Carney, es una amenaza para nuestra economía, al igual que Trump

Carney, es una amenaza para nuestra economía, al igual que Trump

• La gran amenaza de Trump no son sólo los aranceles, sino también el cambio en la economía estadounidense, algo que el aspirante a primer ministro, Mark Carney, no hará, lo que significa la pérdida de empleos.

Por Brian Lilley

Como país, simplemente no estamos preparados para lo que viene de Washington. No me refiero a los aranceles, quién sabe cuáles serán o si llegarán y cuándo.

Me refiero a los cambios que Trump introducirá en la economía estadounidense.

El sábado, Trump habló con sus partidarios más entusiastas en la Conferencia de Acción Política Conservadora en Maryland, justo al otro lado del río de Washington D.C. Una vez más, les hizo una promesa que debería entusiasmar a todos los estadounidenses y poner nerviosos a todos los canadienses.

“Para impulsar aún más nuestra economía, hemos lanzado el programa de desregulación más agresivo en la historia de cualquier nación, y también vamos a buscar los mayores recortes de impuestos en la historia de Estados Unidos”, dijo Trump.

“Como saben, los redujimos de cerca del 40% al 21% y ahora los estamos reduciendo al 15% si fabrican sus productos en los Estados Unidos de América”.

Hay tantas cosas en ese breve fragmento del discurso de Trump que deberían preocupar a los líderes políticos y empresariales canadienses.

Un sistema regulatorio radicalmente reducido en los Estados Unidos dificultaría la competencia de las empresas canadienses. Algunas regulaciones son buenas, gran parte son trabajo inútil o ideas respaldadas por leyes que ya no tienen sentido.

En Canadá, tenemos una alta carga regulatoria y nuestro mayor socio comercial y competidor en materia de inversiones está a punto de tener una carga mucho menor. Eso hará que Canadá sea menos atractivo para la inversión y para los ejecutivos que toman decisiones sobre dónde expandir o ubicar plantas.

Lo mismo ocurre con los impuestos.

En este momento, el impuesto corporativo efectivo en Canadá es del 15%, el mismo nivel al que Trump quiere reducir su tasa. Durante más de un siglo, la política industrial canadiense ha buscado asegurar una tasa más baja en los impuestos corporativos como una forma de atraer inversiones y empleos.

En general, ha funcionado, pero con una tasa impositiva corporativa igual, una carga regulatoria reducida y la posibilidad de aranceles, Estados Unidos se vuelve más atractivo.

Es decir, a menos que también cambiemos y alteremos radicalmente nuestras reglas económicas.

Lamentablemente, estamos a punto de tener un nuevo primer ministro que no ve ese como el camino a seguir. Hace unas semanas en Halifax, el candidato a líder liberal Mark Carney anunció que eliminaría el impuesto al carbono para el consumidor, pero luego cambió y dijo que compensaría la diferencia aumentando el impuesto al carbono industrial.

“Haremos que los grandes contaminadores paguen por ello”, dijo Carney.

Mencionó dos veces a las empresas siderúrgicas como un ejemplo del tipo de gran contaminador que quiere que pague por su programa. Las empresas siderúrgicas crean empleos, a diferencia de Carney, y ya están pagando masivamente el impuesto al carbono.

Tomemos como ejemplo a Algoma Steel en Sault Ste. Marie, que en el año fiscal que terminó el 31 de marzo de 2024 pagó $24,6 millones en impuestos al carbono sobre un ingreso neto de $105 millones. Desde entonces, el impuesto al carbono ya subió un 23% el 1 de abril pasado y el próximo 1 de abril verá otro aumento del 19%.

Eso significa que, salvo que haya otros cambios, si Algoma produjera la misma cantidad de acero que en el año fiscal 2023-24, estaría pagando casi 36 millones de dólares anuales en impuestos al carbono. Y además de eso, Carney quiere aumentar el impuesto al carbono industrial y agregar un arancel al carbono sobre los bienes importados.

El plan del nuevo líder liberal es tan perjudicial para nuestra economía como los planes que salen de la Casa Blanca de Trump.

¿Por qué quejarse del daño que los aranceles al acero y al aluminio harán a nuestra economía cuando nosotros mismos infligimos nuestro propio daño al eliminar puestos de trabajo y ahuyentar a la industria?

Algoma es una empresa siderúrgica al borde del abismo y probablemente cerraría ante los cambios de Trump y la política insensata de Carney. Otros actores de la industria, como ArcelorMittal, propietario de Dofasco, probablemente trasladarían la producción a sus diversas plantas estadounidenses en Detroit y sus alrededores, en Ohio o en otros lugares.

Carney se burla de la idea planteada por el líder conservador Pierre Poilievre de que necesitamos eliminar el impuesto, pero eso es exactamente lo que tendremos que hacer.

Ante los aranceles, pero también ante la reestructuración de la economía estadounidense por parte de Donald Trump, no tendremos otra opción. En realidad, tendremos una opción: podemos quedarnos con el status quo y hundirnos en una recesión y un declive económico persistente, o podemos comenzar a reconstruir nuestra economía para competir y eso incluye no imponer costos innecesarios a las empresas y la industria que solo ahuyentarán empleos e inversiones.

Poilievre lo entiende; entiende que para competir en este nuevo orden económico que está creando Trump necesitamos dar rienda suelta a nuestra propia economía, diversificar el comercio y abrazar las industrias basadas en recursos naturales de Canadá.

Enfrentamos múltiples amenazas de Washington; Las decisiones que tomemos aquí en Canadá determinarán si prosperaremos o nos encaminaremos hacia el declive permanente.