“Es importante explorar nuestras fantasías y tratar de no juzgarlas, pues nos permiten a muchos ser funcionales en la vida real”
“Es importante explorar nuestras fantasías y tratar de no juzgarlas, pues nos permiten a muchos ser funcionales en la vida real”
- A sus 34 años, Giacomo Roncagliolo asegura tener muchas inseguridades y pensamientos intrusivos que a veces lo hacen dudar de sus capacidades como escritor.
Pero eso no lo detiene.
En su última novela, “El fantástico sueño de aniquilar esto”, el escritor peruano aborda temas como la culpa, la perversión, los límites de la sexualidad y el deseo, la adicción a la pornografía y a la intimidad virtual y cómo la tecnología ha influido en todo esto.
Cuenta la historia de Jaime, un joven adicto al sexo virtual que se obsesiona con una adolescente menor de edad tras ver un video casero donde aparece un grupo de muchachas que celebran en un jacuzzi.
La chica, que además es prima de su novia, desaparece de forma misteriosa, lo que hace que en Jaime crezca la obsesión y una extraña culpa.
Roncagliolo trabajó durante cuatro años en esta obra que describe como “introspectiva” y con la que dice que buscó entender sus propios límites, culpas y adicciones.
Comenzó su carrera literaria a los 24 años y su primera novela, “Ámok”, publicada en 2018, fue finalista del Premio Clarín de Novela, uno de los más prestigiosos de América Latina.
Roncagliolo habló en el marco del Hay Festival Arequipa, que se celebra del 7 al 10 de noviembre.
¿Cómo nace la idea de “El fantástico sueño de aniquilar esto”?
Me acuerdo que por muchos años tuve una fijación con el anime Serial Experiments Lain que vi durante mi adolescencia.
En esa serie, que tiene lugar en los años 90, la amiga de una adolescente que está en el colegio se suicida y esa misma tarde logra contactarla a través de un chat.
Los chats estaban surgiendo en esa época, y me pareció interesante la idea de que internet podía ser un punto de contacto entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Al final salió un libro que toma la forma de un thriller en el que se relata la historia de una adolescente que desaparece.
Hay un gran misterio alrededor de eso y rápidamente se desarrolla una investigación policial, pero también por parte del protagonista, que se convierte en una especie de detective que muestra una obsesión por la joven y por eso también se sospecha que él podría estar involucrado en su desaparición.
¿Qué aspecto de la culpa te llamó la atención?
Creo que lo más interesante de la culpa es que un sentimiento muy abstracto.
Estamos acostumbrados a pensar que es la consecuencia de un acto concreto; es decir, yo maté a alguien y por eso me siento culpable.
La culpa algo que forma parte de nosotros, queramos o no, seamos buenos o malos. Parecemos condenados a sentirla”.
Pero yo lo veo más bien como una condición existencial. Hagamos hecho algo malo o no, todos sentimos culpa, es algo que forma parte de nosotros, queramos o no, seamos buenos o malos. Parecemos condenados a sentirla.
Yo quería explorar el porqué. Por eso la culpa del protagonista es un poco ambigua frente a la desaparición de la adolescente.
Porque él no ha tocado a la joven, pero sí ha masturbado viendo un video suyo, y pese a que no es responsable de su desaparición, vive atravesado por la culpa, como si hubiera hecho algo malo.
El lector es libre de juzgar qué tan malo es lo que hizo. Esa ambigüedad me parece interesante.
¿Y de dónde dirías que viene la adicción al porno de Jaime, el personaje principal?
Seguramente la desarrolló durante algún periodo específico, como pasa con cualquier conducta adictiva.
En su caso, creo que fue durante la adolescencia.
Como él, mucha gente no supo cómo manejar los nuevos estímulos que trajo la tecnología, como el acceso absoluto y gratuito a la pornografía, y terminó adicta.
Quizá es una de las consecuencias de que hace 20 años internet permitiera que todos los adolescentes del mundo pudieran, a través de un clic, acceder a todo eso que antes estaba prohibido o era más difícil acceder.
Eso fue, sin duda, un generador de adictos a la pornografía.
¿Qué visión tienes de la intimidad virtual?
Yo creo que puede ser positiva o negativa, depende del uso que se le dé.
La intimidad sexual, como la de un adulto que ve pornografía u otro que se muestra frente a una cámara web, no debería estar sometida a controles, siempre y cuando no se le esté haciendo daño a alguien, como con la pornografía infantil u otros crímenes.
Internet es un gran campo que nos permite explorar nuestras fantasías, y es importante tratar de no juzgarlas, pues nos permiten a muchos ser funcionales en la vida real.
Al personaje principal, sin embargo, se le sale de las manos… Ve pornografía a escondidas de su novia, quien está durmiendo justo al lado de él.
Él actúa de esa manera por varias razones. Una de ellas es que hay una parte de él que quiere que su novia lo vea. Forma parte de su deseo de autodestrucción.
Algunos piensan que lo que nos pervierte son las nuevas tecnologías y que por su culpa estamos cayendo en adicciones, pero no es así.
Hay gente, como Jaime, a quienes se les ha salido de control y han entrado en terrenos inmorales.
Pienso que los perversos no son así por culpa de internet. Las perversiones ya estaban ahí, la red solo ha ayudado a que se manifiesten y se visibilicen.
El desarrollo tecnológico ha sido un campo muy amplio y muy libre de gran acceso gratuito, que antes no existía, sobre todo para los que vivimos en el sur global y estamos acostumbrados a la piratería.
En lugares como Perú, por ejemplo, internet hizo posible todo, lo bueno y lo malo.
Aquí no hay o no funciona ningún tipo de control sobre él, como sí podría funcionar en los países del Norte, en los que no puedes googlear ciertas cosas porque viene la policía y te toca la puerta.
El internet fue un generador de adictos a la pornografía a finales de los años 90″.
Pero no hay duda de que nos transformó profundamente, aunque creo que aún no sabemos hasta qué nivel.
Es muy pronto aún para sacar conclusiones importantes al respecto. Ya veremos con las próximas generaciones.
También abordas el tema del abuso sexual. Paula, la novia del protagonista, fue abusada por su profesora. ¿Cómo crees que eso influyó en su personalidad?
Ella vive con un trauma que le ha hecho perder una porción de su vida y de los recuerdos alrededor de los ratos que pasó con la profesora.
Paula sospecha la gravedad del abuso, pero se trata de un recuerdo nebuloso, que ella misma ha romantizado para protegerse.
Muchas personas que han sido abusadas guardan cierto afecto por los perpetradores o romantizan un poco la situacion para protegerse.
Luego, con una lucha más terapéutica se puede tratar de entender qué fue lo que pasó y cuál fue el tono.
Te das cuenta de que no fue una historia de amor ni un contacto tierno, sino que una persona adulta abusó a sabiendas de un niño o adolescente.
Identificas en la novela que el protagonista ha hecho cosas porque siente ganas urgentes y ocultas de dinamitar todo vínculo con el mundo. ¿De dónde viene el deseo de hacer eso?
Creo que está relacionado justamente con la culpa. Es un personaje que vive con toda clase de culpas, incluida la sexual, pero no solo esa.
También tiene que ver con sus vínculos familiares. Ha estado alejándose de su familia, no hace caso de los esfuerzos de su mamá por entrar en contacto con él, odia a su hermano.
Se ha apartado del mundo, se ha aislado; es una persona que sólo tiene tres amigos: su hermana, la persona con la que vive y su novia, y siente una gran culpa de haber dejado sola a su madre con su padre y su enfermedad.
Todo eso sirve de base para que busque, poco a poco, la autodestrucción.
Eso es finalmente lo que hace cuando se masturba con aquel video de la prima de la novia, mientras ella está justo al lado.
Él es alguien torturado por una culpa abstracta y necesita fijarla, bajarla a tierra, ponerle un nombre específico.
Por eso tras ese acto siente alivio. La culpa deja de ser un lamento existencial y se transforma en algo concreto, en la culpabilidad de ser un pervertido.
Tengo la impresión de que Jaime llena el vacío que siente con sexo virtual, que a través de él trata de buscarle propósito a su vida y evitar los pensamientos suicidas. Eso le funcionó por un rato, pero ¿es sustentable?
El camino que él ha tomado anticipa un final. No es sustentable, pero puede funcionar por muchos años.
No me interesaba enviar a Jaime a un psicólogo para que solucionara sus problemas, sino que buscara esas vías extrañas a través de su sexualidad, imaginar qué sucede cuando alguien está escapando de su destino a través de la masturbación y el sexo que se puede encontrar en internet, y poco a poco va encontrando nuevas fronteras y nuevos horizontes.
Pero sí, las adicciones y el sexo pueden ser una distracción, una panacea, una anestesia, pero claramente, y como sucede en la novela, es una forma de escape temporal. Nada más.
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