Ex esclava sexual aplaude prohibición de visado para bailarines exóticas
Ex esclava sexual aplaude prohibición de visado para bailarines exóticas

Timea Nagy, una ex esclava sexual, dice que impedir que lleguen los “strippers” como trabajadores temporales es una buena medida, pero que los dueños de estos negocios buscarán una forma para hacerle trampa a la norma.
TORONTO.- A partir del 14 de julio los empresarios vinculados a la industria del sexo en Canadá no podrán contratar, ni traer al país “strippers”, bailarinas exóticas, masajistas, ni nada que se le parezca, porque el Gobierno eliminó este tipo de trabajo temporal. Los más felices con la medida son las víctimas de este proceso migratorio que terminaron siendo prostitutas o esclavas sexuales en Toronto y en otras ciudades del país.
Según Timea Nagy, una ex esclava sexual, ella realmente nunca supo a que venía a trabajar como prostituta a Toronto, porque cuando respondió a un anuncio en un periódico de Budapest, ella pensó que iba a venir a cuidar niños que fue lo que le dijeron.
Según narró al Toronto Sum, la víctima de trata de blancas, llegó cuando tenía 19 años de edad. Ella fue detenida por tres hombres fornidos que le esperaban en el aeropuerto Pearson, quienes le informaron que ya tenía una deuda $ 3,000 por sus gastos de viaje y tendría que pagarles por trabajar como bailarina exótica y prostituta. “Me asusté. Yo quería ir a casa”, dijo.
Denunció además que ante la propuesta ella pidió que la regresaran a su país, pero los que tramitaron su visa de trabajo temporal le manifestaron que si no pagaba la deuda ellos matarían a su familia en Hungría, que supuestamente ya estaba localizada.
La joven aterrorizada pronto se enteró de que ella no era la única persona que había sido engañado en el comercio sexual. Como ella, cientos estaban siendo traídos a Canadá desde el extranjero bajo la visa temporal para bailarinas exóticas, lo que permitió a los propietarios clubes nocturnos de Canadá con muchas niñas de varios países muy pobres, especialmente de los que conformaban la antigua Unión Soviética.
Nagy, que ahora tiene 35 años, continuo con su relato y dijo que cuando llegó la llevaron a un motel en Etobicoke donde habían más de 130 mujeres de Europa del Este todas con los mimos problemas porque debían pagar los pasajes y los gastos para traerla como strippers y prostitutas.
Según la víctima del negocio del sexo en Toronto, ella fue esclava sexual durante tres meses, tiempo durante el cual fue violada y amenazada de muerte, hasta que finalmente logró escapar y dar aviso a las autoridades.
Aunque el hecho ocurrió hace 14 años, según Nagy que ahora defiende a estas mujeres, las cosas no han cambiado mucho y por eso aplaude la medida tomada por el Ministerio de Inmigración, porque durante años los gobierno se habían comprometido hacer algo, como tomar medidas más fuertes pero nunca se pudieron implantar porque siempre los empresarios jugaban de alguna forma con las normas.
Dijo que la trata de personas es un negocio en Canadá y las mujeres y los hombres que estaban llegando son vulnerables a mucha explotación, por lo que la medida marca un verdadero punto de cambio.
A partir de ahora, los empresarios vinculados a la industria del sexo no podrán contratar personal extranjero para sus clubes de diversión nocturna, según lo dio a conocer el ministro de Recursos Humanos Diane Finley y el ministro de Inmigración, Jason Kenney.
Desde el 14 de julio, Ciudadanía e Inmigración de Canadá no tramitará nuevas solicitudes de permisos de trabajo de personas relacionadas con el comercio del sexo, como los clubes de striptease, servicios de acompañantes y salones de masajes.
“Negar a estas empresas el acceso a los trabajadores extranjeros temporales ayudará a proteger a las personas vulnerables, porque al menos los mantendrán alejados legalmente de ellos”, dijeron los ministros en un comunicado de prensa conjunta al dar a conocer la noticia sobre la nueva norma.
Para Nagy lo que ha hecho el Gobierno es un muy buen comienzo para evitar el tráfico de personas que terminan en la prostitución. “Sólo tienen que asegurarse que no entrarán por otras vías, por lo que deberán supervisar más estrictamente las visas de estudiante y de visitantes”.
Nagy como cientos fueron traídas a Canadá con una visa de “stripper”, luego de una norma de 1990 que se estableció porque los clubes nocturnos pidieron al Gobierno esta posibilidad, porque no había mujeres en Canadá que quisieran realizar este trabajo, pero en el fondo lo que perseguían era bajar el costo de pago por este trabajo y tener más mujeres para el negocio de la prostitución.
El visado especial de trabajo temporal para bailarinas exóticas generó que en un momento dado ingresarán al país nada menos que 880 “strippers” o bailarines exóticos por año a través del proceso de inmigración rápido que no requería mayores requisitos, la mayoría provenientes de Europa del Este.
La norma fue reformada en el 2004 después de un escandalo en la que fue involucrada la ex ministro de inmigración liberal Judy Sgro, quien supuestamente utilizando el programa extendió la visa de una bailarina exótica rumana que había trabajado en su campaña electoral.
Pese a la medida desde esa fecha aún cada ingresan a Canadá cada año 100 trabajadores temporales para este negocio, que seguramente no lo podrán hacer más a partir del 14 de julio.
El alcance de la trata de personas en trabajadoras del sexo es difícil de precisar. El primer gran informe de la Policía en el año 2004 estima que alrededor de 600 ciudadanos extranjeros son traídos a Canadá cada año para trabajar en el comercio sexual, y muchos son atraídos aquí con ofertas fraudulentas de empleo.
Según las investigaciones a estos ex clavos del sexo, una vez ingresan al país les quitan los pasaportes para obligarlos a trabajar en los clubes de striptease, salones de masajes y burdeles instalados en habitaciones de hotel, apartamentos y en condominios de lujo.
Las normas de inmigración se han endurecido en los últimos años, pero según Nagy todavía muchas mujeres víctimas de este negocio la llaman a pedirle ayuda. En los últimos dos años, ella ha oído hablar de 200 víctimas, muchas de ellas son de Europa del Este o de las Filipinas.
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