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    • August 14, 2011 , 10:08pm

    Esperanzas en el Cuerno de África

    Esperanzas en el Cuerno de África

    Según los más pesimistas, los pueblos del “Cuerno de África” están “en los últimos momentos” de su existencia, a punto de desaparecer físicamente de la faz de la tierra; solo un milagro los salvaría de la extinción total, pocos sobrevivirían para contar la historia en detalle de sus últimos días.

    Lo cierto sí es que mueren todos los días de hambre y de tiro de fusil, miles y miles de “cuerno-africanos” debido a la sequía provocada por los cambios climáticos en la región y al incremento de los efectos perversos de las diferentes confrontaciones entre naciones y entre facciones de los mismos países.

    Empecemos por explicar ¿qué es eso del “Cuerno de África”?. En efecto, si miramos de frente un mapa del continente negro vemos al noreste (a nuestra derecha) en uno de los dos puntos en que se une virtualmente con el Asia Menor, al sur del Mar Rojo, que surge del continente sobre el Océano Índico un territorio en forma de “cuerno de rinoceronte”, en el cual están situadas hoy cuatro (4) naciones: Somalia, Djibouti (o Yibuti) Eritrea y Etiopía, todos ellos integrados a lo que entre los siglos I y X se denominó el reino de Aksum, que participó muy activamente en los intercambios comerciales entre la India y el mundo mediterráneo y sirvió de punto de encuentro entre el subcontinente indio y el Imperio romano.

    Todavía se discute si probablemente este mismo territorio constituyó, en todo o en parte, el Reino de Saba referenciado en el Antiguo Testamento y en el Corán como un reino muy rico, conocido a través de la célebre visita de la Reina de Saba al Rey Salomón, cuya extensión territorial es desconocida, creyéndose que comprendía parte del Cuerno de África y del sur de la península Arábiga, más exactamente, la actual República de Yemen.

    Lo que sí se afirma con argumentos sólidos es que el Arca de la Alianza, el objeto más hermoso y poderoso del mundo, el recipiente sagrado que contiene las tablas originales de los Diez Mandamientos, que de acuerdo con el Libro del Éxodo de la Biblia Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí, reposa en Etiopía, en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión, por haber sido sustraído subrepticiamente y llevado a este país por Melinek I, hijo del Rey Salomón y de la Reina de Saba, al huir aquel de Jerusalén. Y para rematar, hay quienes aseveran que allí, en el Cuerno de África, se dio el origen del hombre, por la antigüedad de valiosos hallazgos arqueológicos.

    Con todo este cúmulo de historias, mitos y leyendas, algo tuvo que ocurrir en el “Cuerno de África” para pasar de un próspero reino agrícola en la época en que esta era la actividad que generaba más riqueza, a cuatro naciones sumidas en la mayor pobreza y miseria de la tierra, que algunos atribuyen a los drásticos cambios climáticos generados por la devastación colonialista europea de sus verdes bosques y praderas en búsqueda expansiva de maderas finas y especias y más recientemente de petróleo; y a las frecuentes confrontaciones fronterizas e intestinas.

    El “Cuerno de África” una zona de tradicional inestabilidad política, económica y social, que ha sido de un interés muy especial para las potencias europeas, los EE UU, Rusia y China, por ser ruta obligada de los barcos petrolíferos y de mercancías provenientes del oriente y del oriente medio rumbo al mediterráneo y al océano atlántico (o vice versa) a través del mar rojo, está al borde de la hecatombe humanitaria debido a la explotación irracional de sus recursos naturales por aquellas naciones, a la intromisión en sus asuntos internos de las dos tendencias políticas universales (comunismo y capitalismo) durante la guerra fría y a la “guerra santa” emprendida por las religiones islamita y cristiana en esa región desde hace siglos, que han sido el combustible de la guerra permanente entre vecinos.

    Jamás, en cambio, aquellas naciones colonialistas e imperialistas buscaron soluciones al continuo deterioro de los ecosistemas del “cuerno” y mucho menos a la recuperación de sus bosques y fortalezas agrícolas de antaño.

    Si principalmente Italia, Gran Bretaña, Francia y Portugal que tuvieron posesiones y/o acciones coloniales en el “cuerno africano”; y en la última centuria Alemania, Estados Unidos, Rusia y China, con fuerte presencia política en estos territorios, hubiesen tenido verdadera conciencia humanitaria y sentido del deber, habrían constituido hace años un “Fondo Internacional pro-reconstrucción del cuerno africano” (diferente a la ayuda alimentaria que Naciones Unidas solicita y coordina en este momento en el mundo con destino a la hambruna en esta región) destinado a recuperar el potencial agrícola y ganadero que ellos -en su afán depredador- sustrajeron o destruyeron en aquellos territorios. Es una especie de deuda social y ecológica que estos países tienen con toda el África, que deberían ir cancelando por partes a medida que las crisis se vayan presentando.

    No se nos diga que no es posible recuperar las áridas mesetas en que se han convertido las hermosas dehesas de otras épocas en el “cuerno africano” porque ejemplos hay cientos en la humanidad de este tipo de reconversiones, como ocurrió, verbigracia, con los eriales desérticos de Israel, donde el abandono, la erosión y la deforestación habían convertido los territorios cultivables en inmensos llanos y colinas infértiles, secas y salobres, que hoy los israelíes, a base de tecnología y constancia, han logrado restituir a la economía nacional como prósperas áreas agrícolas e industriales, habilitando previamente sus suelos, construyendo terrazas en los cerros, pulverizando las áreas rocosas, aplicando un drenaje masivo de los pantanos, reduciendo la salinidad y reforestando; reduciendo la asimetría pluvial del país por medio de un gigantesco acueducto nacional conformado por una red de canales, tuberías, cisternas y puntos de bombeo; y con un programa agresivo de investigación tecnológica que los llevó a sembrar nubes, reciclar las aguas servidas, y desalar el agua salobre, realizando avances sofisticados en el riego directo a la raíz, invernaderos y sistemas computarizados aplicados a la fertilización de los terrenos.

    En el “Cuerno de África”, como región, por consiguiente, no todo está perdido; son dos millones de kilómetros cuadrados de territorio en el cual viven aproximadamente cien millones de habitantes, con una densidad de población de 50 habitantes por kilómetro cuadrado, con apenas el 30% de su territorio conformado por tierras áridas; en contraste con Israel que solo cuenta con 27.817 km2 y tiene 7´590.000 habitantes, para una densidad poblacional de 273 habitantes por km2, cuyas tierras áridas constituían más del 60% del territorio, reconvertidas en un 80% a la productividad agro-industrial.

    Si bien las llanuras de Somalia y de Yibuti padecen una aridez extrema y sequías más frecuentes debido a fenómenos que según los meteorólogos se generan en los vientos monzónicos tropicales que aportan lluvias estacionales al Sahel y a Sudán que vienen del Oeste, de manera que cuando llegan a Yibuti y Somalia ya han perdido la mayor parte de su humedad, es obvio que la reforestación y la readaptación de terrenos áridos como se hizo en Israel, serían soluciones permanentes a las dificultades naturales de aquella región que desfallece por la incuria de sus explotadores colonialistas.

    En cambio, el Oeste y el Centro de Etiopía, así como el extremo meridional de Eritrea, se hallan más expuestos a los vientos mencionados y reciben por tanto mayor cantidad de lluvia, siendo menor el problema en volumen territorial, pero también de igual solución para aquellas zonas áridas próximas a Yibuti y Somalia.

    Lo de la hambruna, grave asunto, es cierto, que debe ser atendido con prioridad por la humanidad; pero la solución estructural al problema tiene que ser la que aquí hemos planteado, porque es la única eficaz y sostenible.

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    • jotalos@diarioelpopular.com (al periódico)
    • jotalos@gmail.com (al columnista)

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