El gueto judío de Roma muestra las tradiciones de la Pascua del pueblo hebreo
El gueto judío de Roma muestra las tradiciones de la Pascua del pueblo hebreo
Sofía Diezma

ROMA.- Foto tomada este martes, de la sinagioga del gueto de Roma, que celebra la próxima semana la Pascua judía y convierte a este céntrico barrio romano en un lugar atractivo para el turista que desee conocer en profundidad las costumbres y la cocina del llamado "pueblo del libro".
ROMA.- El gueto judío de Roma ofrece en la capital italiana los sabores y las tradiciones de la Pascua judía, que se celebra la próxima semana y convierte a este céntrico barrio romano en un lugar atractivo para el turista que desee conocer en profundidad las costumbres del llamado “pueblo del libro”.
Un paseo por el gueto es también un recorrido por la historia de los judíos europeos, supervivientes de diásporas y de distintas persecuciones desde tiempos remotos.
La última de ellas, los nueve meses de ocupación alemana de Roma, de septiembre de 1943 a junio de 1944, con 1.020 judíos capturados de los que 824 fueron asesinados pocas horas después de llegar al campo de concentración nazi de Auschwitz, en territorio de Polonia.
Entre placas conmemorativas por sus desaparecidos, iglesias católicas, su imponente sinagoga y calles apenas transitadas, una de las comunidades judías más antiguas del mundo, la de Roma, es una orgullosa valedora de su cultura milenaria que tiene en los restaurantes “kosher” (alimentos aprobados por los rabinos) y en las pastelerías tradicionales, una de sus manifestaciones más populares.
La Pascua (pésaj), que conmemora la huida de los judíos del cautiverio de manos de los egipcios hacia 1250 a.C., es, para muchos de los comerciantes de estas calles, un momento de encuentro con el catolicismo, que también celebra esta festividad, pero también una oportunidad de dar a conocer sus tradiciones y de hacer negocio.
Los numerosos restaurantes “kosher” de este barrio, situado entre el monumento a Vittorio Emanuele y la isla Tiberina, ofrecen platos que siguen los preceptos religiosos judíos y son de especial particularidad las “alcachofas a la judía” (fritas).
El dependiente de un establecimiento de comida rápida tipo “kosher” de la Vía del Pórtico de Octavia, principal arteria de este barrio, explica ante una gran variedad de verduras y vegetales a la plancha y un pincho tipo “kebab” de pavo que el judaísmo prohíbe mezclar carne y pescado y que el cerdo es sustituido por salchichas elaboradas generalmente con carne de ternera.
Refiere además que su negocio, que apenas lleva veinte días abierto, prevé cerrar durante la Pascua judía (del 7 al 14 de abril) porque las restricciones alimenticias son tales que es muy difícil ofrecer al cliente un servicio en condiciones.
Pero no todos los restaurantes planean cerrar estos días, ya que la afluencia de turistas en ese período tiende incluso a aumentar, porque son muchos los que desean saborear los platos de la Pascua judía y especialmente quienes vienen a degustar sus dulces, en pastelerías como la famosa Boccione.
Este obrador, abarrotado de visitantes y habitantes locales, ofrece deliciosas rosquillas, pasteles y bizcochos que tienen como base las yemas de huevo y las almendras y, aunque sus dependientas guardan con celo la lista completa de sus ingredientes, sí desvelan que estos días todo se prepara sin levadura.
Según cuenta la responsable del Centro de Cultura Hebrea de Roma, Miriam Haiun, tampoco lleva levadura el pan (“ácimo”), en recuerdo del episodio bíblico que narra la huida de los judíos de Egipto, una salida tan precipitada que no les dio tiempo a que el pan fermentara.
El pan “ácimo” se come durante los siete días de la Pascua.
Haiun explica que la Pascua es muy celebrada entre los miembros de su comunidad, que acostumbran a reunirse con sus familiares o con otros creyentes de sus sinagogas en dos cenas donde se leen textos religiosos de la Torá y se sigue la tradición judía.
Otro negocio tradicional de este barrio son las carnicerías “kosher”, que venden carne de animales degollados según los preceptos dictados por un rabino y que no comercializan cerdo, prohibido por el judaísmo.
Giacomo, el propietario de la carnicería Terracina Giacomo, explica que fue su bisabuelo quien abrió la tienda que hoy regenta él porque los negocios de este barrio solían pasar de padres a hijos.
“Por eso todos nos conocemos”, comenta el vendedor de medias de la mercería situada dos metros enfrente, que destaca la buena predisposición que su comunidad hacia los católicos, que tienen su sede, el Vaticano, a media hora a pie de esta zona.
“Esta mercería está en las dependencias de un antiguo convento de monjas. En el gueto hay sinagogas e iglesias a pocos metros, ¿cómo no iba a ser así?”, se pregunta este comerciante.
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