En entredicho la probidad de DSK
En entredicho la probidad de DSK
Es inevitable abordar el caso Dominique Strauss Kahn, el flamante Presidente del Fondo Monetario Internacional, que ha conmovido a “tirios y troyanos”, o para mejor decir, a fariseos y moralistas; a los primeros para exacerbarles su hipocresía, o sea, su fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tienen o han experimentado; y a los segundos, para excitarlos aún más a posiciones éticas exageradas. En el otro extremo está el gran grueso de los “franceses”, para quienes nada hay de cierto en todo esto, salvo un muy bien elaborado complot entre norteamericanos y franceses enemigos de la candidatura de DSK a la Presidencia de la República Gala por el Partido Socialista.
A “contrario sensu” de lo que afirman los “radicales” de un lado y los amigos incondicionales del “encartado” del otro, pocos comentarios hemos leído o escuchado en la prensa mundial que sean absolutamente objetivos, que respeten no solo la tan cacareada “presunción de inocencia” de DSK sino los derechos humanos de la modesta trabajadora de hotel, supuestamente ofendida, por cierto inmigrante y afrodescendiente, por tanto perteneciente a dos minorías discriminadas en los Estados Unidos de América.
Ahora, a quienes corresponde respetar la “presunción de inocencia” de DSK en hechos como los que se investigan es a los fiscales y jueces norteamericanos que llevan la causa, por ser este un derecho de naturaleza fundamentalmente judicial. La prensa no es tribunal de justicia, solo registra la información que vaya apareciendo y comenta, según su leal saber y entender, los alcances de las evidencias o hallazgos judiciales o periodísticos y las expresiones de los actores y testigos de los hechos incidentales, que pueden coincidir o no con la apreciación judicial.
Lo que si le está vedado a los medios es dar por condenado o absuelto a alguien que aún no ha sido definitivamente sentenciado, o sea, a un imputado cuya causa esté aún pendiente de instancias judiciales de apelación o cualquiera otra forma de revisión por un superior funcional, sin que esto limite los juicios de opinión del periodismo. Más claro, para la opinión de un periodista puede aparecer un reo culpable o inocente, a la luz de evidencias judiciales conocidas públicamente o de sus propias averiguaciones, así para el juicio del togado respectivo sea todo lo contrario. Lo único que le está vedado al periodista es hacer imputaciones sin la respectiva carga probatoria, así sea indiciaria, porque podría incurrir en calumnia o en falsas imputaciones, delitos tan condenables como los que imputa.
Por ejemplo, en el caso DSK hay indicios claros de que este estuvo en el lugar de los hechos denunciados por la mucama, que ocupó la habitación que ella dice fue el escenario del supuesto “abuso sexual”, que en efecto el informe pericial constató la existencia de los arañazos en el cuerpo del victimario que la víctima afirmó en su denuncio haberle propinado en su defensa, que DSK tiene antecedentes de acoso sexual a mujeres, que la agredida denunció oportunamente la agresión lo cual permitió la captura del agresor cuando abordaba un avión con destino a Francia, que otro informe técnico pericial arrojó la existencia de residuos de esperma en la ropa de cama usada por el acusado y en el vestuario de la empleada.
Por supuesto que tales indicios eran de tal gravedad que ameritaban la apertura de una investigación criminal en cualquier parte del mundo, pero así como no se puede condenar anticipadamente a DSK de culpable sin haberle oído y vencido en juicio, tampoco se puede prejuzgar al sistema judicial norteamericano de parcializado y xenófobo por haber cumplido con el deber de encartar al ciudadano francés en un proceso por hechos punibles cometidos en territorio estadounidense.
Desafortunado el momento en que ocurrieron los hechos, claro está, por la incidencia que están teniendo no solo en la política francesa, en la cual intervenía el acusado como probable candidato presidencial, sino por el impacto negativo que seguramente tendrá en el perfil –ya bastante deteriorado, por cierto, aun cuando muy poderoso aún a nivel económico global- del Fondo Monetario Internacional, del cual DSK era Presidente; origen todo esto de la idea perspicaz del “complot”, muy propia de la “imaginería francesa”. Pero ¿quién escogió el momento de los hechos, si es que la justicia determina finalmente su relevancia penal? No habría duda, el propio DSK.
¿Alguien ha pensado en los derechos humanos de la mujer agredida? ¿en su condición de inmigrante o descendiente de inmigrantes? ¿en su categoría racial de afrodescendiente? Claro que sí, precisamente DSK pero para intentar desvirtuar su credibilidad, buscando antecedentes raciales, sociales o familiares denigrantes en su país de origen, que le resten mérito a su acusación.
Aquí es donde las ONG´s de derechos humanos que tanto predican su vocación de defensa de los débiles frente a los poderosos sacaran a relucir sus mejores argumentos en defensa de la modesta trabajadora por la violación de su derecho a un trabajo digno, al respeto de su honra, a la garantía de la inviolabilidad de su integridad personal, etcétera, consagrados en todos los instrumentos internacionales de derechos humanos y convenios internacionales de protección del trabajo individual.
Tampoco se han escuchado las protestas de las organizaciones sindicales norteamericanas que tanto poder tienen en el Estado y en el gobierno actual, como de igual manera han callado los organismos de defensa de los derechos de los inmigrantes y de las minorías raciales en Estados Unidos y en el mundo.
Hay que entender que todos estos llamados de solidaridad deben hacerse porque la confrontación es desigual, pues mientras DSK tiene todo el dinero que se requiera y conserva aún gran poder político para defenderse y contra atacar a la humilde mujer que lo acusa, ella solo cuenta con lo que la imparcialidad e independencia de la justicia norteamericana puedan garantizarle.
Ojalá la justicia del país del norte pudiera profundizar en la personalidad de DSK como este lo está haciendo con la mucama, pagando de su bolsillo costosos investigadores privados que se adentren en los antecedentes y comportamientos precedentes suyos y de su familia. Seguramente encontraría que el personaje aquel ha tenido graves antecedentes disciplinarios y penales, que si bien en este último caso ha sido absuelto por las autoridades francesas, han dejado serias dudas sobre su credibilidad y respetabilidad, hasta el punto que ya le estaban haciendo daño en su frustrada candidatura a la Presidencia de Francia.
Estaremos atentos a lo que diga la justicia y muestren los hechos y evidencias.
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