CRÓNICAS. Nuevas Amenazas al Planeta
CRÓNICAS. Nuevas Amenazas al Planeta
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Como si no fueran suficientes los problemas que afronta el mundo, contaminación ambiental, expansión del narcotráfico, polarización económica y más, nuevas estrategias de guerra surgen a pretexto de defender la paz.
Parece que se ha olvidado la decisión que se tomó el 2 de septiembre de 1945 de nunca más usar armas atómicas, cuyo efecto aterró al mundo cuando días antes, el 6 y el 9 de agosto, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki recibieron el impacto de dos bombas atómicas de 16 y 17 kilotones (un kilotón equivale a mil toneladas de dinamita) lanzadas por Estados Unidos, las mismas que cobraron 260 mil víctimas que pasaron a integrar la cifra total de los 55 millones de fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces hasta el presente el número de bombas atómicas se ha incrementado al igual que su poder mortal, no importa si se trata de las pequeñas bombitas atómicas o de las clásicas, lo cierto es que, en cifras conservadoras, el arsenal de las potencias se distribuiría de la siguiente manera: Rusia 5.977, Estados Unidos 5.428, China 350, Francia 290, Reino Unido 225, Pakistán 165, India 160, Israel 90, Corea del Norte 20.
Al verse Estados Unidos superado en arsenal atómico por Rusia; amenazado por el poderío de China; o de una posible alianza nuclear de China con Rusia; o quizás de China, Rusia, Corea del Norte; o de un acuerdo que incluiría a Irán, en previsión de cualquier ataque ha decidido crear otra estrategia de paz y defensa: el “Nuclear Employment Guidance”
El proyecto es ultrasecreto. Sólo lo conocen el presidente Joe Biden, quien lo autorizó en marzo, ciertos funcionarios de seguridad nacional y los más altos mandos del Pentágono. Quien asuma la Presidencia de Estados Unidos, sea Kamala Harris o Donald Trump, en enero del 2025 tendrá que observar esa guía, la misma que, según adelantó en junio el director de control de armamento y no proliferación del Consejo de Seguridad Nacional, en caso de un ataque atómico simultáneo o secuencial, la defensa estadounidense “disuadiría” con una combinación de armas nucleares y no nucleares.
Por lo visto, hay nuevas amenazas al planeta.
Atrás quedaron los diálogos y el estrechamiento de manos entre el ex mandatario Donald Trump y Kim Jong-un, líder de Corea del Norte. Atrás quedaron los buenos oficios de Alemania y Reino Unido, que lograron que China e India aseguren que no apoyarán que Rusia utilice armas nucleares en Ucrania. Atrás quedaron las reflexiones sobre el valor de la paz, la decisión de no dar opción a otra Guerra Mundial, la intención de llegar a un total desarme nuclear internacional. Atrás quedó el uso del arma más poderosa que tiene el ser humano: el diálogo sincero y conciliador, el único que derrota odios, resentimientos, desconfianzas, ese diálogo que auspicia el perdón, la disculpa, el nunca más a la guerra nuclear.
Parece que todavía no se comprende que una Tercera Guerra Mundial será la última. En ese Apocalipsis todos pereceremos en cuestión de minutos, mientras quienes se creen dueños del destino de cada uno de nosotros, de nuestro planeta, se refugiarán en los bunkers que están listos para recibirlos con provisiones para algunos años. Creen que ellos volverán a poblar la Tierra y que gozarán de su belleza y recursos, cuando ni siquiera podrán salir de sus cápsulas pues el intenso calor nuclear derretirá los elementos y hará hermético cualquier escape. Allí sucumbirán por aburrimiento, angustia, claustrofobia y por el reclamo de sus conciencias que les reprocharán su vanidad y capricho, por emplear el dinero en armas y no en aliviar el hambre, la pobreza y la conservación de nuestro único hogar, nuestra Madre Tierra.
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