G-20 EN CRISIS
G-20 EN CRISIS
Por: Jorge tadeo Lozano
17-06-2012
El Grupo de los 20 Estados industrializados y Emergentes es un Foro de 19 países más el bloque económico de la Unión Europea que se reunió en “Los Cabos” – Baja California – México, el 18 y 19 de Junio, que fue conformado inicialmente por siete países (G-7) –Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, posteriormente por ocho naciones (G-8) que incluyó a Rusia y últimamente por once Estados más (emergentes o recientemente industrializados): Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía.
Como se puede apreciar a primera vista, se trata de un club muy especial de naciones ricas o más desarrolladas que se han venido reuniendo desde 1999 en Cumbres de Jefes de Estado o de Gobierno, Gobernadores de Bancos Centrales y Ministros de Finanzas, que estudia, revisa, analiza acuerda y recomienda políticas económicas a los países miembros. Viene siendo algo así como un organismo coordinador de las economías de los países desarrollados. Y lo es igualmente de cooperación mutua y algo –muy poco- de cooperación externa con los países en vía de menor desarrollo.
Las críticas contra la función que ha venido cumpliendo este Foro en los trece años de existencia se han dejado sentir desde diferentes ángulos, tanto de parte de dirigentes de países emergentes y en vía de desarrollo como de destacados economistas de naciones desarrolladas, líderes de organismos financieros internacionales, académicos y directores de empresas de micro-finanzas, las cuales se podrían sintetizar de la siguiente manera:
- Es un Foro excluyente de las economías nacionales menos desarrolladas en un mundo cada vez más globalizado;
- Su visión es cortoplacista y discontinua en un mundo cuyas economías requieren medidas y acuerdos de largo plazo y de mucha continuidad;
- Carece de la legitimidad necesaria para trazar rumbos de forzoso cumplimiento de todas las naciones, en una economía globalizada;
- No ha abordado con compromiso estable y serio las obligaciones adquiridas por las países ricos para el cumplimiento de los Objetivos para el Desarrollo del Milenio (ODM) prescrito por Naciones Unidas;
México, país emergente donde se celebra en esta ocasión el Foro ha insinuado a través de su presidente Felipe Calderón, que los once países emergentes que tendrán asiento en la convocatoria de “Los Cabos” desean hacer una agenda más incluyente y de largo plazo, que trate a fondo temas como la seguridad alimentaria, la inclusión financiera y el crecimiento verde, hasta ahora apenas “barruntados” en este tipo de reuniones.
Para el Secretario de Naciones Unidas si bien se ha progresado en algunas áreas específicas de las “Metas del Milenio” (MDM) o de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) “todavía nos queda un largo camino por recorrer en cuanto al empoderamiento de las mujeres y de las niñas, la promoción del desarrollo sostenible y la protección de los más vulnerables frente a los efectos devastadores de múltiples crisis, se deban a conflictos, a desastres naturales o a la volatilidad en los precios de los alimentos o de la energía”; objetivos que bien podrían –también- enriquecer la agenda de este tipo de Foros de los países ricos
Otras afirmaciones sobresalientes del Secretario Ban Ki-Moon en su informe del 2011 sobre Objetivos de Desarrollo del Milenio, fueron las siguientes: “El progreso tiende a dejar por el camino a quienes se hallan más abajo en la pirámide económica o en desventaja a causa de su sexo, edad, discapacidad o grupo étnico. Las disparidades entre las áreas urbanas y rurales también son pronunciadas y sobrecogedoras”; frases que de ser recogidas en este tipo de Foros para plantear soluciones, contribuirían sustancialmente a sanar las heridas que han dejado las desigualdades y discriminaciones en todos los países del mundo. En unos, mayor discriminación y desigualdad por razones de sexo que en otros, donde hay más segregación racial, por edad o por discapacidad.
Nadie podrá negar que el fracaso de la humanidad –hasta ahora- en su propósito de conquistar las Metas del Milenio, se debe principalmente al bajo y reticente apoyo de los países ricos a los diferentes procesos de desarrollo en los países pobres y a la inexistencia de un organismo con poder y competencia suficientes para corregir y sancionar la indiferencia y los entuertos de los países ricos.
Resulta obvio entonces que el crecimiento económico equitativo e incluyente de los pueblos no podrá darse, ni al interior de los países ni entre ellos, sino existe dialogo abierto y coordinación armoniosa entre las diferentes economías de regiones y naciones. Esa falta de diálogo, coordinación y armonía entre países desarrollados y no desarrollados es la que ha llevado al incremento de las desigualdades y segregaciones territoriales y humanas, de mayor ocurrencia en el interior de naciones en vía de desarrollo y entre estas y los países industrializados. De ahí por qué consideremos positiva la idea sugerida por Muhammad Yunus, de que “hay que ampliar el G20 a 25 países, es decir, crear un G25 de tal forma que se incluyan al menos a una de las naciones más pobres de cada continente y no que sea el actual club de los países más afortunados”
Muhammad Yunus es un banquero y economista de Bangladés, fundador del Banco Grameen (Banco Rural) quien desarrolló el concepto de microcrédito ideado por el pakistaní Dr. Akhter Hameed Khan. Por sus trabajos en el tema de pequeños préstamos concedidos a personas humildes que no pueden solicitar un préstamo bancario tradicional Yunus ganó el Premio Internacional Simón Bolívar de UNESCO en 1996 y el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998; además, fue galardonado el 1 de diciembre de 2005 por la Fundación por la Justicia con el V Premio del mismo nombre, teniendo en cuenta su contribución a la erradicación de la pobreza; y en diciembre del 2006 con el Premio Nobel de la Paz “por sus esfuerzos para incentivar el desarrollo social y económico desde abajo”.
Esta iniciativa, de tanta trascendencia como herramienta destinada a corregir los errores y defectos del “sistema financiero tradicional”, tema central de todos los Foros G-20 realizados hasta hoy, ha debido incluirse en la agenda de “Los Cabos” con una propuesta de apoyo de los países ricos al desarrollo de los pueblos pobres y a la eliminación de las desigualdades y discriminaciones vigentes en el mundo, que por fuera del G-20 ha tomado conciencia de que se puede salir de la pobreza superando las leyes del mercado crediticio ordinario, proporcionando créditos solidarios o micro-créditos sin garantía a los más necesitados para que puedan realizar actividades de emprendimiento empresarial independientes e innovadoras.
Pero no, el G-20 está diseñado y siendo utilizado para orientar medidas de exclusivo beneficio de los países desarrollados, de su sistema financiero tradicional y de su economía en general; no le importa para nada la enorme brecha abierta por las políticas irracionales de precios de los productos manufacturados en los países industrializados, ni los irrisorios precios que terminan pagando por las materias primas provenientes de los países en vía de desarrollo; tampoco le interesa tratar el tema de los subsidios que los países ricos pagan a sus agricultores y ganaderos para que produzcan a bajos precios, ventajosamente competitivos con los precios ordinarios de los mismos productos de los países del tercer mundo (sin subsidio estatal) en el mercado internacional.
No obstante las desigualdades y discriminaciones que se han detectado y trasladado a los TLC, la situación de la economía mundial muestra en este momento un rostro de medio mundo signado de amargura, con graves señales de crisis; y otro medio mundo apenas se inmuta, atemorizado por el ruido de la crisis proveniente del primer medio mundo. El G-20 se preocupa y reúne en México para examinar con preocupación las dificultades de sus socios, no los problemas y apuros en que pudieran llegar a estar las economías de los países pobres, por el efecto dominó de la crisis europea y norte-americana.
Ante este panorama, se justifica aún más la teoría de la ampliación del G-20 para incluir representación de las naciones más pobres, una por cada continente (no las emergentes que están ya incorporadas) con el argumento irrebatible de que en una economía globalizada no tiene lógica ni sentido común que solo un sector privilegiado de la economía trace los rumbos a la economía mundial; sector que además no ha sido acertado en los temas tratados ni es numérica ni suficientemente representativo de la economía global, así lo sea por el PIB de sus integrantes.
Comentarios: jotalos@diarioelpopular.com (al periódico)
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