Planta automotriz de Brampton da marcha atrás y se traslada a EE.UU. ante presiones de Trump

Planta automotriz de Brampton da marcha atrás y se traslada a EE.UU. ante presiones de Trump

• Stellantis anunció que invertirá 13.000 millones de dólares estadounidenses durante los próximos cuatro años para ampliar su capacidad de fabricación en EE. UU., una medida que trasladará la producción de un modelo fuera de Ontario, lo que genera preocupación por la pérdida de empleo canadiense.

La compañía, anteriormente conocida como Chrysler, afirma que el Jeep Compass, cuya fabricación estaba prevista en la planta de ensamblaje de Brampton, se trasladará a la planta de ensamblaje de Belvidere, en Illinois.

Stellantis afirma que sus nuevas inversiones aumentarán su producción de vehículos en EE. UU. en un 50 % y crearán más de 5.000 empleos.

Pero en Canadá, esto significa que «se están sacrificando cientos de empleos en el sector automotriz en nombre de Trump», declaró Lana Payne, directora nacional de Unifor, en un comunicado.

La planta de Brampton, Ontario, ha estado cerrada desde principios de 2024 para su reequipamiento para fabricar la próxima generación del vehículo, pero esos trabajos se detuvieron en febrero ante la amenaza de aranceles. Payne instó al gobierno a tomar medidas para proteger los empleos.

“No se puede permitir que Stellantis incumpla sus compromisos con los trabajadores canadienses, y el gobierno no puede quedarse de brazos cruzados mientras nuestros empleos se trasladan a Estados Unidos”, declaró Payne, cuyo sindicato representa a miles de trabajadores de la industria automotriz en Stellantis, Ford y General Motors.

El alcalde de Brampton, Patrick Brown, calificó la decisión de profundamente decepcionante.

“Este anuncio representa un retroceso en su compromiso de modernizar y reequipar las instalaciones de Brampton, un compromiso que dio a sus 3.000 trabajadores y sus familias la esperanza de un futuro seguro y sostenible en la fabricación de automóviles”, declaró en un comunicado.

La inversión de 13.000 millones de dólares de Stellantis en EE. UU. se produce en un momento en que la industria automotriz canadiense enfrenta incertidumbre y presión financiera debido a los aranceles impuestos este año por Trump, quien busca una mayor producción nacional de vehículos.

El primer ministro Mark Carney calificó la decisión como “una consecuencia directa de los aranceles actuales de EE. UU. y las posibles futuras medidas comerciales de EE. UU.”

En un comunicado emitido el martes por la noche, Carney afirmó que el gobierno federal estaba trabajando con el gobierno de Ontario y Unifor para proteger a los empleados de Brampton y crear nuevas oportunidades para ellos.

“Además, hemos dejado claro que esperamos que Stellantis cumpla con los compromisos adquiridos con los trabajadores de Brampton”, declaró.

El premier de Ontario, Doug Ford, expresó su decepción con Stellantis y les hizo saber que “nunca dejará de luchar” por los trabajadores automotrices de la provincia.

“Esta decisión es especialmente dolorosa para los trabajadores que han estado desempleados durante meses”, declaró en una publicación en redes sociales este miércoles por la mañana.

Ford afirmó que no se han recibido fondos provinciales para el fabricante de automóviles para su proyecto de Brampton, y que no se seguirá adelante hasta que su gobierno reciba garantías claras sobre cuándo la fábrica reanudará sus operaciones.

“Stellantis tiene el deber de cumplir su promesa a los trabajadores automotrices de Brampton y continuar con su asignación en Brampton”.

Canadá es muy importante
Al preguntarle sobre el futuro de la planta de Brampton, un portavoz de Stellantis afirmó: “Canadá es muy importante para nosotros. Tenemos planes para Brampton y los compartiremos en futuras conversaciones con el gobierno canadiense”.

“Llevamos más de 100 años en Canadá y estamos invirtiendo”, declaró LouAnn Gosselin, directora de comunicaciones de Stellantis en Canadá.

Señaló que la compañía anunció planes para cumplir con la promesa de añadir un tercer turno a la planta de ensamblaje de Windsor, en el suroeste de Ontario.

La semana pasada, cuando se publicaron en Estados Unidos informes sobre la próxima inversión de Stellantis, un analista de la industria automotriz dijo que tal decisión no sería una sorpresa.

“No me sorprende, y no creo que nadie que haya estado al tanto de lo que ocurre en Estados Unidos deba sorprenderse”, declaró Tom Venetis, editor de la revista Octane.

Anotó que el nuevo régimen de Trump está presionando a Stellantis para que “repiense” sus estrategias de inversión y fabricación.