Cómo el suicidio de una joven en Chile desató una ola de denuncias de maltrato entre los estudiantes del área de la Salud
Cómo el suicidio de una joven en Chile desató una ola de denuncias de maltrato entre los estudiantes del área de la Salud
Catalina Cayazaya entró a estudiar Terapia Ocupacional en la Universidad de Los Andes en el año 2017.
- En la mañana del 16 de marzo, Carolina Cors encontró a su hija Catalina sin vida.
La joven estaba junto a una nota en la que pedía perdón por no haber podido resistir “tanto dolor”.
Días después del trágico acontecimiento, sus familiares decidieron denunciar públicamente que Catalina había sido víctima de episodios de abuso y maltrato en su etapa de internado como alumna de la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad de Los Andes, una prestigiosa casa de estudios privada chilena y ligada al Opus Dei.
Según su madre, estos maltratos gatillaron en la joven una depresión que la llevó a quitarse la vida.
El caso, ocurrido durante el período de práctica profesional supervisada por tutores y destinada a la aplicación de los conocimientos adquiridos durante la carrera, ha conmocionado a la comunidad académica en Chile.
Y ha provocado una ola de denuncias sobre supuestas prácticas abusivas que existen hacia algunos internos, especialmente de las carreras de salud.
También ha generado reacción por parte de las autoridades gubernamentales chilenas: la Superintendencia de Educación Superior (SES) no solo ofició a la Universidad de Los Andes para que entregue toda la información sobre el caso, sino que también dijo que impulsará cambios en la normativa vigente que regula los campus clínicos “para avanzar en la erradicación del maltrato y el acoso en estos establecimientos”.
“Corresponde verificar si los mecanismos vigentes son efectivos, sin son capaces de tomar las medidas necesarias para revertir las situaciones que se han planteado y así evitar que este tipo de circunstancias vuelvan a ocurrir”, dijo Daniella Maureira, fiscal de la SES.
La universidad, en tanto, abrió una investigación con el fin de establecer “eventuales responsabilidades” y separó a las tutoras que son objeto de esta investigación de sus funciones.
“Como universidad reafirmamos nuestro total rechazo a cualquier tipo de maltrato, y el compromiso de reforzar el trabajo para que exista un ambiente de enseñanza y aprendizaje respetuoso y amable, donde todos nos sintamos acogidos”, dijo la casa de estudios en una declaración pública emitida este lunes.
BBC Mundo intentó comunicarse con la Universidad de Los Andes para contar con su versión sobre lo ocurrido pero no obtuvo respuesta.
Ola de denuncias
La historia de Catalina Cayazaya se hizo conocida a principios de abril, luego de que sus familiares y amigos decidieran denunciar su caso a través de las redes sociales.
En una cuenta de Instagram llamada “JusticiaxCatalina”, su madre revela detalles de la experiencia de su hija en los dos internados a los que asistió, afirmando que fue víctima de “insultos y faltas de respeto” y que, a pesar de haber denunciado esta situación con la universidad, no se le “escuchó”.
“A Catalina le arrebataron las ganas de vivir”, dice Carolina Cors a través de una carta.
Rápidamente, la cuenta comenzó a acumular seguidores, sumando casi 40 mil en unos pocos días.
Y cientos de personas empezaron a compartir sus experiencias.
“Muchas veces me sentí como Catalina, empecé a odiar la carrera pero la terminé”, dice uno de los más de 5 mil comentarios que hay entre las publicaciones de “JusticiaxCatalina”.
“Viví exactamente la misma situación estudiando enfermería, maltratos y humillaciones por parte de mi tutora”, dice otro.
Incluso, hay testimonios de profesores que confirman estas conductas.
“Soy guía de internado y he recibido muchos estudiantes que el primer día no se atreven a hablar o se ponen a llorar por las experiencias de maltrato que vivieron en internados anteriores”, indica una tutora.
Muchos médicos también se sumaron a la ola de denuncias.
La psiquiatra chilena María Ignacia Carrasco, que estudió en la Universidad de Chile, dijo que le había tomado “mucho tiempo” reparar su autoestima tras haber vivido “experiencias denigrantes” durante su período de formación.
“Comencé mi pregrado hace 20 años, en una época en que estaba completamente normalizado ‘aprender con sangre’ y en que humillar públicamente a los alumnos era el pasatiempo favorito de profesores sádicos”, dijo a través de su cuenta de Instagram donde tiene más de 50 mil seguidores.
Algunos de los carteles que se han colocado en los últimos días en la Universidad de Los Andes.
El caso también comenzó a aparecer en la prensa chilena, mientras la Universidad de Los Andes se llenó de carteles hechos por los alumnos donde pedían justicia por Catalina y frenar los abusos hacia los estudiantes.
“La vocación no mata, los internados abusivos sí”, “no es normal normalizar el maltrato” o “amo mi carrera pero no sé hasta cuándo” son algunas de las frases que se podían leer en las pancartas.
También se organizó un “paro reflexivo” en esta casa de estudios el viernes pasado (5 de abril) y este lunes se llevó a cabo una “velatón” en recuerdo de Catalina en la emblemática Plaza Italia (Plaza Baquedano), ubicada en el corazón de la capital chilena, donde acudieron estudiantes de diversas universidades.
“¿Cómo voy a sanar si nuestros docentes nos matan por dentro?”, decía una de las consignas firmada por la Asociación de Estudiantes de Medicina de Chile (Asemech) que apareció en la velatón.
“Hemos normalizado el maltrato”
Ante estas denuncias, hay testimonios propios de personas que dicen haber sufrido malos tratos durante sus prácticas profesionales en los campus clínicos en Chile.
“Durante toda mi carrera he escuchado historias de maltrato o acoso por parte de profesores o tutores de las prácticas clínicas. Nos han hecho acostumbrarnos y normalizarlo diciendo que tenemos que aguantar y que así es en el área de la Salud”, señaló a BBC Mundo una estudiante de enfermería que pidió mantener su nombre bajo anonimato.
“Ser maltratados para aprender a la mala no sirve, es como maltratar a un hijo para que aprenda, se sabe que eso no funciona entonces ¿por qué con nosotros debería funcionar?”.
Pero ella destaca que no todos los tutores se comportan de la misma manera:
“Agradezco profundamente a los profesores a los que sí les importa realmente la salud mental de sus alumnos, ahí si se nota la verdadera vocación y ganas de enseñar”, agregó.
Una visión similar tiene otra joven, estudiante de Terapia Ocupacional, que también pidió la no mención de su nombre.
“Efectivamente hay mucho maltrato y, lo peor, es que todos lo hemos normalizado. Pero todas hemos pasado por malas experiencias”, le dijo a BBC Mundo.
“A mí me hicieron sentir constantemente que no tenía los conocimientos suficientes, que por qué no había aprendido. ‘Eres un peligro en la UCI’, me dijeron. Yo lo minimizaba, pensé que era parte del aprendizaje, hasta que me empecé a sentir insegura”, agregó.
Francisca Contreras, una de las mejores amigas de Catalina Cayazaya, asegura que ella también recibió malos tratos en uno de sus internados.
“Yo tenía que atender a niños autistas. Conocía lo básico y me exigieron temáticas de especialidad. Entonces preguntaba y me decían: ¿tú crees que esa pregunta es apta para una joven de la universidad de los Andes? Me humillaron frente a los pacientes, no les importaba”.
Contreras afirma que junto a Catalina y otras 15 estudiantes presentaron en 2022 una demanda colectiva en la universidad por malos tratos.
“Queríamos que le dijeran a los profesores que estaban haciendo mal su trabajo. Que les exigieran parar con los malos tratos”, dice.
Estas conductas no son nuevas, dice un médico que estudió en el año 2000 en el hospital Barros Luco, ubicado en la ciudad de Santiago.
“Recuerdo que un día, en el departamento de cirugía, me pegaron patadas porque cometí un error”, recuerda.
“En ese momento, ni siquiera se me ocurrió que era algo inadecuado. Pero ahora me doy cuenta de que había una cultura de legitimar este tipo de prácticas”, agrega.
Una enfermera que estudió a fines de los 80’ coincide.
“Me acuerdo cuando yo estudiaba era un suplicio. Llegaba llorando y me iba llorando. Te trataban pésimo, te gritaban, te decían que eras una idiota, una inútil, que no te vas a recibir”, recuerda para BBC Mundo.
“Lamentablemente, muchas veces las universidades hacen oídos sordos a las quejas y reclamos de los estudiantes. Y eso ha sido histórico. Se normaliza el maltrato, el abuso de poder”, agrega.
Los dos pidieron anonimato.
Fenómeno global
Durante el año 2023, la Superintendencia de Educación Superior (SES) de Chile recibió el mayor número de reclamos y denuncias en contra de casas de estudio de los últimos 4 años.
De ellos, 209 fueron por temas de “convivencia”, siendo el hostigamiento docente, la violencia, el maltrato y el bullying las más comunes.
Ante la preocupación por la salud mental de los estudiantes, el gobierno presidido por Gabriel Boric conformó un Consejo Asesor de Salud Mental el 2023, donde participaron miembros de la comunidad académica, de organizaciones estudiantiles y autoridades de instituciones de Educación Superior.
Las conclusiones de ese consejo serán publicadas en mayo de este año.
Si bien los casos de abuso y maltrato en campus clínicos hoy aparecen con claridad en Chile, es un fenómeno que no es exclusivo a ese país.
En el Reino Unido, por ejemplo, la British Medical Association (BMA) lleva desde 2017 reuniendo información sobre intimidación y abuso en el área de la Salud.
Según un reporte de 2019, dos de cada cinco médicos y estudiantes de medicina dijeron que el acoso y la intimidación son problemas en sus lugares de trabajo.
Entre los estudiantes de Medicina, una alta proporción (59%) expresó frustración porque otros no hablaban cuando veían a sus compañeros siendo intimidados o acosados.
“Luchaba por funcionar, me sentía físicamente enfermo y emocionalmente destrozado. Solía llorar de camino al trabajo. Recé para que un camión aplastara mi auto”, confesó un exestudiante al BMA.
Andrés Román, psiquiatra e investigador en Salud Mental y Políticas Públicas de la Universidad de Cambridge, asegura que el abuso y el maltrato en las prácticas profesionales es algo “frecuente”.
“El caso de Catalina no es aislado. El maltrato o el abuso son conductas que obedecen a una dinámica de poder que ha persistido en el tiempo pese a una serie de medidas que se han implementado no solo en Chile sino también a nivel global”, señala.
El médico afirma que estas conductas pueden traer consecuencias graves para los estudiantes.
“La autoestima, la sensación de poder hacer frente a las complejidades que conlleva trabajar en Salud, es muy importante. En el caso de los médicos, la confianza propia es determinante. Por lo tanto, si te golpean el autoestima conlleva una serie de efectos”, señala.
“Si bien estas conductas pueden suceder en otras carreras, hay que entender que el nivel de responsabilidad que los estudiantes de salud tienen sobre las personas hace que esta situación tenga un nivel de complejidad mayor”, declara.
Andrés Román explica que existen políticas públicas y protocolos en las instituciones de salud y universidades para hacer frente a este tipo de problemas.
“La pregunta es por qué no se emplean… hay que revisar si están bien diseñados y si se activan cuando deben ser activados”, agrega.
Para el psiquiatra, el caso de Catalina Cayazaya es “un punto de aprendizaje para Chile y el mundo”.
“No me sorprende la ola de denuncias que desató este caso. Lo que sí me sorprende es por qué ahora. Este tipo de cosas que han pasado por años pero ahora la gente tiene capacidad de discutir”, dice.
El “legado” de Catalina
Las últimas semanas no han sido fáciles para Carolina Cors, mamá de Catalina Cayazaya.
En una entrevista con BBC Mundo señala que su objetivo al hacer público el caso de su hija es “visibilizar el maltrato y la poca relevancia que se le da en este país a la salud mental”
Cors asegura que el año pasado acudió a la Universidad de Los Andes para denunciar lo que le estaba pasando a Catalina.
“Yo sabía lo mal que estaba mi hija, lo cual no significa que no me haya sorprendido encontrarla muerta… le mandé un correo a la universidad, les dije que ella no quería vivir. Mi objetivo era que me ayudaran a que ella volviera a enamorarse de la vida”, dice.
“Los reglamentos existen, y los protocolos existen, pero quiero que se apliquen y que se fiscalice que se cumplan”, agrega.
Cors asegura que no le sorprenden las denuncias que se han destapado a raíz del suicidio de su hija.
“Yo soy pediatra, estudié hace 30 años atrás y también me pasó. El maltrato y el abuso es un tema normalizado desde siempre. Por lo tanto, que hayan salido miles de personas denunciando lo mismo no me sorprende, porque sabía que existía, pero sí me sorprende la avalancha. Esto creció de una manera que no puedo creerlo, he recibido mensajes de todas partes”, asegura.
Carolina Cors dice que, a pesar de su dolor, está logrando lo que su hija “hubiera querido”.
“Que su legado sea que se deje de normalizar el maltrato en los internados de las carreras de salud en Chile”.
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