Ni la policía ni los servicios médicos les pueden ayudar
Ni la policía ni los servicios médicos les pueden ayudar

El Centro de Ciencias de la Salud Mental en Whitby, donde han tratado a Juliana durante las tres últimas décadas
TORONTO.- Juliana Hauer, que ahora tiene 50 años, sufre una “grave y persistente” enfermedad mental desde que era adolescente. Sus padres, Mary y Andrew, que ya son dos personas mayores, están desesperados. “No sabemos a dónde acudir en busca de ayuda”, apuntan.
La policía, los servicios médicos y su hospital local dicen que no pueden ayudar a su hija enferma, a la que hace años diagnosticaron un trastorno esquizofrénico.
Los síntomas más comunes que sufre son altos niveles de ansiedad, depresión, cambios de humor, paranoia grave, trastorno obsesivo-compulsivo, ataques de pánico y rabia extrema.
María Hauer, la madre, tiene 76 años. “Somos demasiado viejos para hacer frente a todo esto, pero no tenemos otra opción”, explica. La carga del cuidado es cada vez más difícil para ellos.
Juliana, por su parte, también quiere mejorar su situación. “Necesito conseguir la ayuda que necesito para vivir bien”, apunta. “Estoy desesperada. Me gustaría ir al CAMH (Centro para la Adicción y Salud Mental de Toronto). Espero que un médico comprensivo conozca mi caso y me pueda ayudar”.
Sus padres afirman que Juliana necesita un periodo largo de estabilización en un hospital como el CAMH o el Centro de Ciencias de la Salud Mental en Whitby, donde ha sido tratada durante las últimas tres décadas. De un tiempo a esta parte, sin embargo, tienen muchas dificultades para que la atiendan en este centro.
Sus padres mantienen que su hija no ha recibido el tratamiento que necesita. Juliana, por su parte, es demasiado inestable y cambia de opinión sobre cuál es la opción que más le conviene. “Durante un minuto es una persona dulce, segundos después se convierte en un ser violento”, afirma la madre.
Julia ha estado ingresada en el hospital de Peterborough, desde donde la han enviado a casa sin ningún tipo de mejora, asegura Mary.
“Vivimos atemorizados todos los días por lo que Juliana pueda llegar a hacer contra ella misma, contra nosotros o contra nuestra casa”.
María ha escrito al Ministro de Salud de Ontario, así como su Ministro Parlamentario local, sin ningún resultado.
La policía se ha limitado a sugerirles que presenten cargos contra su hija si actúa de manera violenta, pues esta sería una fórmula que les podría permitir obtener ayuda para que alguien se hiciese cargo de ella. “Voy a intentar cualquier cosa, pero no le voy a denunciar”, dice Mary. “No es una criminal. Para la gente es fácil dar consejos, pero si se tratase de su hijo no creo que fuesen capaces de hacerlo. Sé que la Madre Teresa no lo haría”, sentencia.
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