Diablada, morenada y llamerada: las danzas folclóricas que dividen a Bolivia y Perú
Diablada, morenada y llamerada: las danzas folclóricas que dividen a Bolivia y Perú
Habitantes de Puno (Perú) visten trajes tradicionales, en 2017.
MIAMI HERALD (TRIBUNE NEWS SERVICE VIA GETTY I)
– El país andino denuncia ante la Unesco que su vecino se ha apropiado de bailes que en realidad tienen origen en su territorio
Bolivia y Perú, dos países que un tiempo vez fueron uno solo, han reavivado una vieja polémica que desata tensiones: la disputa por el origen de la diablada, la morenada y la llamerada, tres danzas folclóricas que se bailan en ambos territorios y que protagonizan festividades masivas de tradición. En el 2014, la Organización Bolivia de Defensa y Difusión del Folklore (Obdefolk) puso el grito en el cielo al enterarse de que la Unesco había aprobado el expediente de postulación de la Festividad de Virgen de la Candelaria de Puno —una región peruana de la sierra sur que limita con La Paz— para consagrarse como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cosa que terminó sucediendo.
Aquella vez el presidente de Obdefolk, Napoleón Gómez, obtuvo una victoria pírrica: la Unesco obligó al Gobierno peruano a reconocer que la danza, la música y los trajes con que se festeja la Candelaria provienen de los pueblos de Bolivia, pero no pudo evitar que dicha festividad fuera investida. El trámite ya estaba enrumbado y solo le quedó cuestionar a sus autoridades, paseándose en diversos medios de comunicación. Diez años después, emulando al célebre militar francés que lleva por nombre, ha desplegado una estrategia para revertir dicha designación.
En febrero envió una carta a la Unescp en París, donde solicita la revisión del estatus de la Candelaria como Patrimonio Mundial y a la par ha creado una iniciativa con la aspiración de convertirse en viral: que este 4 de agosto, en la víspera de la Independencia de Bolivia, por lo menos en ciento veinte ciudades dancen en señal de protesta y lo difundan en sus redes.
“No se trata de reunir la mayor cantidad de bailarines, sino la mayor cantidad de ciudades y países”, señalan. Han puesto como requisito que porten banderas bolivianas y carteles con el eslogan: Bolivianos contra el plagio en reclamo a la Unesco. Como mínimo deben ser tres parejas y puede ser en espacios abiertos o cerrados. No necesariamente deben ser en simultáneo. Pero sí causar el mayor el ruido posible. En tres meses de haber lanzado la campaña aseguran contar con comitivas en poco más de cien ciudades.
Lo curioso del asunto es que Napoleón Gómez no acusa directamente a los peruanos sino a los puneños, con quienes comparte el lago Titicaca. “La situación nos llega al corazón de cada uno de los bolivianos, porque vemos tanta distorsión, tantos inventos. Los puneños le mienten a los hermanos peruanos que son honestos y respetan a Bolivia y, además, le mienten al mundo”, dijo hace poco en una conferencia en Oruro, la región que se atribuye la concepción de la diablada, la morenada y la llamerada.
Esta vez la denuncia de Obdefolk cuenta con el soporte de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro (ACFO) y los dirigentes de la Festividad del Gran Poder y la Festividad de Chutillos en Potosí.
“Es hora de que todos los bolivianos asumamos nuestra responsabilidad y hagamos de esto una causa nacional”, ha dicho Napoleón Gómez, quien espera sumar al Gobierno. Lo cierto es que su carta dirigida a la Unesco ha encontrado eco.
En abril recibieron una respuesta firmada por Fumiko Ohinata, secretaria de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, donde sostienen que abordarán el tema en la decimonovena sesión del Comité de Intergubernamental que se realizará del 2 al 7 de diciembre en Asunción, Paraguay.
La respuesta peruana no se ha hecho esperar. Eladia Margot De la Riva Valle, vicegobernadora regional de Puno y presidenta del Comité de Salvaguardia de la Festividad Virgen de la Candelaria, indica que no existe ningún plagio y que tienen cómo defender la autenticidad de las danzas puneñas. “La diablada tiene su origen en Juli, una ciudad a orillas del Titicaca. No existe ninguna apropiación, y lo vamos a demostrar”.
Por su parte, el regidor de Puno, Henry Flores Villasante, ha anunciado que en los próximos días organizarán una conferencia de prensa con documentos en mano para sustentarlo. “Si quieren debatir, vamos a debatir. Estamos en coordinación con varios historiadores puneños para hacerlo. Habrá una respuesta contundente. Estamos seguros de lo que defendemos. Al señor Napoleón (Gómez) le vamos a dar Waterloo”, ha prometido con sorna.
Además, Flores Villasante, quien también lidera la directiva que organiza la Candelaria, ha comunicado que están preparando un contragolpe: un oficio a la UNESCO para que el Carnaval de Oruro, declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial en el 2008, pierda su inscripción. “El sustento de la ficha técnica está lleno de datos de Puno. Cómo pueden criticar a la Candelaria si ellos mismos han incurrido en una falta. Nosotros también vamos a alcanzarle un documento a la Unesco, alzando nuestra voz de protesta porque ellos debieron ampararse en datos reales. Han utilizado datos de Ludovico Bertonio, misionero de Juli en el Virreinato del Perú y de cronistas peruanos como el Inca Garcilaso de la Vega. Debieron ceñirse a la verdad. Vamos a observar su ficha de candidatura”, ha amenazado.
Un antiguo ensayo del periodista boliviano Wilson García Mérida, director del diario digital Sol de Pando, continúa siendo un vigente llamado a la cordura sobre este debate histórico. “En el territorio andino que atraviesa la frontera republicana entre Bolivia y Perú (e incluso Chile), habitan pueblos quechua-aymaras que tienen una misma identidad cultural; sus expresiones religiosas, sus fiestas y sus modos de vida son exactamente las mismas (…) Los pasantes en ambos lados del Titicaca apellidan igual: Quispe, Choque, Mamani, Chambi, Condori…; y no es que los peruanos nos robaron a los bolivianos hasta los apellidos. Los mismos colores y sabores, las mismas polleras y los mismos rostros de bronce, idénticos ritmos y matices locales son casi imperceptibles”. Lo que sucederá en los próximos meses no pinta para ser tan sensato.
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