Ratzinger sorprende al mundo anunciando su renuncia porque le faltan fuerzas
Ratzinger sorprende al mundo anunciando su renuncia porque le faltan fuerzas

El cónclave comenzará en la fecha que se fije, tras una misa solemne que se celebrará en la Basílica de San Pedro del Vaticano
Juan Lara
Ciudad del Vaticano, 11 feb.- Benedicto XVI, de 85 años, sorprendió este lunes al mundo y a la Curia al anunciar, durante un consistorio de cardenales y hablando en latín, que renuncia al papado por motivos de salud y dejará el Trono de Pedro a las 20 horas de Roma del 28 de febrero.
Joseph Ratzinger entregará el papado casi ocho años después ser elegido, el 19 de abril de 2005, como 265 sucesor de san Pedro, tras la muerte de Juan Pablo II.
Los cardenales presentes en el consistorio, según contó el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, quedaron “desconcertados”.
Desde 1294 no se había producido una renuncia al papado, cuando Celestino V, harto de las pompas y de las intrigas de la corte pontificia, se apartó del cargo cien días después de su elección.
“Queridísimos hermanos. Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia”, dijo Ratzinger a los cardenales en latín.
Y agregó: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Ante el desconcierto de los presentes, Benedicto XVI, “tranquilo, en su línea”, según dijo después el portavoz vaticano, Federico Lombardi, siguió leyendo: “Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.
“Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”, añadió el papa, mientras aumentaba el desconcierto.
“Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”, agregó.
Benedicto XVI dio las gracias a sus colaboradores y aseguró que en el futuro quiere servir a la Iglesia “con una vida dedicada a la plegaria”.
Tras conocerse la renuncia, que dio en pocos minutos la vuelta al mundo, el portavoz Lombardi señaló que el Papa ha tomado la decisión en plenas facultades mentales.
El jesuita recordó que la renuncia de un Papa está prevista en el Código de Derecho Canónico, que establece que para que sea válida es necesario que sea libre y precisa que no puede ser aceptada por nadie.
Lombardi señaló también que el Papa es muy consciente del paso que ha dado y que no han influido temas como los escándalos de curas pederastas.
Al contrario, dijo el portavoz, cuando arreciaban estos escándalos ya señaló que un pastor “nunca huye ante los lobos y deja el rebaño sólo”.
Ninguna enfermedad, agregó, ha llevado a Benedicto XVI a renunciar al Pontificado, aunque reconoció que en los últimos meses había disminuido en él las fuerzas físicas, “algo normal en personas con esa edad”.
Lombardi explicó la decisión del papa de hacer firme la renuncia a las ocho de la tarde del 28 de febrero, “tal vez porque esa es la hora en la que acaba la jornada de trabajo”.
Hasta ese día, Benedicto XVI realizará su labor “como siempre”. Después se trasladará hasta la residencia de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma.
Allí permanecerá durante la Sede Vacante, el tiempo que transcurre desde que un papa fallece, o renuncia, como es su caso, y hasta que se elige al sucesor.
Después se retirará a un monasterio de monjas de clausura dentro del Vaticano, según anunció Lombardi.
Durante el tiempo de Sede Vacante se realizarán obras de acondicionamiento del apartamento papal.
El cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI será convocado una vez sea firme la renuncia y Lombardi no descartó hoy que ya para la Semana Santa haya un Papa nuevo.
Y antes del 28 de febrero, el Vaticano dará una despedida a Benedicto XVI, a la que espera asistan fieles de todo el mundo “y autoridades de muchos países”, según anunció el cardenal Sodano.
Así será el Cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI
Juan Lara
Ciudad del Vaticano, 11 feb.- El próximo Papa necesitará en todas las votaciones la mayoría de los dos tercio de los votos de los cardenales asistentes al Cónclave para ser elegido, que será convocado a partir del 28 de febrero, una vez sea firme la renuncia de Benedicto XVI.
Así lo contempla la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”, que señala que si en el caso de que en la elección delPapa se perpetrara el delito de simonía (comprar los votos) todos los culpables serán excomulgados, pero el voto será válido.
También se prevé que los cardenales electores deberán abstenerse de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género que les puedan obligar a dar o negar el voto a otros. Si eso sucediera, el compromiso adquirido sería nulo y nadie estará obligado a observarlo.
Los cardenales tampoco pueden hacer capitulaciones antes de la elección.
Hasta ahora, para elegir a un Papa eran necesarias en las primeras votaciones al menos dos tercios de los sufragios, pero si después del décimo tercer día, es decir en la 33 ó 34 votación, ningún candidato obtenía la mayoría de los dos tercios se pasaba a la mayoría simple y el futuro Papa era elegido entre los dos cardenales más votados.
El cónclave comenzará en la fecha que se fije, tras una misa solemne que se celebrará en la Basílica de San Pedro del Vaticano, llamado Misa votiva “Pro eligendo Papa”, a la que asistirán todos los fieles que lo deseen, así como el Cuerpo Diplomático.
Después, a la hora prevista, los cardenales se dirigirán desde la Capilla Paulina, en procesión, hacia la Capilla Sixtina, recitando las letanías.
La Capilla Sixtina sigue siendo el lugar para la elección y todo lo que se haga o diga allí durante el Cónclave es secreto.
Los cardenales entrarán recitando unas letanías y cantaron el “Veni Creator Spiritus”, con el que invocarán la ayuda del Espíritu Santo. A continuación se procederá al juramento por el que se comprometerán a mantener el secreto de todo lo que se diga o haga en el Cónclave.
Después, el Maestro de Ceremonias Pontificias pronunciará la frase “extra omnes” y todos los ajenos al cónclave saldrán de la Capilla.
Ya en ese primer día puede realizarse la primera votación. Si no se elige papa, en los siguientes días se procede a dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde.
La normativa establece que después de tres días de escrutinios sin resultados positivos, las votaciones se suspendan durante un día para hacer una pausa de oración y coloquio entre los votantes.
Tras ese día de pausa volverán a celebrarse otros siete escrutinios y si se sigue sin elegir Papa se efectuará otro descanso y se volverán a hacer otros siete escrutinios. Si se sigue igual, habrá nueva pausa y, de nuevo, otras siete votaciones. Y así se llegaba al 33 o 34 escrutinio (dependiendo si el primer día se vota o no).
A partir de ese momento, hasta ahora, se pasaba a elegir Papa entre los dos cardenales que en el último escrutinio hubieran obtenido el mayor número de votos. La normativa exigía que el elegido lo fuera por mayoría absoluta (la mitad más uno).
Esto lo cambió hace varios años Benedicto XVI, que estableció que ya en el cónclave que elija a su sucesor serán necesarios los dos tercios de los votos en todos los eventuales escrutinios.
También estableció que si se llega al voto entre los dos más votados, éstos no podrán participar en la votación.
Una vez elegido, el cardenal decano en nombre de todo el colegio pide su consentimiento al elegido con las palabras: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?”.
Dado el consentimiento se le pregunta cómo quiere ser llamado y después el Maestro de Ceremonias levanta acta.
Finalmente se anunciará al mundo con la fórmula: “Habemus Papam”.
El Colegio Cardenalicio está compuesto por 209 miembros, de los que 118 tiene menos de 80 años, por lo que podrán elegirpapa en el próximo cónclave, y 91 octogenarios, que no pueden votar pero sí pueden ser elegidos Pontífice.
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