“Cuando tratas con ‘monstruos’, no hay piedad ni reglas: la tarea es destruirlos. Me temo que esto es lo que vemos en la retórica exterminacionista en Medio Oriente”
“Cuando tratas con ‘monstruos’, no hay piedad ni reglas: la tarea es destruirlos. Me temo que esto es lo que vemos en la retórica exterminacionista en Medio Oriente”
- Un año después de su inicio, la guerra en Medio Oriente se ha vuelto para el filósofo David Livingstone Smith un caso contemporáneo paradigmático del tema en que es experto: la deshumanización.
Este profesor de filosofía en la Universidad de New England define ese fenómeno al que ha dedicado varios libros como “la actitud de concebir a los demás como criaturas inferiores a los seres humanos”.
“La deshumanización se produce en la cabeza de las personas, y luego esas actitudes pueden influir en cómo tratan a esos otros a los que conciben como animales infrahumanos”, explica Smith en una entrevista con BBC Mundo.
A su juicio, esa definición es el trasfondo del ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, cuando asesinó unas 1.200 personas y tomó otras 251 como rehenes, así como de la respuesta militar israelí que dejó más de 40.000 muertos en Gaza según el ministerio de Salud de la franja controlada por Hamás.
Smith advierte además que la retórica deshumanizadora que alimenta ese conflicto también se percibe en otros contextos, desde la guerra en Ucrania hasta los mensajes del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, actual candidato republicano a la Casa Blanca.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo con el autor de Making Monsters: The Uncanny Power of Dehumanization (“Creando monstruos: el misterioso poder de la deshumanización”):
¿Cómo definirías la guerra entre Israel y Hamás un año después de su comienzo?
Es una pesadilla, extremadamente peligrosa y brutal.
No veo que pueda salir nada bueno con el sufrimiento infligido a los palestinos a causa de la reacción de Israel a las brutalidades que se cometieron el 7 de octubre.
Ahora la guerra se está extendiendo al Líbano y a Hezbolá. Y Hezbolá es mucho más formidable que Hamás. Estoy muy preocupado.
¿Ves ejemplos de deshumanización en la guerra de Gaza?
Sí, y también tienen una importante prehistoria.
Si nos fijamos en el discurso político, al menos desde 1948 ha habido una deshumanización mutua entre los palestinos y sus partidarios árabes, y los israelíes, de ambas partes.
El discurso político ha descrito a menudo al otro como infrahumano, como insecto, como cerdo, como perro.
Y cuando un grupo de gente concibe a otro como infrahumano, se crea una situación muy peligrosa, porque podemos tratar a criaturas menos humanas de forma muy diferente a como nos sentimos obligados a tratar a los miembros de nuestra propia especie.
Los insectos pueden ser exterminados, pisados, aplastados. Nadie siente mucha compasión por un gusano. Así que, si se consigue inculcar en la mente de la población que esos otros son infrahumanos, se pueden permitir terribles actos de violencia.
Se podría argumentar que toda guerra es una forma final de deshumanización. ¿Qué hace especial al conflicto entre Israel y Hamás?
La deshumanización es bastante común en la guerra, sobre todo si hay un elemento racial, si el enemigo es visto como fundamentalmente diferente e inferior. Cuando existe ese tipo de construcción, con mucha facilidad ocurre la deshumanización y se cometen atrocidades.
Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas tendían a no deshumanizar a los alemanes porque los consideraban racialmente similares, miembros de su propia especie.
Pero con los japoneses la situación era muy diferente. Los Aliados deshumanizaron a los japoneses de forma bastante clara y explícita, y los japoneses deshumanizaron a los Aliados occidentales de forma bastante explícita.
En el conflicto israelo-palestino, y ahora libanés, también existe ese elemento. Desde mucho antes hay una racialización del pueblo judío a los ojos de los musulmanes, más en concreto de los árabes.
Y hay una racialización de los musulmanes, y más en concreto de los árabes, por parte de los israelíes.
Tenemos ese trasfondo de creencia en una diferencia fundamental, en la inferioridad y peligrosidad del otro grupo. Eso crea una situación donde hay una probabilidad extraordinaria de que se desarrolle la deshumanización.
¿La guerra de Gaza es un caso paradigmático de deshumanización?
No históricamente. Pero creo que podría considerarse un caso contemporáneo paradigmático de deshumanización.
La guerra en sí no es deshumanización. Las actitudes que informan la violencia son el elemento deshumanizador.
Has citado como ejemplo de deshumanización el hecho de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llamara al inicio de la guerra a derrotar a “monstruos sedientos de sangre”, o que su ministro de Defensa dijera que estaban luchando contra “animales humanos”. ¿No son apenas palabras para reflejar la indignación y el terror causados a su pueblo por los ataques de Hamás el 7 de octubre?
Claro que son reacciones a eso. Pero llevan a la deshumanización, no sólo de Hamás sino del pueblo palestino en general.
Cuando decimos que “estamos luchando contra monstruos humanos”, por supuesto que hay un sentimiento de indignación por las atrocidades cometidas. Pero el lenguaje no era “estamos luchando contra personas que han cometido actos monstruosos”.
No se trata de los actos: lo que la propaganda está negando es la propia humanidad no sólo de las personas que cometieron los actos, sino, casi por contagio, de toda la población palestina.
Quien lo dude, que vea el alcance de las brutalidades que Israel ha cometido contra los palestinos en general en este conflicto.
Los monstruos no son reales. Son encarnaciones ficticias del mal. Y cuando empiezas a considerar a un grupo de personas como encarnaciones del mal, tienes una situación muy peligrosa y destructiva. Lo hemos visto una y otra vez históricamente.
Cuando tratas con “monstruos”, no hay piedad, no hay reglas: la tarea es destruirlos por completo. Me temo que esto es lo que estamos viendo en mucha de la retórica exterminacionista que tiene lugar hoy en Medio Oriente.
Publicaste un libro dos años antes del comienzo de esta guerra, “Making Monsters”, donde planteas esto precisamente. ¿Crees que esa retórica fue mera coincidencia o algo premeditado?
Es muy difícil decirlo, porque este tipo de retórica tiene un largo historial. Y es frecuente que los propagandistas utilicen una retórica deshumanizadora para que la población se asuste lo suficiente como para realizar actos que de otra forma no estaría dispuesta a realizar.
Lo vemos una y otra vez. Lo describo en mi libro de 2021. Tienes una persona en posición de autoridad que dice: “No confíes en tus ojos; estos parecen seres humanos, pero en realidad son peligrosas criaturas infrahumanas”.
A veces esto se hace cínicamente, en un esfuerzo simplemente por manipular actitudes. Pero a menudo las personas en esos puestos con ese tipo de discurso creen realmente lo que dicen.
Por ejemplo, creo que el ministro de propaganda en la Alemania nazi, Joseph Goebbels, creía mucho de lo que decía sobre los judíos como criaturas infrahumanas monstruosas que debían ser destruidas. Así que es difícil saberlo.
¿Ves la misma retórica por parte de los palestinos en el contexto de esta guerra?
Tengo menos acceso a las representaciones verbales. Y la situación está tan cargada que nunca sé si las traducciones son exactas.
Sin embargo, en la prensa árabe suele haber caricaturas que representan a Israel o a los judíos como monstruos sedientos de sangre, como criaturas infrahumanas, que se comen a los bebés, lo que irónicamente es un viejo tema antisemita que se remonta 800 años atrás en Europa.
Tenemos una larga historia de esto a ambos lados del conflicto.
En un ensayo sobre esto señalaste que no simpatizas con Hamás ni eres antisemita, y que de hecho eres judío y te alegrarías de “ver a Hamás destruido”. ¿Por qué sentiste la necesidad de explicar eso?
Porque tenemos que caminar por una cuerda floja. Primero quiero que la gente entienda que soy una persona judía muy crítica con lo que hace Israel.
Esta situación se ha polarizado mucho en todo el mundo y quiero disipar la sensación de que, si uno es judío, está de acuerdo con las atrocidades que Israel ha cometido y sigue cometiendo.
Pero me opongo a cualquier grupo de personas que considere legítimo cometer atrocidades, asesinar inocentes. Y eso es precisamente lo que hizo Hamás en la masacre del 7 de octubre.
De hecho, si vemos los estatutos de Hamás, se describen explícitamente a sí mismos como deseosos de borrar a Israel del mapa. Históricamente eso es algo comprensible, pero es increíblemente destructivo y peligroso.
Estamos tratando con una organización teocrática.
Palestinos e israelíes no van a ir a ninguna parte. La tarea ahora es encontrar una manera de que estas personas vivan juntas en paz y prosperidad.
Por desgracia, hay fuerzas en ambos lados que trabajan contra de eso: los israelíes de derecha y grupos como Hamás y sus aliados.
¿Lo de Oriente Medio es extraordinario o parte de un patrón creciente de deshumanización en el mundo?
No sé si la deshumanización está creciendo. Por desgracia, ha sido una característica de la vida humana desde que tenemos registros. Podemos encontrar referencias a los demás como monstruos o criaturas infrahumanas en escritos de civilizaciones antiguas hasta el presente. Así que no diría que está creciendo; es un peligro perpetuo.
Lo que sí creo es que, con el inminente cambio climático, la deshumanización se convertirá en un problema mucho más significativo y peligroso.
¿Por qué?
Porque vamos a tener una migración humana que probablemente no tenga parangón en la historia.
A medida que partes del mundo se vuelvan inhabitables, las poblaciones se desplazarán. Ya lo vemos con los refugiados que se desplazan de Medio Oriente a Europa.
Hay una deshumanización rampante de estas personas. Y esto sólo puede empeorar con el cambio climático.
¿Observas ejemplos de deshumanización también en la guerra de Ucrania?
Sin duda hay ejemplos en ambos bandos.
Los medios de comunicación rusos han hecho todo tipo de referencias deshumanizadoras a Ucrania y a los ucranianos.
Una de las más famosas es cuando un propagandista ruso describió la guerra como “desparasitar a un gato”. Los gusanos parásitos, por supuesto, serían los ucranianos. Es un tipo de imagen descaradamente deshumanizadora, que los nazis utilizaron en los años 1930 y 1940.
También Rusia al principio de la guerra describió con frecuencia a Ucrania como un país lleno de nazis. Es una imagen de la encarnación del mal en estado puro, sobre todo en Europa del Este, una referencia deshumanizadora.
Del lado ucraniano ha habido declaraciones que describen a los invasores rusos con un lenguaje y representaciones visuales demonizadoras.
Un cartel para reclutar soldados muestra a un ucraniano con uniforme militar con un aspecto muy humano y heroico, luchando contra zombis rusos como los que aparecen en las películas de terror.
¿Algún indicio de que la propaganda política deshumanizadora tenga lugar en Occidente ahora?
Sí, en Estados Unidos. Nuestro expresidente Donald Trump ha descrito con mucha frecuencia a los migrantes, especialmente de América Latina, como seres infrahumanos.
Y lo ha hecho de forma bastante ambigua. En cada ocasión no queda claro si se refiere a miembros de pandillas que han hecho cosas terribles o a inmigrantes indocumentados en general.
Creo que es una ambigüedad estratégica. Pero aun si hablara solo de criminales, son seres humanos y caracterizarlos como no humanos es erróneo y peligroso.
Más recientemente, Trump ha descrito a los inmigrantes haitianos como personas que roban y comen mascotas, perros y gatos.
Las mascotas son como niños, miembros de la familia. Entonces acusar a los haitianos de robar y comer mascotas equivale psicológicamente a acusarles de canibalizar a los niños. Es una estrategia deshumanizadora que se remonta a siglos atrás.
¿Qué hace falta para detener y revertir un proceso de deshumanización una vez iniciado?
Es muy difícil una vez que ha empezado, por desgracia. Así que la prevención es más esperanzadora.
Podemos tomar medidas en varios frentes. Una de ellas es educativa. La mayoría de las naciones y grupos étnicos mienten sobre su propia historia.
Si miramos históricamente, todo el mundo tiene las manos manchadas de sangre. Las naciones nacen en la violencia. Es falso que haya algún grupo religioso que haya sido universalmente tolerante y generoso con los demás, a pesar de que se diga lo contrario.
Y es muy importante que la gente sea educada en los actos de atrocidad que su propio grupo ha cometido históricamente, porque eso introduce una medida de humildad. Enseña a la gente: “Dios mío, somos capaces de hacer estas cosas; no son sólo los otros, somos nosotros. Así que tenemos que tener cuidado”.
Otro elemento educativo importante es comprender cómo y por qué todos somos capaces de deshumanizar a los demás y entender las formas específicas de propaganda que son tan poderosas para conseguir que pensemos que los demás son menos que humanos.
Necesitamos formas de defendernos de esa propaganda y de nuestras propias inclinaciones psicológicas tan humanas. De lo contrario, no podremos estar alerta.
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