en sus tres primeros años en el mercado.
Su popularidad también benefició a otros productos de Lego, como el novedoso sistema de construcción de piezas de plástico.
Los famosos ladrillos coincidían con el nuevo estado de ánimo de una Europa que tenía la necesidad de reconstruir lo que había destruido la guerra.
“Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se derribaron tantas casas, la gente volvió a tener ganas de construir. Así que la idea de las primeras piezas era realmente para construir casas”, agregó el nieto del ingenioso carpintero y empresario.
Pero los ladrillos por sí solos no alcanzaba, como descubrió Godtfred cuando escuchó la queja de un vendedor durante una exposición de juguetes.
“Qué industria es ésta: ¡sin sistema de ningún tipo!”, fueron las palabras de Troels Petersen que hicieron que Godtfred Christiansen se cuestionara cómo darle sentido al mundo del juego a través de un modelo para armar.
Después de un intenso período de análisis y desarrollo se logró el objetivo con el lanzamiento del sistema Town Plan en 1955 diseñado para crear un ambiente urbano en el cual los niños combinaran jugar y aprender.
El invento
Sin embargo, los ladrillos de plástico no terminaban de convencer ya que no terminaban de encajar del todo bien y ofrecían muy poca flexibilidad al proceso de creación.
“Las piezas originales eran huecas y se mantenían unidas si las ponías unas encima de otras, pero no podías colocarlas de muchas formas extrañas, por así decirlo”, explicó Kjeld Kirk.
Fue cuando se diseñaron unos pequeños tubos en la parte inferior de los ladrillos que le daba a sus piezas la versatilidad y calidad que Godtfred Christiansen buscaba en la productos Lego.
Los tubos permitieron que las piezas encajaran perfectamente unas con otras.
“En 1958 yo tenía 10 años y fue el año en que mi padre patentó el ladrillo Lego con el tubo”, dijo Kjeld Kirk sobre el concepto que sigue vigente más de seis décadas después. “Estaba muy orgulloso de haber creado este sistema”, agregó.
Ese mismo año murió Ole, quien seguramente no se habría podido imaginar del impacto global que llegaron a alcanzar sus pequeños ladrillos de plástico que convirtieron a Lego en la fabricante de juguetes número uno del mundo.
Este exito permitió a Lego crear un mundo imaginario a escala real que abrió sus puertas en 1968 en Billund, el popular parque temático Legoland, que se ha expandido por varios países alrededor del planeta.
Además del estreno de una de las películas más taquilleras de Hollywood en la última década.
“El concepto del ladrillo Lego es atemporal”, destacó Kjeld Kirk Kristiansen. “El juego físico es algo que siempre estará ahí, especialmente cuando estimula la imaginación del niño”.
Quien fuera de niño uno de los modelos que aparecían en las primeras cajas de Lego agregó que “los niños tienen ese impulso natural de aprender y probar cosas nuevas. Si algo funciona, está bien. Si no funciona, vuelven a intentarlo”.
“Esas son algunas habilidades que, en realidad, pensamos que deberían mantenerse toda la vida”, concluyó.
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