Ontario, única provincia que protege bien el agua potable
Ontario, única provincia que protege bien el agua potable
En la mayor parte del país apenas se han mejorado los sistemas de protección, control y tratamiento del agua que se consume, y muchos ciudadanos siguen expuestos al riesgo de contaminación, según un nuevo informe del grupo ecologista Ecojustice. La peor nota se la llevan Alberta, los territorios y, especialmente, el Gobierno federal. El problema más importante es la falta de protección en las fuentes de origen.
El Popular. Redacción.- Más de una década después de la tragedia de Walkerton, gran parte del agua potable de Canadá sigue presentando riesgos de contaminación, a pesar de los progresos iniciales llevados a cabo en la mejora de los sistemas de control y tratamiento, según concluye un nuevo informe (el tercero hasta ahora) hecho público este martes por el grupo ecologista Ecojustice.
En el año 2000, siete personas murieron y unas 2.500 resultaron intoxicadas en la ciudad de Walkerton, Ontario, por la contaminación de las reservas de agua con la bacteria E-coli. La tragedia evidenció el deficiente mantenimiento de las plantas de tratamiento de agua en Ontario y en todo Canadá.
Tras el desastre, los gobiernos municipales y provinciales se comprometieron a invertir sumas importantes para renovar sus instalaciones. Se revisaron las normativas existentes y se aumentaron los controles. Sin embargo, con el tiempo, este impulso inicial se ha ido desvaneciendo, según denuncia el último estudio de Ecojustice.
En este sentido, el grupo ecologista destaca que, si bien es cierto que algunas jurisdicciones han intensificado sus esfuerzos para la protección del agua potable en los últimos cinco años, la mayoría no han hecho lo suficiente.
“En muchos lugares, la salud de los canadienses todavía está en riesgo”, concluye el informe. “La falta de avances recientes también parece indicar que el impulso para la protección del abastecimiento de agua, motivado por hechos como los ocurridos en Walkerton, está en decadencia”, añade.
El informe, titulado “Waterproof 3” (“A prueba de agua 3”), encuentra que, de todas las provincias de Canadá, tan solo Ontario merece una calificación A (la nota máxima sería A+) por sus esfuerzos en la protección del agua. Alberta se encuentra entre las peores, con una C-, tan solo por delante de Yukón (D+) y Nunavut (D).
El peor parado, en cualquier caso, es el Gobierno federal, que recibe un rotundo suspenso: Una F.
En concreto, el informe critica a Ottawa por la falta de progresos en el frente legislativo, por la mala calidad del agua que consumen las Primeras Naciones y por unos recortes presupuestarios que, según el estudio, tendrán un efecto claramente negativo en la capacidad de Medio Ambiente de Canadá para controlar y seguir de cerca la situación.
“El Gobierno federal está fallando en casi todos los aspectos de la protección del agua, a pesar de que debería establecer normas rigurosas”, dice el informe.
Por primera vez, el informe se ha ampliado para incluir los esfuerzos realizados en la protección no solo del agua que se consume, sino también de las fuentes de las que procede, en la idea de que la mejor manera de proporcionar a los ciudadanos agua potable segura es garantizar que las fuentes no corren peligro de contaminación.
Los resultados no son alentadores: “La protección plena de las fuentes del agua, un paso crítico en el logro de sistemas de agua potable seguros, ha mejorado hasta cierto punto en tan solo siete de las 13 provincias y territorios”, indica el informe. “Esta carencia es especialmente importante en las zonas con una gran presencia de industria pesada, donde el riesgo de contaminación es alto”, agrega.
Según el informe, la provincia que mejor lo está haciendo en lo que respecta a la protección de las fuentes de agua es la Isla del Príncipe Eduardo, donde la práctica totalidad de los ciudadanos consume agua del grifo procedente de fuentes sometidas a leyes de protección vinculantes. La parte negativa en esta provincia es que el tratamiento del agua no es obligatorio.
Alberta, por su parte, no cuenta con legislación alguna para proteger las fuentes de agua, y, según el informe, sus normas sobre pruebas y tratamiento de aguas no han cambiado en cinco años.
El estudio de Ecojustice elogia a Ontario por haber sido capaz de implementar “el programa más ambicioso del país para la protección de las fuentes del agua”, con estrictos estándares para el tratamiento, pruebas de capacitación para los operadores e información pública.
Con respecto a los territorios, en Nunavut no existen leyes para proteger las fuentes del agua, y sus normas de tratamiento se encuentran entre “las más bajas de Canadá”. Los Territorios del Noroeste, sin embargo, reciben una felicitación por haber puesto en marcha un “ambicioso” proyecto para revisar sus leyes.
Los canadienses que viven en zonas rurales y remotas son los más vulnerables a las “deficiencias alarmantes” detectadas en lo que respecta a advertencias sobre agua contaminada, continúa el informe.
En general, concluye el estudio, las principales amenazas han cambiado a lo largo de la última década. Si hace diez años el mayor problema era la protección del agua consumida en primera línea, ahora lo es la existencia de fuentes desprotegidas, unido a otros problemas derivados del cambio climático y de recortes del gobierno.
Se cita, como ejemplo, una investigación llevada a cabo en Ontario, según la cual muchos medicamentos o restos de fármacos siguen estando presentes en el agua potable, a pesar de lo cual no siempre son obligatorias las pruebas para detectarlos, ni lo es tampoco el tratamiento para eliminarlos.
Ecojustice, conocido anteriormente como Sierra Legal Defence Fund, es un grupo nacional de abogados y científicos que trabajan en temas medioambientales.