HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
El director austríaco Stefan Ruzowitsky -cuya película “The Counterfeiters” (2007) obtuvo el Oscar al mejor film extranjero- realiza su primer film en Estados Unidos abordando un thriller que trata de apartarse de los cánones tradicionales del género. El guión de Zach Dean considera tres historias separadas que confluyen a través del vínculo que se establece entre sus personajes y en donde las conflictivas relaciones familiares se van reflejando en cada una de las mismas.
El relato comienza presentando a Addison (Eric Bana) y su hermana Liza (Olivia Wilde) que vienen escapando de la policía después de haber asaltado un casino y haberse apoderado de un suculento botín; en una desolada ruta nevada que los llevaría hasta la frontera canadiense, el coche en que viajaban sufre un descomunal vuelco y cuando un policía caminero quiere prestarles ayuda Addison lo mata a sangre fría para evitar que el robo sea descubierto. Rápidamente se puede apreciar que la relación entre estos dos hermanos es algo más que fraternal al sugerir la existencia de una relación incestuosa. En la segunda historia Kay (Carlie Hunnam), un ex boxeador, sale de la cárcel por un delito cometido y al comunicarse telefónicamente con su madre (Sissy Spacek) ella lo invita para celebrar junto con su padre (Kris Kristofferson) –de quien se encuentra distanciado- el día de Acción de Gracias. La tercera trama presenta a Hanna (Kate mara), quien es una joven oficial de policía trabajando para su padre (Treat Williams), el sheriff local; ella se siente desdeñada porque él no la considera lo suficientemente apta para ocuparse de la investigación del asesinato que tuvo lugar en la ruta.
Aunque en líneas generales el guión es satisfactorio, no todos los personajes se encuentran completamente desarrollados y hay ciertas situaciones no muy verosímiles: por ejemplo, resulta difícil imaginar que a tan solo 24 horas de haberse conocido, dos de sus protagonistas lleguen a enamorarse tan fuertemente como para que no haya fuerza del mundo que los pueda separar. Pero las observaciones señaladas están más que compensadas por el buen suspenso de la trama y por exponer convincentemente la vulnerabilidad psicológica de sus personajes con sus sentimientos de amor y abusos de familia así como las contradictorias lealtades que los animan.
Los intérpretes son de primer nivel, destacándose entre ellos Bana como el malvado psicópata y celoso hermano, en tanto que la joven y bella actriz Wilde es lo suficientemente dúctil para expresar en su personaje el perturbador amor fraternal hacia Addison; también impresiona favorablemente Hunnam en un papel sobrio pero a la vez demostrando energía cuando llega la ocasión. Entre los actores veteranos tanto Kristofferson como Spacek aportan envergadura dramática caracterizando al maduro y armonioso matrimonio que ha tenido que soportar los embates delictivos de su hijo.
En los aspectos técnicos se destaca la magnífica fotografía de Shane Hurlbut que capta realísticamente el panorama de invierno de Michigan con sus gélidas tempestades de nieve, brindando así una excelente ambientación a la violenta historia descripta.
Conclusión: Un film muy bien interpretado que sin llegar a ser memorable logra un sostenido suspenso que se mantiene a lo largo de su metraje
PLAYING FOR KEEPS. Estados Unidos, 2012. Un film de Gabriele Muccino
El director italiano Gabriele Muccino retorna a Hollywood para incursionar en una comedia romántica que además trata de reforzar los lazos familiares entre padre e hijo. El problema con esta producción es que no ofrece variante alguna sobre lo ya visto en otras oportunidades y además está empañada con un guión poco coherente.
Gerard Butler anima a George Dryer un jugador de fútbol que veinte años atrás tuvo su momento de gloria pero que ahora sin la fama que lo rodeó decide retornar a Virginia donde viven su ex esposa Stacie (Jessica Biel) e hijito Lewis (Noah Lomax). Apretado por situaciones financieras que hasta le impiden pagar el alquiler donde habita, siente la imperiosa necesidad de buscar trabajo y la oportunidad se le presenta cuando el equipo de fútbol en el que Lewis participa requiere un experto entrenador para que los chicos que forman parte del mismo puedan llegar a convertirse en buenos deportistas.
Esta ocupación hace que George tome diario contacto con su hijo lo que le facilita cimentar un más estrecho vínculo que pueda compensar la carencia afectiva del padre ausente durante largo tiempo. Más difícil es para George reconquistar el afecto de Stacie porque aunque la relación mantenida es civilizada y cordial, ella no puede perdonarle su actitud donjuanesca que fue lo que arruinó la relación de pareja y causó el abandono de hogar; además, ella está viviendo con su novio (James Tupper) con quien piensa casarse en poco tiempo más.
Lo que estropea al relato es la introducción de personajes femeninos que poco tienen que ver con el tema central propuesto. Con poca imaginación, el guión hace que George tenga que soportar el asedio de 3 mujeres que son madres de los chicos que juegan al fútbol. Así se aprecia a Barb (Judy Greer), una llorosa divorciada que con poca sutilidad se arroja a los brazos de George, otra acosadora es Denise (Catherine Zeta-Jones) quien como locutora de televisión tratará de utilizar sus influencias para que el entrenador pueda ser contratado por el canal como comentarista de fútbol; finalmente se encuentra Patti (Uma Thurman) quien es la frustrada mujer del adinerado auspiciador del equipo (Dennis Quaid) que trata de encontrar en George lo que su marido no le brinda. De haber sido los mencionados personajes mejor desarrollados y no unidimensionales, es probable que el resultado habría sido más convincente, pero tal como aquí están presentados adquieren una dimensión caricaturesca.
El desenlace del film no ofrece sorpresa alguna. Todo es previsible desde el comienzo y de este modo se verá que en forma milagrosa George finalmente logra el objetivo que se ha propuesto, o sea llegar a convertirse en una persona más madura, fortaleciendo el cariño y afecto de su hijo y consiguiendo que Stacie le brinde una segunda oportunidad amorosa.
No hay mucho que se pueda decir sobre el nivel del elenco. Frente a las limitaciones del guión, los actores hacen lo que pueden; a pesar de todo, Gerard Butler logra destacarse brindando vulnerabilidad, sensibilidad y afecto en la caracterización de su personaje.
Conclusión: Un film que aunque se deje ver es en última instancia prescindible y fácilmente olvidable.
KILLING THEM SOFTLY. Estados Unidos, 2012. Un film escrito y dirigido por Andrew Dominik
Basado en el libro “Cogan’s Trade” (2002) del autor estadounidense George Higgins sobre el submundo del crimen organizado, el director neocelandés Andrew Dominik lo adaptó tratando de extraer lo mejor del mismo. Si bien el escritor es un experto conocedor del tema debido a su vasta literatura escrita sobre la materia, lo que se ve en pantalla no constituye aporte mayor a lo ya apreciado en muchas otras ocasiones.
Aunque la novela original transcurre en Boston en 1974, Dominik decidió ubicar la historia en Nueva Orleans en el otoño de 2008, en plena campaña electoral donde la candidatura del futuro presidente Obama representaba la esperanza de un mejor porvenir, atendiendo al gran colapso económico que experimentaba el país. Esa crisis es utilizada como telón de fondo para la trama del film tratando de demostrar que el clima de incertidumbre también afectó al bajo mundo, o al menos a los personajes de esta historia.
En una apretada síntesis puede señalarse que el conflicto inicial de la trama se origina cuando una noche dos ladronzuelos de poca envergadura – Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn), con sus rostros cubiertos se apropian del dinero que se está apostando en una timba ilegal de póquer integrada por mafiosos y organizada por Markie Trattman (Ray Liotta). Como consecuencia de esa acción y para restablecer el orden necesario llega a la ciudad Mickey (James Gandolfini), un gran patrón de la organización decididamente resuelto a que los ladrones sean identificados e inmediatamente ejecutados; esta “delicada” tarea le será encomendada a Jackie Cogan (Brad Pitt) quien es un sicario frío y sereno que utiliza un método de eficaz alcance consistente en matar con precisión a sus víctimas para que no experimenten dolor, tal como el título del film lo anticipa. Como cabía esperar, los responsables del robo pagarán con sus vidas; con todo ese es solo el comienzo de una serie de múltiples asesinatos que descarnadamente se irán sucediendo a lo largo del relato.
A diferencia de otras películas del género, ésta es una de crímenes donde en términos de movida acción no es mucho lo que acontece como tampoco es abundante lo que se ofrece en términos de intriga. En cambio, el director prefirió privilegiar la ambientación en donde transcurren los hechos, pintando la negrura del microcosmos de un mundo marginal, sin ningún código ético o moral que lo sustente salvo la violencia sangrienta que anima a su gente. De este modo, la mayor parte del film transcurre en largas escenas de diálogos y otras monologadas que, aunque de interés, no alcanzan a que el film adquiera resonancia. Si acaso la crueldad expuesta tuviera un foco de referencia o estuviese al servicio de una historia de gran originalidad como la que Quentin Tarantino ofreció en “Pulp Fiction” (1994), el esfuerzo de Dominick podría haber obtenido mejores resultados.
A las observaciones precedentes habría que agregar la insistencia de las informaciones televisivas en los que el candidato presidencial Obama explica al electorado el difícil momento económico-financiero que el país y el mundo están atravesando. Ese hecho no solamente resulta fatigante sino que termina distrayendo, sin quedar bien reflejado la intención de establecer un paralelo entre la crisis del capitalismo y el submundo de matones aquí ilustrados, donde la inmoralidad imperante parecería constituir su común denominador; en tal sentido, la respuesta que un decepcionado Jackie pronuncia al concluir el film (“Estados Unidos no es un país, es un negocio”) podrá impactar a algunos espectadores, pero como crítica al funcionamiento del sistema resulta extremadamente vaga, fuera de contexto y muy diferente a lo que Francis Ford Coppola ilustrara maravillosamente en The Godfather (1972) y The Godfather II (1974).
Trabajando por segunda vez con el director, Pitt ofrece una extraordinaria caracterización del cínico, impiadoso y pseudo filósofo asesino; similares elogios merece el elenco que lo rodea (Gandolfini, Liotta, Richard Jenkins, entre otros).
Conclusión: Aunque estilísticamente interesante y con una irreprochable actuación, la propuesta de Dominick no alcanza a cristalizar en este relato frío y de extremada violencia.
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