La intromisión de los padres provoca que sus hijos sean más reservados
La intromisión de los padres provoca que sus hijos sean más reservados
OTTAWA.- Los padres que caen en la tentación de fisgonear en las páginas de Facebook de sus hijos adolescentes, interceptar sus llamadas u ojear en sus textos deben prestar atención a una nueva investigación que muestra que este comportamiento tiene el efecto contrario al deseado.
A saber, en un estudio a largo plazo de cerca de 500 adolescentes y sus padres, los jóvenes que percibían su privacidad invadida se volvieron aún más reservados con sus padres. Como resultado, los padres curiosos acabaron sabiendo aún menos sobre la vida de sus hijos adolescentes.
“Cuanto más sentían los niños que sus padres adoptaban un comportamiento invasivo, más secretos e información se guardaban. Y con el tiempo, a las madres se les suele ocultar más secretos que a los padres”, dice el coautor del estudio, Skyler T. Hawk, un investigador post-doctoral.
La investigación, que aparece en la revista Developmental Psychology, se basa en los cuestionarios que se les hicieron a diferentes familias con adolescentes y a sus padres durante un periodo de tres años. Los adolescentes tenían un promedio de 13 años de edad cuando comenzaban el estudio.
Las preguntas hacían referencia a la percepción de la invasión de la vida privada (por ejemplo, el acuerdo sobre una escala de cuatro puntos con la declaración: “Mis padres siempre husmean en mis asuntos”); la cantidad y el tipo de secretos que jóvenes adolescentes escondían a sus padres (preguntas tales como, “¿Guardas muchos a tus padres acerca de lo que haces en tu tiempo libre?”), y el conocimiento de los padres sobre las actividades que llevan a cabo sus hijos (por ejemplo, “¿Sabes con qué amigos sale su hijo en su tiempo libre?”).
Los autores del estudio, Hawk y Keijsers, ambos docentes en la Universidad de Utrecht en los Países Bajos, averiguaron que una actitud más moderada por parte de los padres en materia de privacidad, sin llegar al abandono, podría resultar más productiva que una sobreprotección. También se dieron cuenta de que los niños eran más reservados con sus madres que las niñas.
Pero el descubrimiento principal fue que la invasión de la privacidad percibida supuso, justo un año después, una disminución en conocimiento de los padres sobre el hijo.
Además, el estudio demuestra que aquellos niños que veían a sus padres como unos “cotillas” de su privacidad, no solo se cerraban más y ocultaban más información, además seguían sintiendo que todas esas preocupaciones eran pocas. De hecho, la mayoría de estos casos acaban, a la larga, con más secretos por parte del hijo.
Hawk notó, sin embargo, que esos sentimientos podrían no reflejar la realidad, con investigaciones anteriores que muestran que quedarse fuera conduce a la retirada.
“Cuando alguien sigue pensando en ti después de mucho tiempo, llega un momento en el que cortar es la mejor solución para no estar todo el tiempo preocupada que está pasando”, dice Hawk.
“Así que, mientras tengamos esta idea en la cabeza que los padres de pánico e ir a por el diario de inmediato, lo que realmente sucede es que, a lo largo del tiempo, y con repetidos casos, toda la relación crece distante, que es realmente un problema para los niños emocional y de comportamiento resultados”.
El estudio sugiere que los padres de los adolescentes que se quejan de su privacidad invadida no sólo lo ven como una señal de alerta de que las paredes están a punto de subir, pero también como una oportunidad para abrir la comunicación.
“Pueden usarlo como una oportunidad para discutir las expectativas de privacidad y negociar nuevas reglas, para detener espero que el problema en sus pistas”, dice Hawk.
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