Cipriani fue cardenal muy joven, doctor honoris causa, amigo del Papa. Y un depredador sexual
Cipriani fue cardenal muy joven, doctor honoris causa, amigo del Papa. Y un depredador sexual
– Como centenares de otros clérigos que se esconden debajo de una sotana para cometer sus deplorables abusos, el ultraconservador exarzobispo de Lima miembro del Opus Dei fue apartado y exiliado de Perú por una denuncia por pederastia que llegó hasta el Vaticano
Fue proclamado cardenal por Juan Pablo II con apenas 57 años; ha sido distinguido por el Estado con los reconocimientos más altos que pueden otorgarse: Orden El Sol y Medalla de Honor en el Grado de Gran Cruz; y según algunos medios estuvo cerca de ser el primer papa latinoamericano en el cónclave de 2005. Seis universidades le concedieron el Doctorado honoris causa; condujo un programa radial y televisivo durante dieciocho años; y gozó de un poder influyente en las decisiones políticas del Perú, un país mayoritariamente católico.
A pesar de contar con estas condecoraciones, Juan Luis Cipriani siempre dividió aguas por su talante beligerante y ultraconservador. Pero hoy, tras la primicia develada por el diario español EL PAÍS, su memoria se encamina a ser la de uno de esos hombres malignos de iglesia que dañó al prójimo y escondió sus pecados debajo de su sotana.
Después de seis años, por primera vez un medio de comunicación explicó la verdadera razón por la que Cipriani fue apartado de su cargo y exiliado del Perú en el 2019: una denuncia por pederastia que fue silenciada durante más de cuarenta años.
Un laico que allá por 1983, cuando todavía era un adolescente, asegura haber sido tocado y besado por Cipriani durante el sacramento de la confesión. Mediante una carta, el exarzobispo de Lima, ha negado los hechos e incluso ha señalado que no fue escuchado por el papa Francisco. “No es la primera vez que se acusa a un cardenal en falso, con relatos llenos de detalles escabrosos. Aprovecho esta ocasión para manifestar mi rechazo y repulsa total a los abusos sexuales a menores y personas vulnerables”, ha dicho en su defensa.
En el 2013, Cipriani no fue tan enfático que digamos con Gabino Miranda Melgarejo, entonces obispo auxiliar de Ayacucho y miembro de una organización vinculada estrechamente al Opus Dei. Una novicia y un monaguillo de 14 años lo acusaron de tocamientos indebidos y de abuso sexual. Cipriani, máxima autoridad del Opus Dei en el Perú, pidió compasión para Miranda y trató por todos los medios que su prelatura quedara al margen del escándalo. “No hagamos leña del árbol caído. Las personas tienen derecho a defenderse […] Sería de muy mal gusto que en una situación así se quisiera maltratar a una institución que goza de enorme salud espiritual, cercanía con Dios y que procura siempre hacer el bien en la iglesia. El Opus Dei jamás va a tolerar o encubrir situaciones de este tipo”, indicó.
Gabino Miranda, finalmente, fue destituido como obispo e incluso como sacerdote, en aparente venganza por sus afirmaciones.
El reportaje del diario español EL PAÍS cuenta que la víctima de Juan Luis Cipriani fue acosada por familiares y conocidos vinculados al Opus Dei para que se retractara. Recién en las últimas horas, frente a los hechos, el vicario regional del Opus Dei en el Perú, Ángel Gómez-Hortigüela, se ha disculpado por no haberse comportado a la altura de las circunstancias, aunque en un tono condicional. “Pido perdón de todo corazón si no he sabido atender con plena acogida a una persona que deseaba ser escuchada […] Hoy me doy cuenta de que podría haberle ofrecido una acogida personal, humana y espiritual, que sí me consta que recibió de otras personas del Opus Dei”, expuso.
A mediados del 2016, en su programa Diálogos de fe, el cardenal cercano al fujimorismo desencadenó un terremoto al justificar las violaciones sexuales por la manera como se conduce una mujer. “Las estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas, pero no es porque hayan abusado de las niñas, sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como en un escaparate, provocando”. La ofensa de culpar a la mujer de ser ultrajada le valió la indignación de un gran sector de la población que realizó un plantón en las instalaciones de Radio Programas del Perú.
Fue en esa misma radio, que lo acogió por dos décadas, que el principal promotor de la Marcha por vida en el país andino —iniciativa que está en contra de todo tipo de aborto y excluye a las familias que no sigan el modelo tradicional— tuvo palabras impropias para un hombre de fe hacia quienes luchan por que se despenalice el aborto en caso de violación. “Si no estás de acuerdo con la vida, suprime la tuya. Pero ese niño que ya está en el vientre de su madre, vamos a darle un ambiente grato, acogedor”, dijo.
Juan Luis Cipriani, ingeniero industrial y seleccionado nacional de básquetbol antes de dedicarle su vida a Dios, promovió que se sometiera a referéndum la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y la entrega gratuita de píldoras anticonceptivas.
Además hizo gala de su intolerancia al referirse al nuevo currículo escolar con enfoque de igualdad de género. “Por qué tanto afán de corromper nuestra moral […] Queremos enseñarle a nuestros niños que las mujeres pueden ser hombres y los hombres pueden ser mujeres […] Si seguimos en este engaño de que todo puede ser, entonces démosle de comer excremento a los niños en vez de un pedazo de carne. Démosle un poco de veneno”, subrayó, desbordado, en el 2017.
Para ese momento, la imagen de Cipriani había dejado de ser inmaculada. En agosto del 2015 fue separado del diario El Comercio por plagiar párrafos enteros de los papas Paulo VI y Benedicto XVI en sus columnas de opinión. El cardenal intentó hacer un control de daños con el argumento de que “la brevedad del espacio lo llevó a omitir las fuentes”, pero fue expectorado. Había pecado por omisión.
A fines de los ochenta, en los más álgidos de la guerra interna, Cipriani fue nombrado obispo auxiliar de Ayacucho, la región más golpeada por el terrorismo y las fuerzas militares. Diversos actores políticos, organizaciones y dirigentes vecinales lo han acusado en reiteradas oportunidades de no haber atendido los reclamos de la gente y más bien haberse puesto de lado de los comandos.
Según la prensa, el cura fue despectivo con la labor de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, una coalición de organismos de la sociedad civil. Según Cipriani, manipularon lo que dijo. Pero lo cierto es que la siguiente frase, que data de 1994, lo seguirá acompañando por el resto de sus días: “He salido al frente de los pobres y de los que han masacrado esta ciudad. Y durante ese trajín no he visto a los de la Coordinadora de Derechos Humanos, esa cojudez”.
A sus 81 años, Juan Luis Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei, afronta sus días más aciagos. Algunos de sus escuderos han salido en su auxilio, como el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, quien lo condecoró hace un par de semanas. “Es injusto acusar a un ser humano y no darle derecho a defenderse”, ha dicho. Otros se han inclinado por el silencio. Sea como fuere, queda para la posteridad su antología de frases.
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