La presión policial hace más peligroso ejercer la prostitución
La presión policial hace más peligroso ejercer la prostitución
Los expertos señalan que la presión de las autoridades está desplazando a las trabajadoras sexuales de Canadá a zonas más apartadas y aisladas de las ciudades, donde son más vulnerables a situaciones de violencia.

Un total de 171 prostitutas fueron asesinadas en Canadá entre 1991 y 2004, y solo el 45 por ciento de los casos fueron resueltos
El Popular. Montreal.- No hace tanto tiempo, las prostitutas eran una imagen común en el histórico Lower Main de Montreal. Durante años, la intersección entre la calle St. Catherine y el bulevar St. Laurent fue el epicentro del bullicioso distrito rojo de la ciudad.
Durante la última década, sin embargo, casi todos los clubes de striptease y prácticamente toda la prostitución callejera se han trasladado a las afueras para dejar sitio a un nuevo desarrollo urbano de edificios de oficinas y tiendas de moda, un cambio que puede haber sido beneficioso para los negocios, pero que ha hecho nacer nuevas preocupaciones entre las trabajadoras sexuales.
Y es que la represión policial ha ido empujando a la prostitución hacia partes más aisladas y peligrosas de las ciudades canadienses, donde las prostitutas son más vulnerables y están expuestas a más situaciones de violencia, según explicó a la agencia The Canadian Press Anna-Louise Crago, trabajadora sexual y coordinadora clínica en un grupo de apoyo al comercio del sexo y a las personas implicadas en él, conocido como Stella.
“Existe una increíble presión policial sobre cualquier trabajadora sexual que esté intentando ejercer en calles de esta zona”, indicó Crago a The Canadian Press. “La criminalización y la represión policial contra las trabajadoras sexuales, nuestros clientes y nuestros lugares de trabajo está haciendo que resulte imposible ejercer este oficio en condiciones seguras”, añadió.
Expertos consultados por la mencionada agencia de noticias aseguran que el mismo patrón se está repitiendo en otras ciudades de Canadá.
En Vancouver, por ejemplo, la policía llevó a cabo durante décadas una campaña para trasladar a las prostitutas a la zona más aislada del Downtonw Eastside (la parte Este del centro de la ciudad), donde el asesino en serie Robert Pickton se dedicó varios años a dar caza a sus víctimas, explicó el criminólogo John Lowman, de la Universidad Simon Fraser.
Medidas como esa acaban haciendo que depredadores sexuales como Pickton y otros tengan más fácil cometer sus crímenes, afirmó Lowman, uno de los testigos en la investigación de la actuación policial en el caso de los asesinatos cometidos por Pickton.
“Una de las cosas en las que casi todo el mundo está de acuerdo es que las leyes actuales no tienen sentido. Es un problema que necesita una solución mas de fondo”, afirmó el experto en una entrevista a The Canadian Press.
En Canadá no es ilegal ejercer la prostitución, pero muchas de las actividades relacionadas con esta actividad están clasificadas como delitos penales. Según Lowman, esta ambigüedad ha causado confusión en los tribunales y hace que a la policía le resulte más difícil llevar a cabo su trabajo.
Los esfuerzos para proteger a las trabajadoras sexuales a menudo parecen estar en contradicción con los intentos de la policía para acabar con la prostitución.
Ese parece ser el caso de lo ocurrido el pasado mes de diciembre en Ottawa, cuando el jefe de policía Vern White reaccionó ante la presencia de un posible asesino en serie de prostitutas aconsejando a las trabajadoras sexuales que extremaran sus precauciones, y los grupos en defensa de este sector respondieron que este tipo de situaciones peligrosas son consecuencia directa de tácticas policiales basadas en la fuerza agresiva y en la represión.
Esta tesis está reforzada por las conclusiones de un estudio elaborado por el Centro de Excelencia sobre el VIH/Sida de la Columbia Británica. El informe, basado en entrevistas realizadas a más de 200 profesionales del sexo entre los años 2006 y 2008, señala que existe una relación entre las prostitutas que denunciaron haber sido víctimas de acoso por parte de la policía, y la posibilidad de que estas mismas prostitutas sean víctimas de ataques violentos en un futuro.
En Montreal, el grupo Stella ha registrado entre 50 y 60 episodios de violencia al año contra trabajadoras sexuales, incluidos casos de violación, palizas e intentos de asesinato. Sin embargo, sólo cuatro o cinco casos llegan a los tribunales cada año. Las víctimas a menudo tienen miedo de presentar cargos, dijo Emilie Laliberte, exprostituta y actual directora de Stella.
En todo el país, 171 prostitutas fueron asesinadas entre 1991 y 2004m y solo el 45 por ciento de los casos fueron resueltos, según un informe de la agencia gubernamental Estadísticas de Canadá publicado en 2006. No obstante, dado que muchos de los asesinatos no son denunciados, “estas cifras son, con toda probabilidad, más bajas que las cifras reales”, concluyó un subcomité de la Cámara de los Comunes en ese mismo año.
El Gobierno federal y el Gobierno provincial de Ontario están tratando de anular una sentencia de un juzgado de primera instancia, en la que una magistrada revocó tres leyes contra la prostitución, al entender que la normativa actual obliga a las prostitutas a tener que elegir entre obedecer la ley o mantenerse a salvo.
En septiembre de 2010, la juez Susan Himel, del Tribunal Superior de Ontario, señaló concretamente en su sentencia que “estas leyes, individual o colectivamente, fuerzan a las prostitutas a elegir entre su libertad y su derecho a la seguridad tal y como está protegida bajo la Carta de Derechos y Libertades de Canadá”. El Gobierno federal dijo que estaba “muy preocupado” por la decisión y que estaba considerando “seriamente” presentar un recurso contra la sentencia de Himel, como finalmente hizo.
El caso llegó al juzgado de Himel después de que varias prostitutas solicitasen a los tribunales la eliminación de las leyes del Código Criminal referentes a la prostitución.
Las trabajadoras del sexo argumentan que las leyes les impiden trabajar en locales o puertas adentro, donde las condiciones son más seguras y donde pueden disponer de más tiempo para hablar con un cliente potencial y evaluar el riesgo que pueda suponer.
Sea cual sea la decisión que adopte el Tribunal de Apelaciones, lo más probable es que el fallo sea recurrido ante el Tribunal Supremo de Canadá.
“Tenemos muchas esperanzas depositadas en esa sentencia”, indicó a The Canadian Press Emilie Laliberte,. “Para nosotros es muy importante saber que, incluso si el gobierno no está dispuesto a respetar nuestros derechos, los tribunales sí van a hacerlo”, añadió.
La polémica por legalizar los prostíbulos en aquellos países donde son ilegales no es nueva.
En marzo de 2010, en Francia, una propuesta de una parlamentaria de permitir la reapertura de los burdeles en el país, prohibidos poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, provocó acalorados debates. De acuerdo con una investigación del instituto CSA llevada a cabo para el periódico Le Parisien, un 59 por ciento de los franceses estaba a favor de la reapertura de los burdeles.