Cómo ha aumentado la amenaza del espionaje chino (y por qué Occidente no ha logrado combatirlo)
Cómo ha aumentado la amenaza del espionaje chino (y por qué Occidente no ha logrado combatirlo)
- Durante años, las agencias de espionaje occidentales han hablado de la necesidad de dar un giro para concentrarse en China.
Recientemente, el jefe de la agencia de inteligencia GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno) de Reino Unido lo describió como un “desafío que definirá una época”.
La declaración se realizó tras una serie de arrestos en todo Occidente de personas acusadas de espionaje y piratería informática para China.
Y el pasado 13 de mayo, el embajador chino en Londres fue convocado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Reino Unido, después de que tres personas fueran acusadas de ayudar a los servicios de inteligencia de Hong Kong.
Estas son algunas señales de que la competencia entre Occidente y China por poder y influencia -usualmente oculta- está saliendo a la luz.
Occidente (Estados Unidos y sus aliados) están decididos a contraatacar.
Pero a algunos altos funcionarios les preocupa que estos países no hayan tomado suficientemente en serio el desafío de China y que se hayan quedado atrás en términos de inteligencia, lo que deja a Occidente más vulnerable al espionaje de Pekín, y a ambas partes en riesgo de cometer un error de cálculo potencialmente catastrófico.
Lo que preocupa a los funcionarios occidentales es la determinación del presidente chino, Xi Jinping, en que Pekín dé forma a un nuevo orden internacional.
“En última instancia, aspira a desplazar a EE.UU. como potencia principal”, me dijo el jefe del MI6, Richard Moore, en una inusual entrevista en su oficina para una nueva serie de televisión sobre China y Occidente.
Pero, a pesar de que emiten advertencias hace años, los servicios de inteligencia occidentales han tenido dificultades hasta hace poco para concentrar su atención en la actividad china.
Nigel Inkster, quien era el número dos del Servicio de Inteligencia Secreto MI6 cuando se jubiló en 2006, dice que el surgimiento de China como gran potencia mundial “tuvo lugar en un momento en el que había muchas otras preocupaciones”.
Mientras Pekín ascendía en el escenario mundial, durante la década de 2000, la atención de los responsables políticos y los funcionarios de seguridad occidentales -y el enfoque de los servicios de inteligencia- estaba dominada por la llamada guerra contra el terrorismo y las intervenciones militares en Afganistán e Irak.
Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., ese país y Occidente lanzaron una “guerra contra el terrorismo”.
Más recientemente, una Rusia resurgente y ahora la ofensiva de Israel en Gaza aparecen como desafíos más urgentes, admiten funcionarios de EE.UU. y Europa.
Al mismo tiempo, ha habido presión tanto de gobiernos como de empresas para centrarse en asegurar el acceso al enorme mercado chino, en lugar de enfrentar el riesgo de seguridad que representa el país.
Los líderes políticos frecuentemente preferían que sus jefes de inteligencia no acusaran a China directamente por nombre. Y las empresas también prefirieron no admitir que sus secretos estaban siendo atacados.
“El péndulo osciló fuertemente del lado de los intereses económicos y comerciales”, afirma Nigel Inkster.
La inteligencia china ya se dedicaba al espionaje industrial allá por la década de 2000, dice, pero las empresas occidentales normalmente permanecían calladas.
“No querían informarlo por miedo, al hacerlo, a poner en peligro su lugar en los mercados de China”, señala.
Otro desafío importante ha sido que China espía de manera diferente desde Occidente. Eso ha hecho que su actividad sea más difícil de reconocer y confrontar.
Un exespía occidental cuenta que una vez le dijo a un homólogo chino que China hacía el “tipo equivocado” de espionaje.
Se refería a que los estados occidentales prefieren centrarse en reunir el tipo de inteligencia que les ayude a comprender a sus adversarios. Pero los espías chinos tienen prioridades diferentes.
Proteger la posición del Partido Comunista es fundamental. “La estabilidad del régimen es su objetivo número uno”, explica Roman Rozhavsky, funcionario de contrainteligencia de la Oficina Federal de Investigación (FBI).
Para ello, es necesario generar crecimiento económico. Y por eso los espías de China ven la adquisición de tecnología occidental como un requisito de seguridad nacional de primer nivel.
Los espías occidentales dicen que sus homólogos de Pekín comparten la información que han recopilado con empresas estatales chinas, algo que las agencias de inteligencia occidentales no hacen con sus propias empresas nacionales.
“Trato especial”
“Mi agencia está más ocupada que nunca en nuestros 74 años de historia”, me explicó de manera franca Mike Burgess, el jefe de la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia (ASIO).
“Rara vez denuncio a los países porque cuando se trata de espionaje puro, también se lo hacemos a ellos”, me dijo.
“El espionaje comercial es un asunto completamente diferente y es por eso que China está recibiendo un trato especial en este caso”.
Burgess reconoció que los aliados occidentales tardaron en comprender esta amenaza. “Creo que esto ha estado sucediendo durante mucho tiempo y colectivamente no lo vimos”, admite.
Hablamos en octubre pasado en California, donde participaba en la primera aparición pública de los jefes de seguridad de los llamados “Cinco Ojos”, la alianza para compartir inteligencia formada por EE.UU., Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
En un acto inusual, los jefes de seguridad de los “Cinco Ojos” aparecieron juntos en octubre de 2023 para advertir sobre la obtención de secretos comerciales por parte de China.
La reunión sin precedentes fue un intento muy deliberado de aumentar el volumen de las advertencias sobre China por temor a que muchas empresas y organizaciones todavía no estuvieran escuchando.
La ubicación, en Silicon Valley, también fue elegida cuidadosamente: una llamada de atención sobre los intentos de China de robar tecnología, a veces mediante ciberespionaje y otras mediante el reclutamiento de personas privilegiadas.
Los recursos que destina China para esto son de otra escala. Un funcionario de inteligencia occidental estima que el país tiene alrededor de 600.000 personas trabajando en inteligencia y seguridad, más que cualquier otro estado del mundo.
Los servicios de seguridad occidentales simplemente no pueden investigar todos los casos.
Según la agencia de inteligencia doméstica británica MI5, más de 20.000 personas sólo en Reino Unido han sido contactadas por espías chinos a través de sitios de redes profesionales como LinkedIn para cultivar una relación.
“Las personas pueden no darse cuenta de que en realidad están manteniendo correspondencia con un oficial de inteligencia de otra nación, pero finalmente se encuentran pasando información que destruye el futuro de su propia compañía”, me dijo el jefe del MI5, Ken McCallum, en la reunión de California.
Estas son campañas “épicas”, dice Ken McCallum, que pueden tener graves implicaciones para la seguridad nacional, así como consecuencias económicas.
Si bien la mayor parte del enorme aparato de China se centra en la vigilancia interna, también utiliza sus espías para limitar las críticas a sus acciones en el exterior.
Recientemente, ha habido informes de espías chinos que tienen como objetivo la política occidental, con arrestos en Reino Unido, Bélgica y Alemania y una investigación en curso en Canadá.
Ha habido informes de “comisarías de policía en el extranjero” chinas en Europa y Estados Unidos.
Cuando se trata de perseguir a los disidentes chinos en Occidente, los funcionarios de seguridad dicen que los agentes de inteligencia de Pekín generalmente actúan de forma remota en lugar de utilizar espías físicamente en el terreno, contratando investigadores privados o haciendo llamadas telefónicas amenazantes.
Dos hombres fueron arrestados en abril de 2023, acusados de ayudar a establecer una comisaría de policía secreta china en Nueva York. Algo similar ha estado ocurriendo en British Columbia.
De hecho, los primeros incidentes cibernéticos dirigidos a sistemas gubernamentales de Reino Unido a principios de la década de 2000 no provinieron de Rusia sino de China, y tenían como objetivo recopilar información sobre disidentes extranjeros, como grupos tibetanos y uigures.
Australia ha estado a la vanguardia de la preocupación por la interferencia política. ASIO dice que comenzó a detectar actividad a partir de 2016, incluyendo la promoción de candidatos en las elecciones.
“Están tratando de impulsar su agenda, algo a lo que tienen derecho. Simplemente no queremos que la impulsen por medios encubiertos”, dijo Mike Burgess.
Australia aprobó un nuevo conjunto de leyes destinadas a contrarrestar esto en 2018.
En enero de 2022, en Reino Unido el MI5 emitió una alerta de interferencia inusual alegando que la abogada Christine Lee, afincada en ese país, había estado haciendo donaciones a una variedad de partidos políticos británicos como parte de una campaña para promover la agenda de Pekín.
Actualmente, Lee está llevando a cabo un proceso legal contra el MI5 por la acusación.
No fue hasta 2023 que Reino Unido aprobó una nueva Ley de Seguridad Nacional que otorgó nuevos poderes para hacer frente a la interferencia y otras actividades de estados extranjeros. Los críticos argumentan que llegaron tarde.
Occidente, por supuesto, está espiando a China, del mismo modo que China espía a Occidente.
Pero recopilar inteligencia sobre China es un desafío singular para los servicios de inteligencia occidentales como el MI6 y la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA).
La ubicuidad de la vigilancia dentro de ese país, gracias al reconocimiento facial y el seguimiento digital, hace que el modelo tradicional de inteligencia humana (reunirse con los agentes cara a cara) sea casi imposible.
China desmanteló una gran red de agentes de la CIA hace una década. Y también es un objetivo técnicamente difícil para el GCHQ y la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), que interceptan comunicaciones y recopilan inteligencia digital, en parte porque China utiliza su propia tecnología, en lugar de la occidental.
“Realmente no sabemos cómo piensa el politburó (chino)”, admite un funcionario occidental.
Esta brecha de conocimiento podría dar lugar a malentendidos y esto conlleva graves riesgos.
En la Guerra Fría, hubo períodos en los que Occidente no entendió cuán inseguro se sentía Moscú y, como resultado, las dos partes estuvieron cerca de una guerra catastrófica que ninguna de las dos quería.
Hoy en día existen riesgos similares de error de cálculo, particularmente en relación con el deseo de China de recuperar el control sobre Taiwán. También hay tensiones crecientes en el Mar de China Meridional, donde una escalada accidental podría conducir a un conflicto.
“En el mundo bastante peligroso y conflictivo en el que vivimos, siempre debemos preocuparnos por los conflictos y debemos esforzarnos por evitarlos”, me dijo Richard Moore, director del MI6.
“Particularmente cuando tienes poderes que no siempre se entienden tan bien como deberían, ahí es donde entra en juego mi servicio”.
El papel del MI6, afirma, es proporcionar la inteligencia necesaria para sortear los riesgos potenciales.
“Los malentendidos, por definición, siempre son peligrosos; siempre es mejor cuando tienes canales de comunicación abiertos y cuando tienes una idea de las intenciones de las personas con las que compites”, afirma.
Eso hace que garantizar que haya canales de comunicación abiertos sea una prioridad.
El MI6 tiene contacto con sus homólogos chinos sobre amenazas terroristas. Y el hecho de que ahora se hayan reanudado algunos contactos militares entre EE.UU. y China ha sido ampliamente bienvenido.
Aunque un mayor contacto militar y diplomático entre Pekín y Washington ha bajado la temperatura en los últimos meses, la trayectoria a largo plazo sigue haciendo sonar las alarmas.
Y todas las revelaciones sobre el espionaje corren el riesgo de alimentar la desconfianza y la aprensión entre el público de ambos lados, lo que a su vez puede limitar el margen de maniobra en una crisis.
Encontrar una manera de vivir y comprenderse unos a otros será vital para evitar que las relaciones se conviertan en un conflicto mortal.
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