La calidad de vida en Canadá, desigual y a peor
La calidad de vida en Canadá, desigual y a peor
El Índice de Bienestar, presentado este jueves, revela que el crecimiento económico no se ha traducido en mejoras importantes para la mayoría de los ciudadanos, advierte de que la clase media se está erosionando cada vez más y denuncia que los gobiernos llevan dos décadas obsesionados con el Producto Interior Bruto y dejando a un lado la calidad de vida.

El Índice reúne hasta 64 indicadores con los que se evalúa el progreso experimentado en áreas como el espíritu de comunidad, la salud, la educación, el medio ambiente, el ocio o el compromiso democrático
El Popular. Toronto.- El sólido crecimiento económico experimentado por el país en los últimos años no parece haber significado mucho en la vida cotidiana de la mayoría de los canadienses, según los datos que revela el último Índice de Bienestar.
El informe, hecho público este jueves, muestra que la clase media canadiense se está erosionando cada vez más, y supone una advertencia para los gobernantes sobre posibles estallidos de descontento social, que podrían estar a la vuelta de la esquina, según señala Roy Romanow, el presidente de la junta consultiva de la Universidad de Waterloo, grupo que ha elaborado el Índice.
“Hay algunas señales muy preocupantes”, indica Romanow en una entrevista con la agencia The Canadian Press. “Creo que si continuamos en esta trayectoria tendremos diferencias y desigualdades cada vez mayores. No se puede construir una comunidad sólida en sus aspectos político, económico y social si existen grandes desigualdades”, añadió.
El Índice de Bienestar Canadiense es considerado como un complemento del Producto Interior Bruto, en el sentido de que mide la calidad de vida de una sociedad de una forma que no hace la referencia macroeconómica.
Este índice se ha estado elaborando durante años, y reúne hasta 64 indicadores con los que se evalúa el progreso experimentado en áreas como el espíritu de comunidad, la salud, la educación, el medio ambiente, el ocio o el compromiso democrático.
Mientras que el Producto Interior Bruto mide, básicamente, lo que producen las empresas y el Gobierno, el Índice de Bienestar se centra en lo que realmente está ocurriendo con los ciudadanos. Y lo que revelan los datos es que, si bien la economía creció un 31 por ciento entre los años 1994 y 2008, el Índice de Bienestar ha aumentado sólo un 11 por ciento en este mismo periodo de tiempo.
Así, mientras que la inversión y la actividad empresarial han ido incrementándose a un ritmo considerable, los hogares canadienses se han limitado a experimentar pequeñas mejoras.
“La brecha entre el Índice de Bienestar y el Producto Interior Bruto nos dice claramente que no se han estado haciendo las inversiones correctas ni entre los ciudadanos ni en nuestras comunidades, y que esto ha ocurrido durante demasiado tiempo”, índica el Índice en su sumario.
Los subcomponentes del Índice de Bienestar revelan que la calidad de vida se ha deteriorado especialmente en áreas como el medio ambiente, el ocio, la cultura y el uso del tiempo libre.
Por otro lado, los investigadores han encontrado que las reservas de metales están tocando fondo, que ha disminuido la biodiversidad, y que se ha disparado el efecto invernadero producido por gases contaminantes.
En lo que respecta al ocio, los canadienses cada vez trabajan más y, aunque es cierto que sus vacaciones son también cada vez más largas, el tiempo que dedican a las artes y a la cultura ha disminuido.
Entre las buenas noticias, el Índice detecta un ligero aumento del estado general de la salud de los ciudadanos: Fuman menos y se ha incrementado el número de vacunados contra la gripe. No obstante, enfermedades como la diabetes y la depresión han ido en aumento. En general, las personas con mejor situación económica gozan también de un mejor estado de salud.
Por otro lado, el nivel de vida general de los canadienses ha aumentado un 26,4 por ciento a lo largo del periodo estudiado, pero lo ha hecho a costa de una mayor desigualdad en los ingresos: Hay más ricos que antes.
Otro apartado de Índice muestra que, si bien los padres dedican más tiempo a leer a sus hijos pequeños, y les apuntan a todo tipo de clases y actividades extraescolares, los niños pasan cada vez más tiempo delante de una pantalla, ya sea de televisión, de ordenador, o de videojuegos. Y los ancianos pasan cada vez menos tiempo con sus familias.
En otras palabras, una familia media tiene que trabajar duro y más tiempo que antes para mantener su rumbo económico, a costa de disponer de más tiempo libre con familiares y amigos, de disfrutar del arte y la cultura, o de dedicarse al voluntariado.
“Son muchos los canadienses que están atrapados en esta especie de crisis de tiempo libre, y que no pueden disfrutar de actividades de ocio y cultura en compañía de sus amigos o su familia. La pregunta que los resultados de este estudio plantean es: ¿Es esto el progreso?”, señala el informe.
Al menos, el Índice muestra asimismo que los canadienses se sienten más seguros que en la década de los años noventa, y que experimentan también un mayor sentimiento de pertenencia a su comunidad. El llamado Índice de Vitalidad de la Comunidad se ha incrementado hasta un 20,7 por ciento en los últimos 15 años.
También ha mejorado el nivel general de educación, destacando en este sentido el mayor número de graduados universitarios. Sin embargo, las calificaciones educativas internacionales de Canadá han bajado en alfabetización, matemáticas y ciencias.
El director del Índice, Roy Romanow, expremier de Saskatchewan por el NDP, insiste en que el trabajo no tiene nada que ver con orientaciones políticas o ideológicas, y destaca que los datos para su elaboración se obtienen de Estadísticas de Canadá y de otros informes, incluyendo a expertos de una gran variedad de campos. Este índice ha sido reconocido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como un trabajo de vanguardia.
No obstante, los resultados del estudio apuntan claramente a fallos en todos los niveles del Gobierno durante las últimas dos décadas, según indica Romanow, quien admite asimismo su parte de responsabilidad como político.
“En lugar de centrarse en la redistribución de la riqueza y de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, los gobiernos están obsesionados con el crecimiento del Producto Interior Bruto”, señaló.
“El resultado es que poco a poco se está reduciendo la vitalidad de la clase media, y que se están socavando los valores centrales de nuestra sociedad, que se basa en promover el esfuerzo individual, en parte, a través de la redistribución de la riqueza”, concluyó.