Las mascotas no creen en la democracia

Las mascotas no creen en la democracia

La figura del líder es habitual en el reino animal

Dentro del reino animal el concepto de democracia no existe, ya que el líder no es elegido democráticamente ni se somete a votación. Si bien es cierto que viven en su gran mayoría en grupos, en algunos casos hembras y machos juntos en otro por separados, existe siempre un líder cuya misión es guiar al resto y al cual todos obedecen sin hacer preguntas ni cuestionarse las ordenes emitidas, y aunque pueda parecer extraño para muchos el ser presidente del gobierno o líder es un puesto apetecido por los diferentes miembros de la manada. Generalmente, por no decir en todos los casos, esa responsabilidad es muy grande para ellos y no la asumen tan fácilmente. Por otra parte, el respeto hacia los mayores y la experiencia que estos tienen pesa mucho a la hora de desafiarlos.

Pero por otro lado, si por cualquier circunstancia sea quien sea dentro del grupo debe asumir el puesto de presidente del gobierno, lo asume sin más y lo más curioso del caso es que la capacidad de liderazgo, si bien es cierto que no la demuestran siempre, en cuanto son imbuidos de dicho honor aparece de manera inmediata. No necesitan de discursos, ni reuniones para convencer a los demás, como tampoco buscar aliados que le convoquen, lo asumen sin celebraciones ni nada y a trabajar, que a eso vinimos.

Les hago un poco esta comparación para entender el por qué en muchos casos nuestra mascota se transforma en un incorregible, que no obedece ni nos escucha nada de lo que le decimos. El problema que ahí sucede es que nosotros, los humanos, no asumimos nuestro papel y por lo tanto a falta de un líder ellos asumen dicho puesto y de ese momento en adelante se convierten en el centro de atención. Por lo tanto hacen lo que quieren, deciden cuál es la zona de los baños, con qué quiere jugar, dónde le gusta dormir, a qué hora quiere comer, cuando quiero salir a pasear y no solamente eso, sino que cual es el lugar al que quieren ir. Si por casualidad nuestro amigo se da cuenta al salir a pasear que va suelto, inicia de inmediato una carrera desenfrenada hacia el parque o plaza que más le gusta sin siquiera en muchas ocasiones mirar atrás.

Pero si, por el contrario, éste se entera de que está sujeto por la correa no constituye tampoco ningún obstáculo, pues sabe que tirando de su amo también lo consiguen. En definitiva, gobierna a su regalado gusto todo, y como son demasiado inteligentes y se han dedicado tanto tiempo a observarte y conocerte, tienen claro que, con una buena sacudida de la cola, poniendo cara triste para que te dé pena, o inclusive haciendo algún movimiento gracioso que a ti te guste, siempre obtienen lo que desean cuando y como ellos quieran.

En la gran mayoría de los casos, cuando las personas me consultan respecto de problemas de comportamiento de sus mascotas, los estudio y analizo primero llegando generalmente a la misma conclusión. Lo que provoca el problema es una falta de liderazgo y de guía de nosotros hacia ellos. No asumimos nuestro papel, pareciera que en muchas ocasiones tuviésemos miedo a regañarlos, o si lo hacemos imitamos la misma técnica con la cual corregiríamos a un niño, “te vas a tu cuarto y te quedas castigado sin televisión”. O, peor aún: mira, tu nariz te la empapo en los orines que hiciste en algún momento en la sala, hago un fuerte ruido con un periódico y te digo “no, eso no”, pero como el resultado no es satisfactorio ni rápido corto por lo sano; “mira, con nuestro amigo no hay caso. No entiende, así que mejor déjalo en un rincón de casa semienjaulado para que no ocasione problemas, ya que me salió medio ‘retrasadito’, el pobre”.

A los dueños les da mucha risa cuando les hago estos comentarios, pues al parecer ven reflejados sus actos en mi descripción, pero a su vez les pregunto ¿actúan ustedes igual con vuestros hijos?, a lo que de inmediato me contestan que no. Pues a ellos si le marcamos las pautas, impartimos ordenes respecto de cómo deben comportarse, qué es lo que pueden hacer y qué no, a qué hora pueden llegar etc., entonces si poseemos esa capacidad innata de enseñar ¿por qué no la aplicamos con nuestro amigo? La respuesta siempre es la misma. “No sabemos cómo hacerlo, pero sí nos gustaría mucho poder intentarlo”.

Para enseñar a nuestra mascota, lo primero que debemos tener en cuenta es que se requiere de mucha paciencia y comprensión, ya que si bien la situación puede resultar un poco más complicada debido a que no hablamos el mismo idioma, no dista mucho de aplicar la misma técnica utilizada con nuestros niños cuando éstos eran chicos y tampoco hablaban. En esos momentos, si queríamos indicarle al niño que tal objeto no lo debían tomar, se lo mostrábamos y le decíamos “No”.

Bueno, con nuestro perro es igual. Ellos no necesitan cumplir cierta edad para enseñarlos, desde el momento que llegan a nuestro hogar y pasan a formar parte de nuestra familia, como todo miembro del grupo, debe saber quién es el líder, cómo se gobierna en casa, qué cosas pueden o no hacer y dónde, pero lo más importante es hacerles entender cuál es su puesto dentro de la jerarquía de la manada, pero jamás debemos pensar que lo aprenderá solo, pues a falta de un instructor y a su libre albedrío, ellos sin más lo asumen, se colocan la banda presidencial y a partir de ese momento empezarán los problemas dentro de casa.

La buena convivencia con tu mascota depende de ti, tú eres su dueño por lo tanto a ti te vera como su líder (Alfa), si no asumes ese papel, desde el principio te será muy difícil asumir el rol posteriormente, ya que el puesto de mando lo asumió el y no lo entregará tan fácilmente. Infórmate de qué técnicas debes utilizar para lograrlo y así podrán juntos disfrutar los ricos momentos dentro y fuera de casa.