El conflicto de las Malvinas
El conflicto de las Malvinas

Alfredo Astiz firmando el Acta de Rendición Condicional ante los capitanes Pentreath y Barker de las fuerzas armadas británicas el 26 de abril de 1982. Foto: Imperial War Museum of London
Vuelven Argentina y el Reino Unido a enfrentarse, hasta hoy diplomáticamente, por la soberanía de las Islas Malvinas (o Islas Falklands como las llaman los ingleses) esta vez con una mayor causalidad económica que política, a la inversa de la motivación básica que tuvo la “guerra de 1982” entre las mismas naciones, promovida por la dictadura del General Galtieri, necesitado de respaldo popular en medio de una gran crisis política que finalmente dio al traste con sus ejércitos y la caída de la Junta Militar que él presidía: perdió estruendosamente la guerra y el gobierno; y los ingleses consolidaron su poder colonial de ultramar en el Atlántico Sur (islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur) y ayudó a que el Gobierno conservador de Margaret Thatcher lograra la reelección en las elecciones de 1983.
Una guerra absolutamente desproporcionada desde el punto de vista militar, pues se enfrentaron en ese entonces la tercera potencia mundial con armas atómicas después de Estados Unidos y la Unión Soviética y una nación del tercer mundo con un ejército desprestigiado y dividido y un pueblo políticamente anarquizado. La guerra se desarrolló entre el 2 de abril de 1982 en que la armada Argentina desembarcó en las Islas y el 14 de junio del mismo año en que cesaron las hostilidades por la reconquista que hizo el Reino Unido de los territorios insulares, con una pérdida en vidas humanas de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños
La crisis Argentina venía desde principios de la década del 80 en que el modelo económico de la Junta Militar dio claras muestras de agotamiento, lo que provocó numerosas tensiones sociales: 90% de inflación anual, recesión crónica y profunda, fuerte decrecimiento económico, empobrecimiento de la clase media, aumento del endeudamiento externo de las empresas y del Estado, pésimo índice de desarrollo humano, incremento marcado de los índices de desempleo y sub-empleo, salario irreal cada vez más depreciado, aumento de los índices de pobreza y miseria, etc.
La sustitución del jefe de la primera Junta Militar, Jorge Rafael Videla, por el general Roberto Viola y luego por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, fue una primera consecuencia de esa crisis; así como lo fue también el intento fallido de recuperar las Malvinas la más desacertada decisión político militar de la época, dado el desequilibrio de fuerzas de las naciones contendientes, la forma abrupta como se hizo y el poco respaldo popular que tuvo, no obstante el permanente sentimiento anti-inglés de los argentinos.
Los dos objetivos políticos que pretendió la Junta Militar con esta aventura: desviar la atención social de los problemas económicos que padecía y recuperar el crédito perdido entre determinados sectores sociales, fracasaron rotundamente; finalidades que no son hoy las de la Presidenta Cristina Fernández, pues la economía de su país pasa por un muy buen momento y ella, como Jefe de Estado y de Gobierno, goza de un excelente respaldo popular que acaba de ratificar con la reelección presidencial.
Si bien las diferencias anglo-argentinas, veinte años después de la guerra, constituyen también un problema de soberanía hoy, no hay un trasfondo de inestabilidad política del régimen argentino sino de apetencias económicas de ambas naciones por los recursos naturales que se han venido encontrando en la plataforma submarina del archipiélago: ricos y variados cardúmenes de peces y reservas significativas de hidrocarburos calculadas en algo más de 60.000 millones de barriles, que ambos países necesitan con urgencia, más el Reino Unido que la Argentina.
El archipiélago de las Malvinas está formado por algo más de doscientas islas, donde se destacan dos islas principales: la Gran Malvina al oeste, con una superficie de 4.377 km²; y la Soledad al este, un poco más grande, con 6.353 km². A su alrededor hay una gran cantidad de pequeñas islas e islotes satélites, siendo la más distante la pequeña isla Beauchene a unos 55 kilómetros al sur de la punta del Toro o de la Marsopa en el extremo meridional de la isla Soledad. Algunos de esos grupos satélites conforman verdaderos archipiélagos, tales como los de las islas Sebaldes o Sebaldinas al noroeste de la isla Gran Malvina. Al sur de las Malvinas se encuentra a poca profundidad el banco Burdwood o Namuncurá, en el cual las prospecciones indican la existencia de un rico conjunto de yacimientos mineros, incluyendo los de hidrocarburos.
La soberanía sobre estos archipiélagos australes, ocupados alternativamente por España, Francia, Argentina y Reino Unido, ha venido siendo reclamada por los gauchos a Inglaterra con base en los siguientes argumentos:
- Las Islas se encuentran geográficamente cerca de las costas patagónicas argentinas. La mayor proximidad de las islas a la Argentina continental, está a un poco más de 300 kilómetros de su territorio; en cambio se halla aproximadamente a 12 mil kilómetros de Inglaterra.
- Las Islas gozan de un mismo clima y tienen una economía similar a la del sur argentino.
- Se encuentran enclavadas en plena plataforma continental argentina, que por el derecho internacional, después de las convenciones de ginebra de 1958, pertenece al estado costero de pleno derecho.
- La pertenencia político administrativa de las islas a la Provincia argentina de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, cuando se produjo la invasión inglesa.
- El desplazamiento forzado de la población nativa argentina de los archipiélagos, por las fuerzas invasoras inglesas.
- El repoblamiento forzoso de las islas con personal civil y militar de origen inglés.
Argentina estima –y así lo ha hecho saber a la comunidad internacional- que los territorios insulares en disputa se encuentran ocupados por una potencia “colonialista invasora”. Para Naciones Unidas las Islas Malvinas/Falkland es territorio “no autónomo” bajo administración del Reino Unido, como lo son otros nueve (9) territorios insulares en el mundo: Anguila, Bermuda, Isla Caimán, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Monserrat y Santa Elena, situadas en los océanos Atlántico y el Caribe; Gibraltar, situado en Europa en el divisorio entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo y Pitcairn, ubicado en Asia Pacífico. De los restantes territorios “no autónomos”, tres (3) son administrados por los Estados Unidos de América: Islas Vírgenes de los Estados Unidos situadas en los Océanos Atlántico y el Caribe, y Guam y Samoa Americana, estos dos últimos situados en Asia Pacífico; uno (1) administrado por Francia: Nueva Caledonia, situado en Asia Pacífico; y uno administrado por Nueva Zelandia: Tokelau, situado igualmente en Asia Pacífico.
La conclusión es nítida: el Reino Unido ha sido siempre y es todavía el país más “colonialista” del mundo: tiene hoy bajo su administración 10 de los 14 territorios que están –según Naciones Unidas- en este régimen, o sea, el 71.42%, casi las tres cuartas partes de dichos territorios.
Pero, las Islas Malvinas se encuentran en una situación más critica que el modelo colonialista clásico, ya que –según todos los registros históricos- pertenecían -de hecho y de derecho- a la República Argentina cuando la invasión inglesa, estaban gobernadas por autoridades argentinas y ocupadas por población argentina que fueron desplazadas a la fuerza en 1833 por los ejércitos de Gran Bretaña, así como suplantada su población por inmigrantes y administradores de esta misma nacionalidad.
Por todo lo expuesto, Latinoamérica y el Caribe toda apoyan hoy la reivindicación Argentina, como lo han ratificado sus 32 Estados en diferentes Foros Institucionales, lo que no ocurrió en 1982 con ocasión de la “guerra de Las Malvinas” por las circunstancias arriba anotadas. Las naciones han evolucionado hacia expresiones más reales y convincentes de solidaridad entre los pueblos y gobiernos democráticos, repudiando con mayor énfasis toda forma de “colonialismo”.
Comentaremos más a espacio en otra columna la incidencia que este conflicto ha tenido en el seno de Naciones Unidas, los efectos de la declaratoria de neutralidad de los Estados Unidos en esta ocasión y ¿por qué la diplomacia –y no la guerra- es la única salida posible de esta confrontación?
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