Una paciente terminal reabre el debate del suicidio asistido
Una paciente terminal reabre el debate del suicidio asistido
Los abogados de Gloria Taylor, una mujer de 63 años afectada por una enfermedad incurable y degenerativa, presentarán este lunes su caso ante la Corte Suprema de la Columbia Británica, y pedirán un cambio en las leyes. Actualmente, en Canadá es ilegal que una persona aconseje, ayude o instigue a otra a cometer suicidio. El delito conlleva una pena máxima de 14 años de prisión.
El Popular. Vancouver.- Cerca de 20 años después de que las leyes canadienses sobre el suicidio asistido fuesen cuestionadas por primera vez por un enfermo en estado terminal, una mujer en la misma condición vuelve a traer ahora este tipo de casos al centro de atención.
Este lunes, los abogados de Gloria Taylor, una mujer de 63 años de edad originaria de Kelowna, Columbia Británica, presentarán una demanda en nombre de su representada ante la Corte Suprema de esta provincia. En ella argumentarán en contra de una legislación que establece como delito asistir a personas enfermas para que terminen con sus vidas.
El pasado mes de agosto, la Fundación “Despedida” para el Derecho a Morir perdió su batalla legal para conseguir cambios en la ley, debido a que los demandantes eran personas anónimas. Sin embargo, en un caso separado, la jueza Lynn Smith, magistrada de la Corte Suprema en Vancouver desde 1998, aceptó acelerar el proceso emprendido por Taylor, quien solicita un suicidio asistido por médicos.
Gloria Taylor sufre de esclerosis lateral amiotrófica, conocida también como enfermedad de Lou Gehrig, un mal incurable que poco a poco va debilitando a la persona y degenera los músculos hasta el punto de la parálisis.
Taylor es uno de los cinco demandantes en el caso. Los otros cuatro son el médico de familia William Shoichet, la Asociación de Libertades Civiles de la Columbia Británica, y Lee Carter y Hollis Johnson, una pareja que llevó a la madre de Carter, Key, hasta Suiza hace dos años para que pudiese morir con la ayuda de un médico.
“Lee y Hollis temen ser procesados penalmente por asistir a su madre a morir, y por eso están cuestionando las leyes”, explicó Grace Pastine, abogada de la la Asociación de Libertades Civiles de la Columbia Británica. Kay Carter sufría de estenosis espinal, enfermedad que consiste en un estrechamiento de la columna vertebral. “Básicamente, estaba destinada a terminar postrada en la cama de un hospital, plana como una tabla de planchar”, indicó Pastine a la agencia The Canadian Press.
El último gran debate sobre la eutanasia y el derecho a morir en Canadá surgió en el año 1993, cuando la Corte Suprema del país dictaminó en contra, por el estrecho margen de cinco votos contra cuatro, de una residente de Victoria, Sue Rodríguez, que intentó cambiar la ley. Al igual que Taylor, Rodríguez sufría también esclerosis lateral amiotrófica. Murió ilegalmente al año siguiente con la ayuda de un médico anónimo.
Sheila Tucker, uno de los abogados involucrados en el caso de Taylor, dijo que su representada es relativamente móvil y que usa un ‘scooter’ para desplazarse, pero que recientemente se cayó y se dañó seriamente las vértebras, lo que podría empeorar su condición.
Según explicó esta abogada, desde que el caso de Sue Rodríguez salió a la luz, otras jurisdicciones, incluyendo Oregón y Washington, en los Estados Unidos, o países como Bélgica, han aprobado leyes con el objetivo de prevenir que las personas sean presionadas o influenciadas para planificar sus propias muertes: “Ahora que existen sistemas eficaces en ese sentido, una prohibición absoluta no es ya constitucionalmente viable”, dijo Tucker, quien añadió que estudios llevados a cabo en Oregón señalan que es poco probable que las personas que desean morir con la ayuda de un médico sean víctimas.
De acuerdo con estos estudios, afirma la abogada, “las personas que buscan ayuda médica para morir suelen tener una personalidad fuerte e independiente, y creo que Gloria es un buen ejemplo de esto”.
“Aún en el caso de que no podamos obtener una resolución de la que se beneficie Gloria, es importante que ella sepa que el caso llegará hasta la Corte Suprema de Canadá, y que, potencialmente, supondrá un cambio en la ley del que se beneficiarán otras personas”, agregó.
Sin embargo, el doctor Will Johnston, portavoz de la Coalición Canadiense para la Prevención de la Eutanasia en la Columbia Británica, considera que el caso de Gloria Taylor es “preocupante”, ya que, según señala, lo que realmente se plantea es que los médicos no sean necesarios para administrar la dosis letal, o incluso para ser testigos de la muerte del paciente.
Según Johnston, un cambio en la ley sobre el derecho a morir podría traducirse en más abusos contra los ancianos, “especialmente cuando hay dinero de por medio”, dijo.
Además de médico de partos y de especialista en cuidados paliativos para pacientes terminales, Johnston suele ser contratado también por abogados para llevar a cabo evaluaciones sobre la competencia o la capacidad de personas mayores o enfermas. “Puedo pensar en al menos 10 casos de maltrato a personas mayores en los que hay involucradas personas que están tratando de cambiar su última voluntad o de estafarles con sus ahorros, argumentando que sus familiares ancianos no fueron capaces de tomar este tipo de decisiones”, dijo el médico a The Canadian Press.
En Canadá es ilegal que una persona aconseje, ayude o instigue a otra a cometer suicidio. El delito conlleva una pena máxima de 14 años de prisión.
En el denominado suicidio asistido se proporciona a una persona, de forma intencionada y con su conocimiento y consentimiento, los medios o procedimientos, o ambos, necesarios para suicidarse, incluidos el asesoramiento sobre dosis letales de medicamentos, la prescripción de dichos medicamentos letales o su suministro.
El suicidio asistido se plantea como deseo de extinción inminente, porque la vida ha perdido razón de ser o se ha hecho dolorosamente desesperanzada. Cabe destacar, que en este caso es el paciente el que voluntaria y activamente termina con su vida, de allí el concepto de suicidio.