Los abogados afirman que el suicidio del soldado Langridge debe servir para cambiar la legislación vigente
Los abogados afirman que el suicidio del soldado Langridge debe servir para cambiar la legislación vigente

La audiencia pública fue convocada tras las quejas de la familia de Langridge de que la investigación sobre la muerte de su hijo fue parcial y diseñada para absolver a los militares.
OTTAWA.- El dolor y el sufrimiento padecidos por la familia de un soldado de Edmonton que se suicidó se debe utilizar como un trampolín para los cambios sistémicos en el tratamiento que reciben los veteranos y sus seres queridos, ha dicho este miércoles un abogado de familia.
Las investigaciones sobre el suicidio del soldado Stuart Langridge en 2008 fueron manejadas de una manera torpe e inexperta, explicó ante la Comisión de Quejas de la Policía Militar el coronel retirado Michel Drapeau.
“Se ha creado una capa adicional de dolor y confusión que se podía haber evitado. La investigación debería haber sido más transparente, y los militares de alto rango deberían de haber mostrado más compasión con los familiares”, dijo Drapeau.
Después de ocho meses de trabajo y de tomar testimonio a los 92 testigos, la audiencia terminó este miércoles con Drapeau y los abogados del gobierno presionando su caso por última vez.
La audiencia pública fue convocada tras las quejas de la familia de Langridge de que la investigación sobre la muerte de su hijo fue parcial y diseñada para absolver a los militares.
Un investigador militar que estuvo en la escena del suicidio defendió la decisión de dejar colgado de una barra de dominadas el cuerpo del cabo durante 90 minutos mientras se recogían pruebas.
El Suboficial Jon Bigelow, del Servicio Nacional de Investigación Militar, dijo que era necesario con el fin de descartar un crimen.
“Todavía era parte de la escena del crimen”, dijo ante la audiencia pública. “Desafortunadamente, el cuerpo debía permanecer colgado”, se defendió.
Los militares no procedieron a descolgar el cuerpo hasta que las fotografías y los vídeos fueron tomados, añadió.
El médico forense de Alberta estaba presente cuando la policía llegó a la sala donde se ahorcó Langridge y dio “el visto bueno” para que continuase la investigación sin que se descolgase el cadáver.
“Si hubiera cualquier problema o duda con el tiempo que tomamos antes de retirar el cadáver, estoy seguro de que el forense nos lo hubiese dicho”, apuntó Bigelow.
La Comisión de Quejas de la Policía Militar también atendió las denuncias de los padres de Langridge, Shaun y Sheila Fyne, quienes mantienen que la investigación militar sobre la muerte fue parcial y diseñada para exonerar a las fuerzas canadienses.
Bigelow, quien dirigió la investigación sobre el asesinato por crimen sexual del ex coronel Russell Williams, es el primero de los oficiales mencionados en la denuncia.
Langridge se suicidó en marzo de 2008, 10 días después de ser liberado de un hospital civil en Edmonton, donde recibió tratamiento por adicción a las drogas y el alcohol.
Los investigadores consideraron la estancia hospitalaria del joven como algo fundamentan en el caso y, sin embargo, no entrevistaron a ninguna de las personas que atendió al soldado de 28 años de edad.
Muchas voces apuntan que el soldado presentaba ya una tendencia suicida, sin embargo Jon Bigelow negó de plano esta hipótesis. “A partir de las pruebas recogidas y de mi investigación, yo no lo creo”, apuntó el abogado de la defensa.
Bigelow dijo que no había nada “definitivo” en los registros militares o entrevistas de investigación para indicar si de verdad al soldado le había diagnosticado esa tendencia.
La declaración es importante porque se refiere a la cuestión de si la policía militar fue negligente en el manejo de la investigación del suicidio.
Si Langridge estaba bajo estrecha vigilancia en el momento de su muerte habría sido motivo de una investigación independiente por parte del regimiento de “Lord Strathcona’s Horse”.
El Jefe de la unidad dijo a los investigadores que no hubo advertencias en el establecimiento médico militar de que el soldado era un peligro para sí mismo.
Sin causa legal para imponer vigilancia especial al soldado, las manos del regimiento estaban atadas, apuntó Bigellow, quien señaló que si la unidad se restringió legalmente de tomar acciones nunca fue algo que los investigadores llegaran a considerar.
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