El instinto maternal no entiende de especies
El instinto maternal no entiende de especies
El instinto maternal forma parte del ser de cada hembra y no importa la especie, aunque es cierto que algunas lo desarrollan o lo muestran más que otras. Ese gen actúa de manera natural cuando se relacionan con un cachorro, no importando de quién se trate.
Muchas especies viven en comunidades que pueden estar conformadas por grupos de hembras y machos o por un macho dominante y varias hembras. También pueden estar separadas por sexo, como es el caso de la de los elefantes, donde ningún macho es autorizado a ingresar en la manada si no es específicamente para procrear y una vez realizado el acto este debe alejarse del grupo, de manera pacífica y sin oponer resistencia o en su defecto el resto de la manada lo expulsa.
En otras especies matriarcales el comportamiento de la hembra es distinto ya que es ella es la que se aleja de la manada en busca del macho reproductor y una vez que sabe que está preñada regresa a la manada a continuar su proceso de reproducción.
La reproducción en otros casos es realizada de manera conjunta entre machos y hembras, quienes se juntan y conviven durante el periodo completo de gestación y enseñanza para separarse nuevamente una vez finalizado dicho ciclo. Generalmente esta situación tiene que ver con la necesidad de protección y alimentación requerida por los recién nacidos.
Los machos comparten y ayudan en la construcción del nido o refugio, protegen y proveen de alimento a la familia, sustituyen a la hembra cuando ella requiere su sustento o se alternan en la búsqueda de alimentos para los recién nacidos, siendo ambos los maestros a la hora de enseñar a desenvolverse solos a sus descendientes. Una vez cumplido dicho ciclo, la familia en su totalidad continua la vida por caminos distintos.
Existen especies con comportamiento más parecido a la de los humanos que mantienen una vida monógama con su pareja de por vida, pero realmente dentro del reino animal son muy pocos los seres que tienen desarrollado ese habito; más bien son contados los casos.
Por último existen otras como es el caso de los ornitorrincos, que suelen vivir en pareja de por vida, pero que cuando la hembra está en el periodo de gestación se aleja de la madriguera matrimonial, construyendo otra donde recibirá a sus hijos, y una vez que estos ya no requieren de ella y pueden vivir su vida independientemente, abandonan esa vivienda regresando a la madriguera original con su pareja de siempre.
El instinto materno arraigado en cada hembra se manifiesta de vez en cuando y para sorpresa de muchos de varias maneras. Ha sido noticia el caso de una hembra hipopótamo captada en el rio Mara en África, un lugar bastante peligroso que cada año cruzan las manadas de ñu, cebras y otra infinidad de especies en busca de tierras cálidas que generalmente son esperadas impacientemente por los cocodrilos que esperan saciar su hambre. Esta mamá hipopótamo observo cómo dos pequeños, una cebra y un ñú respectivamente, estaban en peligro y se sumergió brindándole su espalda como apoyo seguro para que posaran sus patas y cual tabla de surf los traslado a la orilla contraria a fin de que reiniciaran su migración con sus respectivas madres, que los esperaban en la otra orilla del rio desesperadas al escuchar los llamados de auxilio de sus hijos.
Otro caso que también conmovió fue la que muestra a una perra amamantando y cuidando a dos tigres cachorros que fueron encontrados en Asia, al lado de su madre muerta a causa de disparos realizados por unos cazadores, que los rescataron e intentaron alimentarlos con un biberón y, al fracasar sus intentos, los acercaron al vientre de una perra que acababa de parir, que los acepto y cobijó considerándolos uno más de su camada.
Casos como estos se repiten muchas veces en el reino animal, pero uno que resulta ser más extraño es el que sucedió en un zoo donde una tigresa dio a luz a unos cachorros y estos, por causa natural, fallecieron; la lamentable pérdida provoco trastornos en la madre, que no quiso ingerir ningún alimento. Su estado de salud se deterioraba día tras día pese a los esfuerzos realizados por el personal encargado de su cuidado. Alguien entonces vio factible una posible solución: en un lugar cercano, una mamá cerdo había dado a luz varios cerditos pero había fallecido. Los encargados del zoológico tomaron uno, le cubrieron parte de su cuerpo con un trozo de cuero de tigre y se lo acercaron a la tigresa, que sin reparo alguno lo adoptó y amamantó como muestra la fotografía. En vista de tan extraordinario espectáculo decidieron aumentar la camada y mama tigresa ahora cuida y alimenta a varios.
Para muchos la fotografía podría parecer un truco, pero la verdad es que estos caso se suceden a diario. Las madres, sean de la especie que sean, fácilmente asumen el papel de sustitutas si los infantes requieren de sus cuidados.
Tan fuerte es en las hembras ese instinto que supera cualquier barrera de color, étnica o de especie y en ese momento lo importante para ellas es solo brindar auxilio a quien lo necesita.
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