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  • June 14, 2012 , 11:23pm

HABLEMOS DE CINE

HABLEMOS DE CINE

Laurence LeBoeuf y Max Thieriot en FOREVERLAND

Por Jorge Gutman

FOREVERLAND. Canadá, 2011 Un film de Max McGuire. Elenco: Max Thieriot, Laurence LeBoeuf, Demian Bichir, Juliette Lewis

 

La fibrosis quística es el telón de fondo de este film decididamente personal, encarado por el realizador canadiense Max Maguire. Habiendo experimentado desde los primeros años de su infancia los síntomas de esta enfermedad genética que afecta fundamentalmente a los pulmones y cuyo pronóstico es ciertamente reservado, McGuire sabe muy bien lo que significó haber entrado y salido de los hospitales en forma permanente para tratar de combatirla. De allí que esta película sea parte de su propia historia que resolvió contarla en un relato de ficción valiéndose de la colaboración de Shawn Riopelle en la elaboración del guión. Dentro del objetivo que se propuso, el joven realizador ha logrado transmitir al espectador un honesto film ilustrando a través del personaje principal la vivencia de una crisis existencial, los efectos de la misma y la manera de enfrentar sus consecuencias.

Will Rankin (Max Thieriot) es un joven de 21 años de edad que padece de fibrosis quística y en su diaria rutina no puede entrever otra posibilidad que la muerte cercándolo desde temprana edad; ese hecho se intensifica aún más cuando Bobby (Thomas Dekker), uno de sus grandes amigos, acaba de morir de la misma enfermedad. Cuando su hermana Hannah (Laurence LeBoeuf) lo contacta, se impone de que el último deseo de Bobby fue que una vez desaparecido sus cenizas fuesen trasladadas a una iglesia mexicana y esparcidas en las aguas que flotan por debajo de la misma y que supuestamente contienen  poderes curativos. Esa circunstancia impulsa a  Will cumplir con la voluntad de su amigo y, de este modo, junto a Hannah emprende un largo trayecto desde Vancouver hasta el desierto de México con un coche regalado por su padre (Douglas O’Keeffe).

La mayor parte del metraje origina  una película del camino, donde el viaje esta intercalado con encuentros de personajes de  diferente índole, donde algunos de los mismos son de naturaleza excéntrica o extraña. Pero más allá de las situaciones anecdóticas que el guión introduce pero que nunca resultan rebuscadas, lo más importante es que la experiencia del muchacho -después de haber llegado al destino final  y cumplido con la misión encomendada- le habrá significado un  viaje de descubrimiento interior que le hace cambiar su perspectiva de vida.

La interpretación es inobjetable. El joven Thieriot satisface plenamente animando a un personaje noble que a través de las vicisitudes atravesadas sale airoso en un proceso  de realización personal; a su lado LeBoeuf logra caracterizar a una joven de fortaleza exterior aunque no exenta de vulnerabilidad por lo que ha sufrido en su infancia como consecuencia de la enfermedad de su hermano; entre los actores secundarios se distinguen Juliette Lewis y Demian Bichir. Formalmente, es de destacar la buena fotografía de Celiana Cárdenas captando la belleza de la costa del Pacífico así como la música de Adam Lastiwka.

Conclusión: Un film humano y conmovedor  que a pesar de sus tintes sombríos, ofrece un mensaje optimista celebrando el milagro y la dicha que la vida nos ofrece. 

Ethan Hawke en THE WOMAN IN THE FIFTH

THE WOMAN IN THE FIFTH (La femme du 5e). Francia-Polonia-Gran Bretaña. Un film escrito y dirigido por Pawel Pawlikowski. Elenco: Ethan Hawke, Kristin Scott Thomas

Dos importantes actores como Ethan Hawke y Kristin Scott Thomas animan un mediocre film que si bien al principio puede intrigar, al poco tiempo comienza a perder rumbo a través de un relato artificialmente incierto e inconcluso.

La historia concebida por el realizador Pawel Pawlikowski presenta a Tom Ricks (Hawke), un profesor de literatura y escritor  americano que ha llegado a París con el propósito de mejorar las relaciones con su esposa Nathalie (Delphine Chuillot), de quien está separado,  y para reunirse con su  niña de 6 años (Julie Papillon). Drásticamente rechazado por su señora que no lo tolera, poco tiempo después comprueba que le han robado su billetera y otras pertenencias después de  haberse quedado dormido en un autobús; finalmente recala en un hotel venido a menos, cuyo dueño (Samir Guesni) le ofrece un trabajo como guardia nocturno a cambio de alojamiento  y comida.

Cierto clima de misterio comienza a aflorar cuando en una velada literaria llega a conocer a  Margit (Scott Thomas) una misteriosa y elegante traductora que vive en el 5to. Distrito de París (de allí el nombre del film) y con quien de inmediato inicia una relación apasionada que termina inspirándolo para renovar su talento de novelista. Sin embargo, el lado negativo de ese vínculo se produce a través de una serie de inexplicables acontecimientos que adquiriendo el carácter de una tortuosa pesadilla conduce a Tom hacia un camino infernal.

De allí en más, el espectador debe discernir entre lo que aparenta ser  realidad y las situaciones que se deben considerar como producto de las alucinaciones que atormentan al novelista. De este modo varias  preguntas  quedan flotando en el aire sin que el relato -si acaso quiso ilustrar la crisis emocional de un individuo- justifique el esfuerzo de encontrar respuesta a las mismas porque en ningún momento existe comunicación entre los personajes y la audiencia que los observa. Otros aspectos secundarios que rodean a la trama no le confieren mayor interés y su frustrante desenlace no ayuda para obtener una mejor impresión del relato. La interpretación es nada más que correcta sin que exista una lograda química entre Hawke y Scott Thomas, en tanto que la ciudad de París –donde transcurre la historia- aparece más deslucida que nunca.

Conclusión: Este film a modo de  thriller decepciona a través de una tediosa y vacua historia disfrazada de “cine arte” que lo convierte en mediocre y prescindible. El único mérito es su breve duración de 80 minutos

 

Kara Hayward y Jared Gilman en MOONRISE KINGDOM

MOONRISE KINGDOM. Estados Unidos, 2012. Un film de Wes Anderson. Elenco: Edward Norton, Bruce Willis, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, Jared Gilman, Kara Hayward

 Wes Anderson es uno de los más importantes realizadores del cine independiente de Estados Unidos. Sin embargo, su particular estilo de narrar una historia se aparta de los cánones tradicionales y eso hace que la mayor parte de su filmografía, ciertamente de calidad, pueda no ser apreciada por todo tipo de público. Con todo, quien se involucre en la esencia de lo que este director relata finalmente será recompensado.

 La consideración que antecede viene al caso con respecto al film que se comenta. No es ni más ni menos que una tierna comedia agridulce y melancólica que enfoca el sincero y genuino sentimiento amoroso de dos preadolescentes. Libre de preconceptos sobre la materia, sus dos protagonistas sienten que son el uno para el otro porque a pesar de ciertas diferencias que pudieran separarlos, tienen algo en común como es el sentirse marginados o distintos del medio que los rodea.

 Como si se tratara de una fábula o de un cuento de hadas que nos aleja del mundo real, a través del guión escrito por Anderson y Roman Cappola el espectador es introducido a sus dos protagonistas de 12 años de edad viviendo en una isla de ficción  cercana a la región de la Nueva Inglaterra de Estados Unidos en 1965. El pequeño y debutante actor Jared Gilman anima  a Sam, un huérfano que al no ser querido por las varias familias que lo han recibido, ahora  integra un grupo de chicos boy scouts aunque también se siente rechazado por ellos,  hecho que lo hace aparecer diferente y sentirse infeliz. Por su parte, Suzy de su misma edad –interpretado por Kara Hayward quien también realiza su primera incursión en el cine- es una dulce chica que tampoco está satisfecha con su infancia a pesar de tener una familia de buena posición integrada por padres inmaduros (Bill Murray y Frances McDormand) y tres hermanos menores.

 Cuando ambos chicos  se conocen, se produce un flechazo amoroso entre ellos y la sensación de que al estar  juntos encontrarán la felicidad deseada. En un acto de impetuosidad deciden huir y ese hecho, además de movilizar a los padres de Suzy, también hará que en la búsqueda de los fugitivos  participen el líder de los boy scouts (Edward Norton), el sheriff del lugar (Bruce Willis) y  una representante de los servicios sociales (Tilda Swinton).

 No es el propósito analizar el film en términos realistas sino juzgarlo por lo que realmente es. Aunque Anderson apela a situaciones excéntricas que pueden resultar vacías o insulsas, todo encaja adecuadamente dentro del mundo de fantasía que ilustra; bastaría contemplar una de las primeras escenas donde el hogar en que habita Susy se asemeja a una casa de juguetes por su ambientación y decoración. Pero toda esa aceptable artificialidad está al servicio del propósito que animó al realizador al tratar de expresar en una fantasía nostálgica  la emoción que se refleja en esa etapa de preadolescencia cuando se experimenta por primera vez la maravillosa sensación de estar enamorado.

 Ciertamente, esta pequeña y sencilla historia pertenece a los jóvenes actores y aunque denotan cierta inexperiencia, de todos modos logran captar la simpatía de la audiencia que los sigue en la singular aventura que emprenden. El elenco de primeras figuras que los rodean en los papeles adultos no tiene mucha posibilidad de lucir sus condiciones pero de ningún modo desentona. En lo que hace a los aspectos técnicos, Anderson logra una excelente contribución de sus colaboradores, en especial en los diseños de producción y  en la música del excelente compositor Alexandre Desplat que se acopla muy bien al tono y atmósfera del relato.

 Conclusión: Una agridulce historia de amor preadolescente con el estilo particular del realizador Wes Anderson.

Melvil Poupaud en LAURENCE ANYWAYS

 LAURENCE ANYWAYS. Canada-Francia, 2012. Un film escrito y dirigido por Xavier Dolan. Elenco: Mielvil Poupaud, Suzanne Clément, Nathalie Baye

 Xavier Dolan ofrece en su tercer film una historia romántica con muchos elementos para admirar aunque con algunos bemoles que en parte llegan a afectarlo. En todo caso, el balance es positivo confirmando a Dolan, de tan sólo 23 años de edad,  como un talentoso realizador de sorprendente madurez que demuestra una innata capacidad en la puesta escénica así como logra que sus actores ofrezcan una muy acertada caracterización de los personajes que les toca animar.

 El relato gira en torno de Laurence (Melvil Poupaud) un profesor de literatura de 35 años  que mantiene una muy buena relación sentimental y sexual con su compañera Fred (Suzanne Clement). Sin embargo todo cambia a partir del momento en que Laurence  le manifiesta  que en realidad él es una mujer en un cuerpo de hombre y que vivió toda su vida engañándose a sí mismo; de allí que su tabla de salvación sea adoptar el sexo opuesto. Aunque decirlo es sencillo, implementar su plan resulta más dificultoso de lo que Laurence imaginó debido a las repercusiones producidas en su vida personal y profesional. Lo que sobreviene es el modo en que la nueva situación creada habrá de cambiar para esta atípica pareja con el paso de los años.

 Tanto Poupaud como Clement ofrecen actuaciones brillantes en la singular y tempestuosa pareja que conforman, luciéndose también la veterana actriz francesa Nathalie Baye como la madre de Laurence; el resto del elenco (Monia Chokri, Susie Almgren, Yves Jacques) se desempeña en forma impecable.

 Los altibajos del film se deben a las repeticiones innecesarias incurridas por el relato, contribuyendo a que el  metraje se extienda a poco menos de 3 exhaustivas horas y  que bien pudo haber sido reducido en una tercera parte sin alterar el espíritu de lo que Dolan quiere mostrar.  Con todo, al final de la proyección uno queda gratamente impresionado por el estilo visual que el joven realizador emplea así como su meticulosa atención en detalles de ambientación de época -la década del 90 en que transcurre la historia-, el profuso vestuario y la banda sonora combinando adecuadamente  el repertorio clásico con música pop.

 Conclusión: Una obra ambiciosa que aun cuando dista de ser perfecta produce un grato placer sensorial abordando un delicado tema con sensibilidad y ternura.

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