HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
A primera vista, el foco central de Side Effects es el de exponer el modo en que las drogas farmacológicas que tratan de proporcionar alivio al paciente también pueden constituir un arma de doble filo con sus efectos secundarios. El tema es naturalmente de gran interés y adquiere relevancia universal; sin embargo este reciente film de Steven Soderbergh no se adhiere a la expectativa que generalmente se tiene porque a medida que progresa su relato, la idea principal va perdiendo elocuencia para dar lugar a un thriller psicológico efectista no logrado.
La hipótesis del relato atrapa y hasta su primera mitad se asiste a un drama muy bien planteado y excelentemente interpretado al punto tal de que uno se adentra totalmente en sus personajes protagónicos olvidando a los populares artistas que los están animando. El problema surge cuando Soderbergh, tratando de sorprender al espectador, va introduciendo giros insospechados que si bien en principio es posible su aceptación, en la medida que se siguen produciendo generan la sensación de incongruencia disminuyendo la eficacia inicial.
El guión preparado por Scott Z. Burns comienza cuando Martin Taylor (Channing Tatum), un ex ejecutivo en el mundo de las finanzas, sale de la cárcel después de haber permanecido 4 años por el delito de “insider trading” –término que alude a quien actuando en el mercado de valores hace uso indebido de la información confidencial que posee para su beneficio personal-. Su amada esposa Emily (Rooney Mara) lo aguarda y todo parecería que los momentos felices de antaño retornarán para este matrimonio bien constituido. Sin embargo de inmediato la depresión se hace sentir en Emily y su primera reacción es intentar un acto suicida del cual sale ilesa. Todo queda reflejado de la manera más natural posible y uno puede suponer que el estado anímico de la joven esposa se debe a la ansiedad y sufrimiento que experimentó durante el período en que su marido estuvo ausente del hogar. Psicológica y emocionalmente afectada, ella es tratada por el psiquiatra Jonathan Banks (Jude Law) quien va descubriendo que la naturaleza depresiva de Emily se remonta al pasado y que años atrás ya estuvo bajo asistencia psiquiátrica con la doctora Victoria Siebert (Catherine Zeta-Jones) cuando su marido ingresó a la cárcel.
A fin de evitar permanecer hospitalizada en el tratamiento que debe seguir, Emily se compromete a seguir una terapia con Banks y es a partir de allí que este médico comienza a tratarla recomendándole una variedad de productos farmacológicos que no surten efecto en ella hasta dar finalmente con la droga Ablixa que si bien mejora la depresión de Emily le produce efectos secundarios que incluyen entre otros elementos, el sonambulismo que la hace perder conciencia y memoria de lo que está realizando mientras se encuentra en ese trance.
Inesperadamente, el relato adopta un vuelco altamente dramático que no conviene ser revelado aquí, excepto el de mencionar que Emily es objeto de un juicio para determinar hasta qué punto es ella responsable de sus actos o si acaso lo es el psiquiatra por haber recomendado a su paciente la ingestión de la droga.
Hasta aquí todo resulta cautivante pero prontamente el film comienza a subvertir lo que se aguarda del mismo, lo que no sería de ningún modo algo pernicioso si no fuera por el hecho de que el relato no hace más que manipulear gratuitamente al espectador con cambiantes e irrealistas giros que sucesivamente se producen hasta llegar a un desenlace francamente decepcionante.
Como anteriormente quedó expresado, los actores brindan una total naturalidad a sus respectivos personajes. En los protagónicos, Mara transmite con intensidad la profunda angustia que habita en Emily, en tanto que Law ofrece total convicción como el psiquiatra devoto al dificultoso caso que tiene entre manos quien ve como su vida comienza a desintegrarse en lo profesional y también en el plano personal frente a su esposa (Vinessa Shaw). Zeta-Jones es una perfecta fría psiquiatra y Tatum demuestra eficiencia dentro del breve rol que le tocó asumir.
Conclusión: Soderbergh brinda aquí un drama que partiendo de una premisa sumamente atractiva atrapa de inmediato. Pero lamentablemente con los saltos abruptos y situaciones incoherentes en su parte final, el film se descontrola malogrando la seriedad que prometía en su premisa inicial.
BULLET TO THE HEAD. Estados Unidos, 2012. Un film de Walter Hill
Estamos en febrero y como es tradicional en los primeros meses del año rara vez el cinéfilo se puede sorprender con el estreno de nuevos filmes que puedan despertar real interés y ciertamente Bullet to the Head, dirigido por Walter Hill, no es una excepción a la regla; se trata de un mero producto comercial de Hollywood destinado a ser digerido con gran rapidez donde en poco más de hora y media de metraje se asiste a toda la parafernalia que forma parte de un cine destinado a una audiencia poco discriminatoria. Dicho lo que precede, hay que destacar que el film se presta para que Sylvester Stallone demuestre que aún como sexagenario le queda vigor suficiente para caracterizar a un personaje que no se aparta mucho de los que le tocó interpretar en el pináculo de su carrera de los años 80.
Basado en el comic Du plomb dans la tête, el guionista Alessandro Camon trasladó el escenario de acción de la ciudad de Nueva York a la de Nueva Orleans aunque este cambio de ninguna manera influye en la historia narrada. Básicamente, la acción gira en torno de Jimmy Bobo (Stallone), un sicario bien experimentado que en una de las primeras escenas del film elimina con esmero y rapidez a una de sus víctimas. Cuando al poco tiempo el asociado de Jimmy (Jon Seda) es audazmente asesinado por otro mercenario (Jason Momoa), Jimmy decide vengarse a toda costa. En forma paralela, el guión introduce a Taylor Kwon (Sung Kang) un joven detective policial de origen coreano que por imperio de circunstancias fortuitas formará un vínculo con Jimmy donde ambos tratarán de perseguir a los asesinos de estos dos crímenes, sin que Taylor sepa que tiene a su lado a uno de ellos.
Dentro de la muy usada forma de las películas de compañeros (buddy movies) es muy raro encontrar un dúo integrado por un asesino y un policía, pero como en este tipo de filmes el razonamiento o la lógica ocupan poco o casi nulo espacio lo único que resta es dejarse llevar por las tonteras que el relato ofrece y asistir a algunos diálogos con diatribas racistas que se suscitan entre Jimmy y Taylor Como historia subsidiaria, el guión introduce a Lisa (Sarah Shahl), la hija de Jimmy, que terminará gustando de Taylor, y que hacia el final será tomada como rehén por un grupo de empresarios mafiosos y corruptos desembocando en el clásico enfrentamiento entre los “buenos” y los “malos”, donde nadie pone en duda quiénes serán los que saldrán indemnes.
Lo que se presencia no es para ser aceptado con seriedad, pero en lugar de ofrecer un divertimento caricaturesco sin mayor pretensión, los responsables del film optaron por darle un equivocado tinte realista. En todo caso, los amantes indiscriminados de este tipo de género pasarán por alto las observaciones precedentes y verán satisfechas sus expectativas en materia de violencia extremada donde la misma está caracterizada por peleas a granel mediante trompada limpia, cuchillos, hachas, armas de fuego, todo ello con el aderezo de abundante sangre.
En materia interpretativa quien más se luce es Stallone animando a un personaje –mezcla de Rambo y Rocky- perfectamente delineado a su medida y que sus seguidores habrán de apreciar. En lo que concierne a la dirección, Hill es veterano en filmes de acción y trató de efectuar un retorno a las fuentes siguiendo con la modalidad adoptada hace tres décadas con 48 horas (1982), pero en este caso sin mayor imaginación.
Conclusión: Un film descerebrado que se olvida a los pocos minutos de ser visto pero que satisfará a una audiencia de apetito insaciable en materia de acción y violencia.
JANE CAMPION PRESIDE EL JURADO DE CORTOMETRAJES EN CANNES
Aunque la sexagésima sexta edición del Festival de Cannes recién comienza el próximo 16 de mayo, la oficina de prensa ha dado a conocer su primer comunicado oficial donde anuncia que la cineasta neozelandesa Jane Campion presidirá el jurado de los cortometrajes y de la Cinéfondation del importante evento mundial.
Esta realizadora está vinculada con Cannes dado que varias películas suyas fueron dadas a conocer en este festival, incluyendo sus primeros cortometrajes donde uno de ellos, “Peel” obtuvo la Palma de Oro en 1986. Al propio tiempo ella logró reconocimiento internacional en 1989 con “Sweetie”, el primero de sus largometrajes que concursaron en Cannes, en tanto que en 1993 “The Piano” mereció el premio a la mejor película y Holly Hunter fue distinguida como la mejor actriz por dicho film.
El jurado de la Cinéfondation y de los cortometrajes estará integrado por cinco personalidades del cine y de la literatura –aún no designadas- y tendrá a su cargo discernir la Palma de Oro al mejor cortometraje en la ceremonia de clausura del festival que tendrá lugar el 26 de mayo de 2013.
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SAMSARA. Estados Unidos, 2011. Dirección: Ron Fricke. Distribución: Entertainment one (2013)
Samsara es, aparentemente, una palabra sánscrita que significa la “rueda de la vida” y fue utilizada por el realizador Ron Fricke y el productor Mark Magidson para titular a este film que precisamente alude al ciclo de la vida (nacimiento, muerte y reencarnación) –tal como es concebida por varias religiones asiáticas- y su vinculación con la naturaleza.
A través de este proyecto ambicioso que abarcó casi 5 años, Fricke trasladó sus cámaras a remotas áreas del mundo de 25 países diferentes visitando en gran parte lugares sagrados, ciertas regiones afectadas ecológicamente por sus condiciones desastrosas, grandes complejos industriales así como algunas bellezas naturales de nuestro planeta.
Visualmente, el film maravilla pero también puede frustrar al espectador. En la medida que el realizador prefirió que su documental no fuese dialogado, tratando de que la música utilizada pudiera reemplazar a las palabras, el espectador tiene la oportunidad de contemplar estupendas imágenes pero sin saber donde fueron filmadas.
Ciertamente hay algunos lugares que es posible distinguir por ser bien conocidos a través del National Geographic y otras publicaciones similares. Así se pueden apreciar las maravillosas tomas aéreas de un imponente templo en Myanmar, el trabajo de pintura con arena por parte de monjes budistas que tiene lugar en un monasterio de la India, una breve secuencia enfocando a religiosos orando en el Muro de los Lamentos de Jerusalén, el Himalaya en Nepal o bien las ruinas de Petra en Jordania. Sin embargo, hay otros lugares que a pesar de su gran interés visual no resulta fácil saber dónde están situados. En tal sentido, la ausencia de narración verbal no habría quedado afectada de haber recurrido al empleo de títulos indicativos de cada uno de los sitios filmados, satisfaciendo de este modo la curiosidad de quien está contemplando el film.
Con las salvedades precedentes, el film brinda una experiencia sensorial a la vez que transmite una profunda espiritualidad tratando de demostrar el lugar prácticamente insignificante que ocupa el ser humano en su breve tránsito por la vida frente a la fuerza arrolladora y permanente de la naturaleza. La fotografía del realizador es admirable y mérito similar merece la valiosa e inventiva música de Michael Stearns, Lisa Gerrard y Marcello De Francisci que se adapta muy bien a las imágenes exhibidas.
El DVD viene en dos discos donde uno de ellos es el film en sí mismo en tanto que el otro contiene importante material adicional referido a la producción, edición, música, tecnología y comentarios de los responsables de este proyecto.
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