Altos alquileres podría hacer cerrar negocios de Kensington Market
Altos alquileres podría hacer cerrar negocios de Kensington Market
TORONTO.- Ossie Pavao sonríe tras el mostrador de su tienda mientras sus clientes beben café o buscan las especias que necesitan. Algunos de sus primeros recuerdos discurren aquí en el año 1963, cuando su padre, un inmigrante portugués, abrió el café y tienda de comina Casa Acoreana, en la esquina de Baldwin Street y Augusta Avenue, en pleno corazón de Kensington Market.
Cincuenta y cinco años después, Pavao dirige el negocio familiar donde las estanterías se encuentran repletas de toda clase de frutos secos, hierbas, especias, café y dulces. “Es como un hogar”, asegura Ossie Pavao a Toronto Star. “Tenemos los mejores clientes del mundo”.
Sin embargo, después de medio siglo de actividad, Pavao piensa que los días de Casa Acoreana pueden estar contados.
En la mañana del pasado martes, el propietario de su edificio le comunicó la intención de subir el precio del alquiler, lo que afecta a la tienda que Pavao posee y a otras cuatro tiendas adyacentes a lo largo de la calle Baldwin.
Si estos negocios no pudiesen hacer frente a la subida, dejarían lugar a uno o más nuevos inquilinos con más posibles. “Si yo fuera un hombre de negocios, probablemente haría lo mismo”, asegura abatido Ossie Pavao.
Después de pasar de ser el bullicioso barrio de inmigrantes donde los pollos y las cabras vivos se exhibían en las carnicerías, Kensington Market se ha transformado en el enclave de negocio independiente e iconoclasta con sensibilidad cultural que es hoy.
Pero algunos creen que la identidad del Mercado se encuentra bajo la amenaza de ser invadido por condominios y cadenas de tiendas que están estrechando el cerco en torno a los inquilinos como Pavao.
“Este lugar es el corazón cultural de la ciudad”, dijo Nessa Hallman, quien trabaja en la tienda de alimentación REG Alimentos situada en la misma propiedad que la tienda de Pavao. “Si la gente no se da cuenta y no lucha por mantener la magia de este lugar, podríamos perderlo”, comenta.
El plazo de arrendamiento es hasta el 31 de mayo, cuando a partir de entonces se allana el camino para que los nuevos inquilinos puedan moverse al lugar. La renta total del edificio está cifrada en diez mil dólares al mes.
“No puedo permitirme eso. Nadie puede permitirse eso “, dijo Pavao, quien no quiso revelar lo que actualmente paga de alquiler. Además aseguró que la nueva tarifa obligaría a su negocio, que se sitúa en la planta baja, a pagar cincuenta o sesenta dólares por pie cuadrado, en comparación con el área del medio que se paga a unos treinta o cuarenta dólares. “Los alquileres de ese precio echan a todo el mundo fuera”, afirmó.
Phil Pick, agente inmobiliario que lleva la propiedad del dueño del edificio donde se sitúa Casa Acoreana, augura que habrá “mucha polarización” en cuanto a la decisión de buscar nuevos inquilinos en Kensington Market.
El barrio ya es conocido por haberse opuesto ampliamente a traer un Starbucks hace cinco años. Pick asegura que el barrio está de nuevo dispuesto a hacer lo mismo en contra de franquicias nacionales o cadenas.
“Mi trabajo es conseguir al mejor inquilino posible. Si la gente quiere aceptarlo o no, no tengo control sobre eso”, aseguró. Además, agregó que “no siente placer haciendo eso”. “Ellos sabían lo que se avecinaba. Los cambios se avecinan en el mercado”, añadió.
En las últimas semanas, un grupo llamado Amigos de Kensington Market ha celebrado tres manifestaciones para oponerse al establecimiento de un supermercado Loblaws en un nuevo proyecto de un condominio cerca de Augusta y College, justo al norte del barrio. Los opositores dicen que obligaría a las pequeñas empresas en Kensington a cerrar sus puertas, lo que supondría un gran detrimento de la comunidad local.
“Este es un momento en que el equilibrio del mercado está en peligro”, dijo Dominique Russell, uno de los organizadores del grupo. “La gente está dispuesta a luchar por el barrio, incluso si no viven allí, para que siga siendo un lugar especial, único.”
En cuanto a Pavao, a pesar de sentirse fatal cuando se enteró del aumento del alquiler, asegura que se siente “bendecido” por haber sido capaz de vivir y trabajar en Kensington Market durante tantos años.”Estos asuntos están fuera de mis manos, están fuera de mi control”, dijo. “Lo mejor que uno puede hacer es sentarse y ver en qué dirección continúa el viaje”.
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