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  • August 25, 2025 , 09:51am

CRÓNICAS: ¿Jugando a ser Dios?

CRÓNICAS: ¿Jugando a ser Dios?

Por; Lucía P. de García

Toronto.- No es un secreto que desde hace varios años, laboratorios del mundo se encuentran empeñados en crear bebés humanos en base a diversas técnicas. No importan la exhortaciones éticas y morales de religiosos y de otros científicos para que se evite incursionar en ese campo, ya que los humanos no solo poseemos un cuerpo sino que también tenemos sentimientos, y en base a ellos construimos nuestras vidas.

Por sobre estas consideraciones, los experimentos iniciaron con la creación de modelos sintéticos obtenidos de células madre de ratones. Las células formaron el embrión y cuando en forma natural debían implantarse en el útero materno se interrumpió su evolución para ser estudiadas. Comprobaron que se parecían a los embriones normales, pero no eran idénticos. 

Los primeros experimentos sobre embriones humanos se dieron en 2017 en Estados Unidos. Luego de crear un útero artificial utilizando un fino vinilo transparente lleno de un líquido salino entibiado y preparado en semejanza al líquido amniótico, en el Children´s Hospital de Filadelfia se logró que un cordero prematuro se desarrollara en ese “biogab”, tras conectar su cordón umbilical a un tubo que le proporcionaba los respectivos nutrientes.  

En 2023, en Israel, un equipo del Instituto Wiezmann creó embriones sintéticos humanos sin usar espermatozoides ni óvulos sino células madre pluripotentes, es decir las que pueden convertirse en cualquier clase de célula de nuestro organismo, talvez un pulmón, una rótula, un tejido de piel. Al séptimo día, cuando esa “entidad”, como la llamaron, debía haber sido envuelta por células formadoras de la placenta, ya tenía un estado de gestación correspondiente a esa semana, y a los 14 días liberó hormonas que en una prueba de embarazo en laboratorio dieron positivo. El experimento fue anunciado en junio de aquel año ante un congreso científico en Boston, y en septiembre lo publicó la revista científica Nature.

Este tipo de experimentos también los ha realizado el Instituto de Tecnología de California y la Universidad de Yale. 

A inicios de agosto del presente año, en China, un equipo de científicos indicó que están desarrollando un robot humanoide con capacidad para gestar un embarazo en un útero artificial que contiene líquido amniótico sintético, que provee al feto de los nutrientes necesarios hasta el momento de su nacimiento. 

Aunque el equipo no dijo si se utilizarán células madre pluripotentes, o cómo se realizará una fecundación entre óvulo y espermatozoide para después implantarla en el útero artificial, lo cierto es que la tecnología está en etapa avanzada y sólo falta implantarla en el útero del robot.

Pese a que los científicos que trabajan en este proyecto indiquen que lo hacen para favorecer el conocimiento de los problemas fetales, prevenirlos, darles solución y así beneficiar a las parejas ansiosas de concebir sin problemas, evitar abortos y defectos de nacimiento, desde ya se anuncia que el precio aproximado del  “prototipo” será de unos USD 14.000. 

Lo que no dicen es si la “madre robot” será capaz de brindar a su hijo el amor que le brinda la madre biológica desde el momento mismo de ser concebido, mientras crece y se desarrolla en su vientre hasta el instante de nacer, la ternura que el bebé recibe de su madre a partir de entonces, el intercambio de emociones y aprendizajes que produce esa íntima relación madre-hijo. 

Tampoco se habla de la posible creación de bebés para experimentos peligrosos, deshumanizantes, para la guerra, para enviarlos al espacio o a determinado planeta, para propósitos inimaginables e igualmente crueles con ese pequeño e indefenso ser humano. Y recalco: ese pequeño e indefenso ser humano. 

¿Es necesario realizar este experimento cuando se habla de una Tierra sobrepoblada, con niños que sufren orfandad, hambre, explotación sexual o laboral, falta de oportunidades para vivir con dignidad? 

¿Tiene sentido desafiar la sabiduría de la Naturaleza que, con mecanismos propios de cada especie, hace que todos los seres vivos se multipliquen y pueblen nuestra bella,  generosa y amorosa Madre Tierra? 

¿Acaso se trata de egos y competencias científicas que desafían e irrespetan los derechos humanos y sólo buscan jugar a ser Dios?

  

  

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