HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
THE LADY. Francia-Gran Bretaña, 2011. Un film de Luc Besson. Elenco : Michelle Yeoh, David Thewlis
Es loable la intención del realizador francés Luc Besson en abordar la vida política de una preclara figura como Aung San Suu Kyi, la hija pródiga de Myanmar. Sin embargo, el resultado aunque no desechable, dista de profundizar satisfactoriamente en la lucha emprendida por esta notable mujer para lograr la democratización de su país.
El film comienza en 1947 cuando la pequeña Suu –tal como es llamada- de tan sólo dos años de edad, pierde a su padre Aung San, un general nacionalista que negoció con Gran Bretaña la independencia nacional de Birmania (nombre original del país), quien es asesinado por adversarios políticos. En esos primeros minutos es donde Besson mejor expresa cinematográficamente la situación de ese dramático momento aunque el relato no haga referencia a las consecuencias políticas del asesinato.
De allí, la acción se desplaza a Inglaterra en 1998 donde se ve al profesor británico Michael Aris (David Thewlis), marido de Suu (Michelle Yeoh), recibir de su médico el diagnóstico de un cáncer terminal de próstata; poco después en su hogar, añorando a su esposa ausente, observa unas fotografías de la familia reunida y a través de sus recuerdos el relato retrocede a 1988. La tranquilidad familiar que Michael comparte con su mujer y sus dos hijos en Oxford, donde la familia ha vivido por muchos años, se ve alterada cuando Suu recibe la noticia de que su madre está gravemente enferma en Rangún; de allí que decide partir, en un viaje que en principio no debería durar más de dos semanas, para estar a su lado.
Durante su estancia, ella no es indiferente al drama que su país sufre bajo la opresiva dictadura militar que no ve con buenos ojos su llegada y deseando que deje el país lo antes posible. Sin embargo, el pueblo la reclama para que se convierta en líder política del partido de oposición y es así que su estadía se prolongará indefinidamente por imperio de las circunstancias.
Lo que sigue en ese período es bien conocido. Como si uno estuviese leyendo un manual ilustrado puntualizando hechos, pero sin ahondar en los mismos, se aprecia algunos de los momentos significativos vividos por Suu como su cautiverio domiciliario impuesto por los militares, los reencuentros con su familia a través de las visitas temporarias de Michael y sus hijos, los esfuerzos desplegados por su abnegado marido para que ella pueda ser considerada para el Premio Nobel de la Paz, distinción que fue obtenida en 1991 aunque encontrándose impedida de asistir a la ceremonia, la huelga de hambre a la que se somete a fin de que los prisioneros políticos gocen de un tratamiento más humano, las protestas callejeras del pueblo y su represión por las tropas militares comandadas por el General Than Shwe (Agga Poechit), hasta llegar nuevamente a 1998. Cuando Michael ve su salud rápidamente deteriorada y los militares le niegan la visa para que visite por última vez a su mujer, el régimen le ofrece a Suu viajar a Gran Bretaña para verlo, pero ella no acepta la proposición porque sabe que en ese caso no podría regresar más al país.
El relato finaliza en 2007 con una nota de relativa esperanza y aunque los acontecimientos posteriores no están incluidos en el film es bien sabido que la ilustre dama finalizó su arresto domiciliario en 2010 y que a principios de abril de 2012 fue elegida para ocupar una banca en el parlamento frente a la apertura democrática que comienza a prevalecer en Myanmar.
Claramente, la narración de esta película se asemeja a la de una esquemática telenovela en serie. Nada se sabe acerca de cómo transcurrieron los años de Suu antes de regresar a su país natal en 1988 ni tampoco queda reflejada con convicción la firmeza de su vocación política; más aún, de lo que aquí se puede apreciar parecería que si su madre no estuviese por morir, la vida de esta mujer habría continuado en Oxford viviendo tranquilamente con su familia.
El guión de Rebecca Frayn enfatiza melodramáticamente el gran amor entre Suu y Michael, sin embargo no se comprende claramente su decisión de no acudir al lecho de su marido agonizante a quien tanto amó cuando sabía que su muerte era inminente; lo que es evidente es que su devoción política tenía absoluta prioridad, pero precisamente esa pasión por su pueblo y su indescriptible resistencia frente al oprobioso régimen no adquiere gravitación en la pantalla como para justificar su conducta.
Aunque el film carezca de personalidad, de todos modos mantiene su interés en gran parte debido a la remarcable actuación de sus protagonistas. Yeoh, que físicamente se asemeja a la verdadera campeona de los derechos humanos, ofrece todos los matices de distinción y estilo que hizo que sea conocida como “la dama” que da título al film; por su parte Thewlis transmite muy bien la ternura y devoción de un marido que supo comprender el compromiso indeclinable de su mujer hacia su pueblo.
Conclusión: A pesar de una narración convencional y superficial, el film reviste interés para quienes quieran familiarizarse con una gran dama que cambió la historia de su país a través de una lucha antiviolenta como la que inspiró al inmortal Mahatma Gandhi y Nelson Mandela.
.HABEMUS PAPAM. Italia-Francia, 2011. Un film de Nanni Moretti. Elenco : Michel Piccoli, Nanni Moretti, Margherita Buy.
Una comedia humana, hilarante y muy emotiva es la que Nanni Moretti ofrece en Habemus Papam, un relato que trata de humanizar la figura del Sumo Pontífice.
Su título se refiere a las clásicas palabras pronunciadas en latino cuando se produce la elección de un nuevo papa e inmediatamente se procede a difundir la noticia. Recurriendo a material de archivo, las escenas iniciales muestran el funeral de Juan Pablo II para dar paso de inmediato al cónclave de los cardenales que tiene lugar en la Capilla Sixtina a fin de elegir a quien habrá de sucederlo.
Con algunos toques risueños bien logrados, se aprecia a ciertos cardenales deseosos de no ser elegidos. Entre los mismos se encuentra el Cardenal Melville (Michel Piccoli), un hombre cuyo rostro trasunta una profunda nobleza y gran humildad. Cuando al cabo de varias fumatas negras el cónclave llega a un consenso, el elegido es precisamente Melville. Aunque acepta inicialmente la sagrada investidura, no está preparado para salir al balcón para darse a conocer y bendecir a la multitudinaria muchedumbre congregada en la Plaza de San Pedro. De algún modo aunque teóricamente hay un nuevo Papa, hasta que el mismo no aparezca públicamente, su identidad no puede ser revelada.
A partir de ese momento se observa al electo Papa perplejo y dudoso, presa de un estado de completa angustia al creer que no podrá cargar sobre sus hombros la gran responsabilidad que le aguarda en el cumplimiento de sus obligaciones. Para destrabar la inesperada situación, el vocero del Vaticano convoca a un eminente psiquiatra (Nanni Moretti) para que ayude a solucionar la crisis tratando de determinar lo que realmente aqueja al electo Papa; a pesar de los esfuerzos realizados no se llega a resolver el problema.
Es aquí que el guión escrito por el realizador con Francesco Piccolo y Federica Pontremoli recurre a un artificio que en cierta forma trae recuerdos del film “Roman Holiday” (1953) donde una princesa (Audrey Hepburn) visitando Roma logra zafarse del entorno que la rodea para visitar por su cuenta la ciudad. Aquí, Melville, vestido de civil, logra escabullirse del Vaticano dejando atrás a sus escoltas para deambular por la ciudad eterna como cualquier otro hombre común y corriente lo haría. Es en ese entonces que el film alcanza una dimensión humana inusitada; a través de los contactos circunstanciales que Melville mantiene con los pasajeros de un bus, su encuentro con un sacerdote y con un grupo de actores representando una obra de Chejov que le hace recordar su pasión por el teatro, le permitirá ayudar a aclarar qué es lo que más desea en su vida y qué decisión deberá adoptar de acuerdo a sus principios morales.
A nivel interpretativo Piccoli está impagable como el hombre agobiado por la responsabiidad que le aguarda. En los elementos técnicos, tanto la fotografía, como el vestuario, banda de sonido y diseños de producción reproduciendo los salones del Palacio Apostólico así como los interiores de la Capilla Sixtina, jerarquizan los valores del film.
Conclusión: Aunque algunas escenas de tono caricaturesco puedan resultar discutibles, Moretti ha logrado un film de calidad con importantes reflexiones personales sobre la fe, la religión y sobre la misión a cumplir por parte del representante de Dios en la tierra, manteniendo un buen equilibrio entre el drama, humor y cierta irónica mordacidad.
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